Petro se movió a lo que ha llamado un ‘proceso constituyente’. Una idea gaseosa, pero que debe seguirse con atención por los riesgos que insinúa.

Si busca cambiar la Constitución por mecanismos no consagrados en la misma carta política, estaríamos frente a un autogolpe.

Pero puede ser también que solo esté buscando usar ese ‘proceso’ con miras al 26. Petro ha sostenido en distintas ocasiones que “esperamos ser el próximo gobierno, porque en el 2026 tenemos que volver a ganar”, y que “la oligarquía no saca a Petro del gobierno, porque lo eligió el pueblo y el pueblo va a volver a elegir”.

Ese discurso empieza a ser repetitivo y es peligroso porque es antidemocrático y muestra una deriva autoritaria que debe prender todas las alarmas. Es populismo. Se basa en la idea falsa de que hay un solo pueblo y que Petro lo representa.

Para empezar, es contrafáctico. Petro ganó la segunda vuelta con el 50,44 % de los votos. Además, el 42 % se abstuvo de participar en las elecciones. Es decir, por Petro votó solo el 28,9 % de los ciudadanos. El 71,1 % que no votó por él también es ‘pueblo’. Además, hoy todas las encuestas muestran que ha perdido el apoyo de parte sustantiva de quienes lo votaron.

En una democracia el ‘pueblo’ se refleja mucho más en el Congreso que en el Ejecutivo, precisamente porque las distintas expresiones y posiciones del ‘pueblo’, que nunca son una sola y única, y siempre van cambiando, se expresan mejor en las distintas y variopintas bancadas parlamentarias.

Por eso, el Legislativo es siempre la expresión por excelencia de la democracia y son los congresos donde el ‘pueblo’, los ‘pueblos’, debaten y alcanzan acuerdos. Desconocer el Congreso, como pretende Petro con la reforma a la salud, es una desviación despótica.

En fin, suponer que ‘el pueblo’ es solo el petrista, supone una evidente amenaza de vulneración por parte del gobierno de los derechos y libertades del ‘pueblo’ no petrista.

El discurso de apropiación del ‘pueblo’ por parte de Petro, viene acompañado con el agravio permanente (fascistas, oligarcas, esclavistas, mafiosos, corruptos, etc.) a sus contradictores, con el fin de socavar la legitimidad y la autoridad moral de quienes se le oponen.

En ese marco, el gobierno es solo para el ‘pueblo’ petrista y únicamente busca beneficiar a esa fracción. Con el pretexto de defender al ‘pueblo’ o de un supuesto mandato del mismo, se gobierna por encima de las leyes y las instituciones, que se convierten en un obstáculo que hay que destruir. El gobierno se torna entonces faccioso y antidemocrático.

Es el escenario al que Petro nos va llevando. Más allá de un golpe de Estado, la deriva autoritaria de Petro hace indispensable que todos los demócratas nos unamos, más allá de egos, vanidades, ambiciones personales e insustantivas diferencias ideológicas.

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Populismo, constituyente y democracia en peligro

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07.04.2024

Petro se movió a lo que ha llamado un ‘proceso constituyente’. Una idea gaseosa, pero que debe seguirse con atención por los riesgos que insinúa.

Si busca cambiar la Constitución por mecanismos no consagrados en la misma carta política, estaríamos frente a un autogolpe.

Pero puede ser también que solo esté buscando usar ese ‘proceso’ con miras al 26. Petro ha sostenido en distintas ocasiones que “esperamos ser el próximo gobierno, porque en el 2026 tenemos que volver a ganar”, y que “la oligarquía no saca a Petro del gobierno, porque lo eligió el pueblo y el pueblo va a volver a elegir”.

Ese discurso empieza a ser repetitivo y es peligroso porque es antidemocrático y muestra una deriva autoritaria que........

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