Imagen de archivo de las oficinas de Grifols en Coslada / EPE

La gran noticia económica de la semana ha sido la debacle de Grifols en la bolsa tras el informe de Gotham City Research (sí, el mismo nombre que la ciudad de Batman) en el que se destapaban supuestas irregularidades contables de la multinacional catalana de hemoderivados para reducir el peso de su deuda. No hay nada más temeroso que el dinero y enseguida ha salido a escena la desconfianza. Y ello a pesar de que los denunciantes tienen muchos intereses ya que ganaban más dinero cuanto más caían las acciones de Grifols.

Algo falla aquí. Posiblemente habrá algo de contabilidad creativa por parte de la industria, una de las pocas que el Departamento de Estado de EEUU consideró hace unos años como estratégica. Ya había analistas que desde hace tiempo cuestionaban el peso de la deuda de Grifols, cuyas cuentas, por cierto, han sido avaladas por el auditor, KPMG y los reguladores de España, la CNMV y EEUU, la SEC. Pero también hay intereses, y muchos, por parte de los 'justicieros' de Gotham.

Es verdad que hace una década esta firma de análisis acertó de pleno con las denuncias por las cuentas del proveedor de wifi Gowex, que acabó en bancarrota, pero el caso no es igual. Grifols es uno de los pesos pesados del Ibex, con apuntes contables discutibles. Especialmente por lo que respecta a la sociedad Scranton, que cuenta con accionistas de la familia, pero que está fuera del radar del regulador español, ya que está radicada en Países Bajos; y del auditor de Grifols.

Ante este desbarajuste es imprescindible que quede todo muy claro. No está solo en juego la credibilidad de una gran compañía con más de 100 años, que ha anunciado acciones legales contra Gotham, sino la de todo el sistema en el que se basan la contabilidad y el control de las compañías que captan el ahorro de particulares, empresas y también de fondos especulativos a través de la bolsa y los mercados. La confianza, en la que se basa una buena parte de todo el tinglado, es un hilo muy frágil. Es muy fácil de romper y muy difícil de recomponer, en especial si sobrevuelan sombras de duda.