Pedro Sánchez

Dudo que haya un político que envidie la situación de Adrián Barbón. Es uno de los tres únicos presidentes autonómicos que le quedan al PSOE, junto al de Castilla-La Mancha y la de Navarra. Le ha tocado hacer valer los intereses de los asturianos –de todos, no solo los que le votaron–, en una crisis política sin precedentes, la más grave, a mi juicio, desde los convulsos años de la Transición.

Una crisis que altera de forma grave el principio sagrado de igualdad de todos los españoles, trabajosamente establecido con la creación del Estado de las autonomías. Una crisis que recuerda aquel apasionado debate constitucional entre "nacionalidades y regiones" y, más tarde, entre autonomías de primera y autonomías de segunda, según llegaran a su estatus por la vía lenta del 143 o la vía rápida del 151.

Naturalmente, Asturias llegó por la vía lenta al aplicar el criterio histórico de que la vía rápida era privilegio de aquellos territorios que tuvieran abiertos procesos plebiscitarios en la II República. Por si fuera poco, la LOAPA (Ley Orgánica de la Armonización del Proceso Autonómico), que pretendía corregir desigualdades, acabó siendo aprobada, tras presiones de catalanes y vascos, desprovista de su inicial propósito armonizador y orgánico. Conviene recordarlo, porque de ahí viene la actual organización territorial de España.

La posición de Adrián Barbón no se puede equiparar con la de los otros dos presidentes autonómicos socialistas. Por un lado, María Chivite es la presidenta de una comunidad, la de Navarra, con un régimen especial, gracias a los ancestrales fueros que le conceden una serie de privilegios históricos. Por otro lado, Emiliano García-Page se ha convertido en el único mandatario autonómico con voz propia en el partido, crítico con la actual dirección de Pedro Sánchez, una vez apeado del poder en Extremadura el otro presidente díscolo, Guillermo Fernández-Vara.

Adrián Barbón, tras las elecciones autonómicas de mayo, se ha quedado solo. Atrapado entre su inalterable fidelidad a Pedro Sánchez y su deber de defensa de los intereses de los asturianos, ha optado por la sumisión a Ferraz y sus tesis. Aunque tuvo un momento dubitativo cuando se conocían las primeras concesiones a los independentistas en la negociación de investidura, sólo fueron necesarias unas horas para que volviera al redil y asumiera las prebendas otorgadas a Cataluña y País Vasco, en detrimento del resto de las autonomías.

Le faltó tiempo para volver a las tesis oficiales. Ya se sabe. Que si el PP se ha dejado parasitar por Vox, que si las concesiones para la investidura eran necesarias para frenar el avance del fascismo, que quienes protestan por el acuerdo son trasnochados y descerebrados nostálgicos franquistas, que si la simbología nazi de algunos manifestantes. Todo ello constituye una muy útil coartada para opacar el sentir de millones de españoles que no están de acuerdo con la gravedad de fondo de las concesiones, lesivas para la división de poderes, para el principio de igualdad, para la propia democracia.

No conozco a Adrián Barbón, aunque me gustaría. Ni siquiera vivo en Asturias, pero me consta que el presidente es un político dialogante. Así lo demuestra su tradicional buena relación con las autonomías vecinas, gobernadas por el PP –Galicia, Cantabria y Castilla y León–, y su cohabitación fluida con los ayuntamientos de las dos grandes ciudades asturianas, regidas por partidos de derecha. Incluso me han llegado a contar que, durante la campaña de las autonómicas, mostraba entre los más íntimos su recelo a las visitas de Pedro Sánchez, porque su presencia, más que sumar, restaba votos a su candidatura.

"Ante un contexto nacional tan difícil, me voy a dejar la piel para estar a la altura de lo que merece Asturias", reza el tuit fijado en su cuenta. "Calma, serenidad y convivencia" es su lema frente a los disturbios ante las sedes del PSOE. Síntomas, sin duda, de su carácter conciliador. Tiene ante sí el reto titánico de compaginar la asunción de los acuerdos de Bruselas con su obligación de velar por los intereses de los asturianos. ¿A qué se ha comprometido Sánchez con los diputados de Barbón por su voto favorable en la investidura? Al fin y al cabo, el PSOE tiene siete diputados en Madrid, tantos como Junts, y deberían valer lo mismo.

Hay algo que no cuadra ¿Cómo apaciguar la zozobra de la infatigable conciencia? "Esa pelmaza interior, incansable e ineludible", que decía Julio Camba. Difícil papeleta la de Barbón, sólo aliviada por la oportuna llegada del AVE a Asturias, tan necesitada de buenas noticias. Será "el comienzo de una nueva década", en palabras del presidente. Ojalá tenga razón.

QOSHE - La papeleta de Barbón - Juan Carlos Laviana
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La papeleta de Barbón

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19.11.2023

Pedro Sánchez

Dudo que haya un político que envidie la situación de Adrián Barbón. Es uno de los tres únicos presidentes autonómicos que le quedan al PSOE, junto al de Castilla-La Mancha y la de Navarra. Le ha tocado hacer valer los intereses de los asturianos –de todos, no solo los que le votaron–, en una crisis política sin precedentes, la más grave, a mi juicio, desde los convulsos años de la Transición.

Una crisis que altera de forma grave el principio sagrado de igualdad de todos los españoles, trabajosamente establecido con la creación del Estado de las autonomías. Una crisis que recuerda aquel apasionado debate constitucional entre "nacionalidades y regiones" y, más tarde, entre autonomías de primera y autonomías de segunda, según llegaran a su estatus por la vía lenta del 143 o la vía rápida del 151.

Naturalmente, Asturias llegó por la vía lenta al aplicar el criterio histórico de que la vía rápida era privilegio de aquellos territorios que tuvieran abiertos procesos plebiscitarios en la II República. Por si fuera poco, la LOAPA (Ley Orgánica de la Armonización del Proceso Autonómico), que pretendía corregir........

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