Depresión y suicidio: las cifras (y señales) que deberían ponernos en alerta

Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir, gritaban en el botellón, en los 90, cuando empezó a convertirse en un problema, sin saber que la amenaza se convertiría en una realidad ya vigente. Según la Sociedad Española del Sueño (nombre bonito donde los haya), en España se duerme poco y mal. Dormimos de media menos de seis horas al día, y más de la mitad de la población ha confesado sufrir problemas de insomnio, sobre todo desde la pandemia.

Esto significa que por cada español que duerme más o menos bien, hay otro que duerme fatal. Se podría hacer alguna broma si no fuera porque está comprobado que detrás de muchos accidentes de tráfico está la ausencia de descanso, y porque existe un sufrimiento constante de estas personas para las que las noches son un suplicio. La falta de sueño provoca irritación, aumento de peso, diabetes, enfermedades cardiovasculares, falta de concentración e incluso depresión.También la depresión provoca insomnio así que entramos en un círculo de daño del que es muy difícil salir. Más de cuatro millones de personas padecen insomnio crónico, una pesadilla diaria que empieza justo cuando debería comenzar el placer de cerrar los ojos y abandonarse para poder levantarse como nuevo. Hay quien no puede conciliar el sueño hasta bien entrada la madrugada, y quien se despierta con una alarma interior a las cuatro de la mañana cada día. Los dos son abonados a vagar como fantasmas por la casa, en busca de esa magia que para otros es algo cotidiano. Leen, ven la tele, tratan de relajarse. Practican los consejos ya sabidos: nada de siesta (o si acaso media hora), nada de pantallas, horarios fijos.

Como no tenemos paciencia, acabamos automedicándonos y cayendo en el sueño pegajoso y artificial de las pastillas. A pesar de nuestros problemas, no acudimos al médico, o a veces, si acudimos, este está tan saturado de pacientes que nos receta pastillas sin escucharnos. Detrás de esta enfermedad de las noches en blanco están escondidas muchas causas, no todas físicas. Nos llevamos a la cama los problemas del día pasado, la angustia de lo que está por venir. Hiperconectados a las pantallas, nos acostamos con las noticias de Gaza o con el último correo de trabajo, y así creamos una madeja enmarañada, un laberinto en el que es muy difícil encontrar la salida.

Nos preocupamos antes de dormir, y no dormimos porque estamos preocupados. Ha subido todo, nuestros hijos no encuentran trabajo, el mundo parece un lugar insolidario e inhabitable, y el eco de estos problemas resuena en los pasillos de la madrugada, al compás lento de los pasos del insomne. Una pastilla parece la solución, tras probar la tila, la valeriana, las gominolas de melatonina, el baño caliente o la lectura. Por la mañana, las preocupaciones que dejamos tendidas, siguen ahí, acartonadas y tiesas, esperando que llegue la noche para aparecer de nuevo. El grito del botellón se ha convertido en la queja de una sociedad entera. Los jóvenes siguen sin soñar; los adultos, que éramos jóvenes entonces, seguimos sin dormir, y así, la irritación es nuestra tarjeta de visita, nos faltan fuerzas para afrontar lo cotidiano, y la realidad adquiere la textura grumosa de las pesadillas, el sabor seco de la ausencia de esperanza y la falta de sueños.

QOSHE - Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir - Pilar Galán Rodríguez
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Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir

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18.11.2023

Depresión y suicidio: las cifras (y señales) que deberían ponernos en alerta

Si no nos dejáis soñar, no os dejaremos dormir, gritaban en el botellón, en los 90, cuando empezó a convertirse en un problema, sin saber que la amenaza se convertiría en una realidad ya vigente. Según la Sociedad Española del Sueño (nombre bonito donde los haya), en España se duerme poco y mal. Dormimos de media menos de seis horas al día, y más de la mitad de la población ha confesado sufrir problemas de insomnio, sobre todo desde la pandemia.

Esto significa que por cada español que duerme más o menos bien, hay otro que duerme fatal. Se podría hacer alguna broma si no fuera porque está comprobado que detrás de muchos accidentes de tráfico está la ausencia de descanso, y porque existe un sufrimiento constante de........

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