Por: Eduardo Claure
La democracia en su transitar histórico se mueve entre dos posibilidades: por un lado, el de su posible corrupción y degradación, debido a múltiples causas, y, por otro, la probabilidad de que ingrese en el camino del progreso y del desarrollo político. Los dos casos dependen de muchos factores que han de ser contemplados examinando el propio régimen político, sin perder de vista sus posibles distorsiones que podrían abrir camino a otros planteamientos de la misma naturaleza. No hay duda que la democracia es el régimen político que mejor expresa la voluntad del cuerpo social, siendo esto incluso más importante que la buena forma de gobernar, cuando se dan las condiciones que permiten su implantación y desarrollo. Un régimen democrático será completamente efectivo cuando traslade exactamente los deseos del cuerpo social a quien ostente el ejercicio del poder y a éste se le obligue a llevarlo a cabo conforme a lo mandado por el soberano. Hoy, la democracia no ha llegado a ser el medio político para llevar a cabo los derechos del hombre boliviano y como un elemento técnico y dinámico muy importante de socialización para lograr la cohesión social para viabilizar el desarrollo. De modo imperativo, se le encomienda velar por los principios que permitan la más favorable convivencia social, que proyecte sobre la sociedad el más acertado desarrollo económico y que establezca, mantenga y acreciente un régimen más justo para perfeccionar la convivencia en posiciones distintas. Sus principios rectores son a la vez impulsores de la actividad social y la base de la convivencia que enmarcan la actividad política. Estos conceptos han sido infringidos y degradado su esencia en este periodo.
El régimen democrático, que es una forma de organización del poder, nunca ha de ser un fin, porque lo importante no es la realización democrática de la sociedad, al depender del cumplimiento de los valores fundamentales, si bien puede representar un instrumento principalísimo. El régimen democrático es, en gran parte, un procedimiento técnico que ha de nutrirse de valores, perfilándose según la idiosincrasia de cada sociedad, teniendo que ser un medio en permanente adaptación para crear mejor los lazos de convivencia política. La democracia, que es propuesta para participar en la colectividad en la vida política, se realiza conforme a los planteamientos teóricos en que debe discurrir la convivencia, la manera de gobernar y el ejercicio práctico de la sociabilidad en unas estructuras donde va adquiriendo carta de naturaleza a medida que se va realizando. Al no obrarse en estas líneas políticas, la democracia ingresó a un proceso de decadencia, casi irreversible.
La historia muestra que la relación entre la justicia y la libertad, por un lado, y la democracia, por otro, no siempre ha sido satisfactoria. Fundamentalmente porque aquellos valores han entrado en confrontación con el valor más característico de la democracia: la igualdad. La democracia no puede cambiar la esencia de cada orden, aunque sí desnaturalizarlo. Ignorar este principio conduce a plantear unos objetivos que van más allá de sus posibilidades. La democracia no es sinónimo de justicia, libertad o seguridad. Si así fuera, cuanto más se extendiera por toda la sociedad más se avanzaría en el desarrollo positivo de estos valores. La verdad o la objetividad no se consiguen porque aumente la participación en el proceso electoral. El ciudadano no se realiza como persona porque se renueven los cargos en menos tiempo y con eficacia. La democracia no garantiza la libertad, sino que exige, para su puesta en práctica, que haya un régimen que le permita extenderse por todos los espacios de la sociedad. Además, una sociedad puede no querer libertad salvo para votar sus limitaciones. La democracia tampoco es seguridad, si no se pone en marcha un plan de prevención y sanción para quien viole la convivencia y se persiga a la delincuencia política con efectividad. El mirar para otro lado y no hacer nada, provocó la decadencia de la democracia.
Los colectivistas, comunistas, socialistas, hoy progresistas, sostienen que la ampliación de la democratización por la Sociedad aumentará la igualdad, reducirá la independencia de las instituciones, ampliará la libertad y habrá menos poder incontrolado por la sociedad, y que, con el tiempo, se llegará incluso a eliminar toda autoridad y todo poder institucional porque el pueblo no necesita de ningún artificio, dado que en otras circunstancias será capaz de controlarse a sí mismo. Según su interpretación de la historia, el poder lo acapara quien tiene la fuerza para crearlo y mantenerlo. Por eso la democracia sería más idónea en tanto que el pueblo tuviera menos necesidad de las instituciones y de medios coactivos para dirigir la sociedad y en la medida que poco a poco fuera prescindiendo de los medios represivos. No hace mucho tiempo se afirmaba que el socialismo conduciría a la auténtica democracia, debido a los acontecimientos históricos se ha tenido que defender que la democracia, bajo el impulso de la democratización, desembocaría en el socialismo, se decía entre el 2006 al 2019. El progresismo creyó haber descubierto que la fuerza para llevar a cabo esa conversión en la historia iba de provenir de la democratización general, adecuando el Estado de Derecho a un régimen social y auténticamente democrático: el proceso de cambio a toda marcha de manos del Pacto de Unidad y con la fuerza histórica de los constitucionalizados “indígenas originarios campesinos”. Esta ideología creyó probar que el despertar de la conciencia de una parte significativa de la sociedad llevada a cabo a través de los movimientos sociales, haría de hecho más justas las condiciones de la vida social y permitir descubrir la necesidad de avanzar por la historia contra la “reaccionaria derecha y pongos del imperialismo”. La humanidad siempre ha vivido bajo la represión por el dominio ejercido en sistemas explotadores y el proceso de cambio no iba a ser la excepción, como ha quedado demostrado. La democracia actual ha degenerado hacia el democratismo, olvidando que pertenece a lo político y que debió centrarse en las funciones que permitiesen la mejor organización y el mejor ejercicio del poder, con el resultado de que asumió funciones que nunca deberían estar politizadas: salud, educación, recursos naturales renovables y medioambiente, exploración y explotación de hidrocarburos, litio, hierro, industrialización, etc. Como la política tiene su propia esencia, su intervención en todos los contenidos de la vida supuso la politización de lo que debió caer bajo otros presupuestos o principios, eliminando todo lo que puede ser reconducido por ella. De este modo se desembocó inevitablemente en un imperialismo de la política que terminó en la conversión del régimen democrático en un aparato organizativo que le confirió la figura de una administración democrática totalmente falsa, espuria, siniestra.

El progresismo creyó haber descubierto que la fuerza para llevar a cabo la gran conversión en la historia provendría de la democratización general, adecuando el Estado de Derecho a un régimen social y auténticamente democrático. Esta ideología creyó probar que el despertar de la conciencia de una parte significativa de la sociedad llevada a cabo a través de los movimientos sociales, haría más justas las condiciones de la vida social y permitir descubrir la necesidad de avanzar por la historia contra la reacción de la derecha neoliberal y de democracia pactada. La sociedad boliviana siempre ha vivido bajo la represión por el dominio ejercido en sistemas políticos explotadores. Por eso, necesita descubrir cómo evolucionar e ingresar por el camino de la progresiva disminución de los medios represivos antisociales de la mano de una oposición alternativa, lucida y de políticos con ética. El progreso de la sociedad boliviana liberada del progresismo del proceso de cambio, consistirá en eliminar todos los cuerpos extraños que impidan una auténtica convivencia, tolerante, pacífica, con institucionalidad democrática, justicia y operadores probos. Los órdenes político, jurídico, económico y ético, debieran basarse en unos valores que harían innecesaria toda la parafernalia montada por la formación de unas condiciones de vida que se originan en el sistema concebido por el Socialismo del Siglo XXI, al que se añadió el submundo narco, la hipercorrupción y la impunidad.

El régimen democrático al que se desea retornar de la mano de la clase política alternativa en el 2025, -como mandato- debe redescubrir qué accionar de parte de ellos puede garantizar que al extenderse por toda la sociedad el Derecho, la Ley y la Justicia sea más justa y equitativa, que la economía funcione mejor y con mayores beneficios para todos los ciudadanos, que las conductas se adecúen más a la moral, que la cultura suponga que los individuos conozcan objetivamente la realidad y sirva mejor para el desarrollo integral de la persona, etc. En general, los tres peligros más usuales de la democracia son por un lado: puede sucumbir por su propia incapacidad para resolver los problemas en su área de actuación, por otro, que una fuerza más poderosa o más activa se imponga por encima de los demás poderes sociales y, finalmente, porque va más allá de los límites en los que se debe mover; la oposición alternativa, debe trabajar internamente y luego hacia la sociedad boliviana, para que se construyan los recaudos políticos y de participación ciudadana, construyendo un efectivo “control social y político” desde la oposición en la ALP y los partidos y referentes -no hay lideres-, que no trabajaron, y de ahí que el MAS-IPSP, se impuso electoralmente, este fenómeno no debe suceder nunca más, esta oposición, debe trabajar seriamente para darle dogma al soberano, al pueblo, a la sociedad boliviana. Deben ir a pedir votos, con algo en las manos: certidumbre.





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Herencia del puño izquierdo alzado o la decadencia de la democracia

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17.02.2024

Por: Eduardo Claure
La democracia en su transitar histórico se mueve entre dos posibilidades: por un lado, el de su posible corrupción y degradación, debido a múltiples causas, y, por otro, la probabilidad de que ingrese en el camino del progreso y del desarrollo político. Los dos casos dependen de muchos factores que han de ser contemplados examinando el propio régimen político, sin perder de vista sus posibles distorsiones que podrían abrir camino a otros planteamientos de la misma naturaleza. No hay duda que la democracia es el régimen político que mejor expresa la voluntad del cuerpo social, siendo esto incluso más importante que la buena forma de gobernar, cuando se dan las condiciones que permiten su implantación y desarrollo. Un régimen democrático será completamente efectivo cuando traslade exactamente los deseos del cuerpo social a quien ostente el ejercicio del poder y a éste se le obligue a llevarlo a cabo conforme a lo mandado por el soberano. Hoy, la democracia no ha llegado a ser el medio político para llevar a cabo los derechos del hombre boliviano y como un elemento técnico y dinámico muy importante de socialización para lograr la cohesión social para viabilizar el desarrollo. De modo imperativo, se le encomienda velar por los principios que permitan la más favorable convivencia social, que proyecte sobre la sociedad el más acertado desarrollo económico y que establezca, mantenga y acreciente un régimen más justo para perfeccionar la convivencia en posiciones distintas. Sus principios rectores son a la vez impulsores de la actividad social y la base de la convivencia que enmarcan la actividad política. Estos conceptos han sido infringidos y degradado su esencia en este periodo.
El régimen democrático, que es una forma de organización del poder, nunca ha de ser un fin, porque lo importante no es la realización democrática de la sociedad, al depender del cumplimiento de los valores fundamentales, si bien puede representar un instrumento principalísimo. El régimen democrático es, en gran parte, un procedimiento técnico que ha de nutrirse de valores, perfilándose según la idiosincrasia de cada sociedad, teniendo que ser un medio en permanente adaptación para crear mejor los lazos de convivencia política. La democracia, que es propuesta para participar en la colectividad en la vida política, se realiza conforme a los planteamientos teóricos en que debe discurrir la convivencia, la manera de gobernar y el ejercicio práctico de la........

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