Por: Eduardo Claure

Desde el 21F, los procesos electorales de 2019 y 2020 -monumental fraude de por medio- queda claro, que las bases de datos del SERECI, SEGIP, TSE y el Padrón Electoral no ha sido evaluado y testeado por una auditoría responsable que dé certidumbre a los ciudadanos que este “instrumento” -dado su valor estratégico político- está bajo manos probas. Los recientes sucesos del caso Marset y la entrega de cédulas de identidad a peces gordos del narcotráfico, pasaportes incluidos, y personal “depurado”, muestran la fragilidad de este sistema electoral “blindado”, tal cual la economía -que hace aguas por todos lados-, que tal como van las peleas intestinas del MAS-IPSP, en las que uno de los contendores azules, finalmente, detentará la jefatura partidaria, la sigla, PJ y candidatura oficial, más temprano que tarde, tendrán que armar toda una estrategia para “ganar” las elecciones nacionales del Bicentenario, dado que la gran mayoría de los ciudadanos, ahítos del fracaso del modelo económico de desarrollo del proceso de cambio que se reflejan cada día -desde hace casi una década- en la inexistencia de dólares y combustibles -para usuarios particulares y sectores productivos mientras se descubren tráfico ilegal de combustible hacia el contrabando e industrialización de cocaína- , en tanto continúa la explotación ilegal de oro y sus consecuencias medioambientales y contra pueblos indígenas, áreas protegidas avasalladas por interculturales, campesinos, empresarios y traficantes de tierras; el litio en picada, altísimos grados de corrupción en el sector público, contrabando y narcotráfico, conflictos en ciernes por una propuesta de ley para modificar la ley de pensiones con figuras inaceptables, no sólo por el sector médico, sino por otros que crecerán como bola de nieve, son signos que alimentan y alimentarán movilizaciones sociales y políticas a profundizarse en este largo periodo hacia las elecciones nacionales del 2025, mientras, aparecerán otros conflictos de diversa naturaleza que hacen prever este y el próximo año como de escalas de violencia y terrorismo de Estado in crescendo.
Este escenario, obligará al ejecutivo en la ALP y en el Chapare, a desarrollar ya no figuras distractoras comunicacionales, sino acciones judiciales y policiales contra los referentes políticos “democráticos” para apagarlos o disminuirlos, sino, eliminarlos de la pugna democrática. La ineficiencia en la administración del Estado, de la que debe hablarse de forma clara y contundente, respecto sus administradores, en todos los ámbitos de la economía, debe obligar a la “oposición alternativa” a desplegar estrategias organizativas, comunicacionales y de contacto con el pueblo, con instrumentos accesibles y simples para diferenciar sus propuestas bajo programa hacia los ciudadanos. A esto, debe acompañarse, sin duda, nuevos perfiles de liderazgo. Debe obrarse con la misma sagacidad que utilizó el MAS-IPSP, para la desaparición del dólar de la circulación existente hasta finales del 2022: desde el inicio del 2023 en reuniones de sectores rurales (evistas?), se propaló la consigna de comprar dólares, guardarlos y no cambiarlos, como una forma de proteger “sus capitales” y crear zozobra en el sector de la economía boliviana en general y del sector productivo en particular, así como todas las derivaciones en preocupación y especulación en el resto de la población con las conocidas reacciones populares frente a los precios de la canasta familiar, vestimenta, tarifas del transporte público, especulación bancaria y otros males. Los dólares están “secuestrados” en alforjas, aguayos, bajo el colchón o enterrados. Los depósitos formales, casi han desaparecido. Esta “estrategia envolvente” de efectivos resultados, debe dar ideas de trabajo político organizativo para quienes están en aprestos alternativos de campañas electorales rumbo al 2025. Deben dejar distanciamientos y hacer aproximaciones programáticas y de liderazgo probo.
El propósito de la maniobra por el fraude, en una primera instancia, será dividir y confundir al electorado, tal como está sucediendo con la aparición de nuevas agrupaciones y partidos políticos, sin duda, apadrinados por el oficialismo y tal vez el Chapare. Más adelante, será el avalar cualquier trampa electoral del oficialismo. Dicha conspiración seguirá con otros fuegos artificiales comunicacionales, inauguración de proyectos y entrega de obras, concentraciones y discursos de contenidos como que “somos el gobierno de la industrialización”; “el 30% de pobres subió a clase media”; “tenemos un mar de gas”; “recuperamos nuestro mar con soberanía, al igual que El Silala y El Lauca”; “ya inauguraremos el tren bioceánico”; “somos la reserva moral de la humanidad”; “somos de la cultura del dialogo”; “practicamos la diplomacia de los pueblos”, “el dólar está en las calles”, etc.. No debe descuidarse al eje del mal: Rusia, China e Irán que, al influjo de la guerra contra Ucrania, en acciones unísonas, han incidido más en el subcontinente y tienen fuerte influencia en Colombia, Nicaragua, Venezuela y Brasil, y cuya sintonía con la torcida “soberanía, democracia y CPE” se sentirá más en este año, especialmente el próximo, y todo este enjambre de alimañas afincarán sus acciones de organización de la Trama de Fraude Electoral para el 2025: mantenimiento del sistema informático viciado del TSE; no auditoría del Padrón Electoral; copamiento -a las buenas o, a las malas- de medios impresos y digitales (ya pasó con Página Siete y Los Tiempos) a través de los cuales montar su campaña disuasiva del candidato azul y sus voceros; tratarán de implantar un sistema electrónico de votación y eliminar la manual; harán campaña de miedo respecto a que “saben como vota el ciudadano por su capacidad de observación” y así controlar el voto de empleados públicos y otros ligados a negocios con el gobierno, por ejemplo en las FF.AA., policía, “internos” de las cárceles; aparecerán encuestas manipuladas con candidato ganador o en la delantera, siendo además estos sondeos de opinión ya reglamentadas en su autorización; el truco del fraude está en las maniobras previas -de meses- al día de votación.
La cultura política democrática se caracteriza por impulsar normas, prácticas y criterios, que impulsan la toma de decisiones fundamentales con el apoyo del mayor número posible de ciudadanos, a fin de que se haga la voluntad de esa mayoría, aunque respetando los derechos de las minorías y la consecuente protección de la pluralidad social, en la que el poder público está separado y balanceado. Esta cultura es claramente contraria al fraude electoral, en cambio la cultura política autoritaria, es aquella que mantiene criterios e interpretaciones de las normas favorables a intereses de grupos económicos cocaleros, cooperativistas mineros, “interculturales” y otros socialmente poderosos, para que los intereses parciales, prevalezcan sobre el interés general. Las nuevas tecnologías de información y comunicación, que se han extendido tanto, están a disposición de enormes contingentes de personas, han contribuido en gran medida a este avance, pero hay que advertir que también estas tecnologías han servido y servirán para la planeación de nuevas formas de fraude. Por ejemplo, existe confianza en los resultados del censo o es que aquella base de datos y sus sistemas informáticos conectados a las tabletas y celulares de empadronadores, supervisores, jefes municipales y/o provinciales y departamentales, será que están en una “nube” bajo dominio discrecional de algún servidor externo, o, será que están conectadas a una “nube proba”.? Recuérdese denuncias de la ex vocal del TSE, Rosario Baptista Canedo. Oposición alternativa a despabilarse y avíspense. Por ejemplo: debe trabajarse muchísimo en el “control electoral en mesa”, para que actúen con dureza, rigidez e inflexibilidad democrática ese día y la recuperación de actas de escrutinio sean “recuperadas”, no sea que, el TSE cambie a su capricho su reglamento.

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Trama de fraude electoral para el 2025 en marcha.?

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25.02.2024

Por: Eduardo Claure

Desde el 21F, los procesos electorales de 2019 y 2020 -monumental fraude de por medio- queda claro, que las bases de datos del SERECI, SEGIP, TSE y el Padrón Electoral no ha sido evaluado y testeado por una auditoría responsable que dé certidumbre a los ciudadanos que este “instrumento” -dado su valor estratégico político- está bajo manos probas. Los recientes sucesos del caso Marset y la entrega de cédulas de identidad a peces gordos del narcotráfico, pasaportes incluidos, y personal “depurado”, muestran la fragilidad de este sistema electoral “blindado”, tal cual la economía -que hace aguas por todos lados-, que tal como van las peleas intestinas del MAS-IPSP, en las que uno de los contendores azules, finalmente, detentará la jefatura partidaria, la sigla, PJ y candidatura oficial, más temprano que tarde, tendrán que armar toda una estrategia para “ganar” las elecciones nacionales del Bicentenario, dado que la gran mayoría de los ciudadanos, ahítos del fracaso del modelo económico de desarrollo del proceso de cambio que se reflejan cada día -desde hace casi una década- en la inexistencia de dólares y combustibles -para usuarios particulares y sectores productivos mientras se descubren tráfico ilegal de combustible hacia el contrabando e industrialización de cocaína- , en tanto continúa la explotación ilegal de oro y sus consecuencias medioambientales y contra pueblos indígenas, áreas protegidas avasalladas por interculturales, campesinos, empresarios y traficantes de tierras; el litio en picada, altísimos grados de corrupción en el sector público, contrabando y narcotráfico, conflictos en ciernes por una propuesta de ley para modificar la ley de pensiones con figuras inaceptables, no sólo por el sector médico, sino por otros que crecerán como bola de nieve, son signos que alimentan y alimentarán movilizaciones sociales y políticas a profundizarse en este largo periodo hacia las elecciones nacionales del 2025, mientras, aparecerán otros conflictos de........

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