Periodista

fgutierrez@editoraperu.com.pe

A César lo caracterizaba su singularidad. Esta no solo se expresaba en su elevada estatura, colindante con los dos metros de altura, sino principalmente en la música de los proyectos que desarrolló durante casi cuatro décadas (los grupos Éxodo, Combustible y El Cabaret Fragor). Siempre vinculados con el rock subterráneo limeño, estos no se plegaban a los formatos del punk y el hardcore allí predominantes, sino que se refugiaban en el rocabilly; estilo que fue materia prima del rocanrol primigenio, parido en la década del 50.

Perpetuamente enamorado del sonido y la estética de aquel entonces (nunca se separó de su ropa de cuero, y no paró hasta conseguir una guitarra Gretsch, como la del pionero estadounidense Eddie Cochran), César exhibía su pasión ante audiencias acostumbradas a otras sonoridades, subyugándolas con su energía y obstinación. Sus letras reflejaban ideales y frustraciones juveniles, pero también las vivencias y miserias propias de los habitantes de la capital, usando un lenguaje netamente limeño y coloquial. Criollo, podríamos decir.

Legendarias –por lo prolongadas y meticulosas– eran las pruebas de sonido previas a sus presentaciones. Algunas de estas se convertían en una batalla entre su perfeccionismo y la precariedad logística inherente a la escena roquera subterránea; pero cuando sus esfuerzos encontraban terreno fértil, los resultados sonoros reflejaban a cabalidad su espíritu rocanrolero. Sobre esa base, su talento encontraba espacio para también expresar mensajes y posiciones contestatarias. Estas nunca dejaron de manifestarse, tanto sobre los escenarios como en marchas y manifestaciones a favor de justas reivindicaciones y en contra de quienes oscurecen los centros de poder. El último tema que dio a conocer –”La vereda y la vida”– da cuenta de ello, cuestionando la hasta ahora vigente impunidad frente a la muerte de medio centenar de compatriotas el año pasado.

A comienzos de este siglo, y en medio de la confusión y la redefinición de paradigmas, César apeló a la solidaridad que caracterizó al primer brote del rock subterráneo, promoviendo la formación de colectivos musicales autogestionados, como La Mano y El Rock Liberado. Estos también fueron una respuesta a su percepción de sentirse marginado.

Con 56 años recién cumplidos, César nos dejó. Preparaba el lanzamiento de nuevas grabaciones y gestionaba presentaciones sucedáneas a aquella que realizó en enero en Lima y que, al parecer, le reportó gran satisfacción. Descansa en paz, amigo.

QOSHE - César N: De tripas rocanrol - Fidel Gutiérrez
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César N: De tripas rocanrol

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24.03.2024

Periodista

fgutierrez@editoraperu.com.pe

A César lo caracterizaba su singularidad. Esta no solo se expresaba en su elevada estatura, colindante con los dos metros de altura, sino principalmente en la música de los proyectos que desarrolló durante casi cuatro décadas (los grupos Éxodo, Combustible y El Cabaret Fragor). Siempre vinculados con el rock subterráneo limeño, estos no se plegaban a los formatos del punk y el hardcore allí predominantes, sino que se refugiaban en el rocabilly; estilo que fue materia prima del rocanrol primigenio, parido en la década del 50.

Perpetuamente enamorado del sonido y la estética de aquel........

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