Una de las secciones que me corresponde escribir en EL TABLOIDE es La Pizarra, compuesta por dos columnas de noticias de interés general y una foto denuncia y cada semana que la entrego a edición me siento como corcho en remolino, pues casi siempre tiene que ver con huecos históricos, carros y motos atravesados en los andenes, basuras arrojadas en cualquier parte de la ciudad o semovientes que van y vienen por las calles de Tuluá y los municipios de la región.

Esa sensación que me produce la citada sección me lleva a pensar que la Villa de Céspedes está urgida de una campaña real y efectiva de cultura ciudadana que nos cambie el chip y ante todo haga florecer eso que algunos llaman sentido de pertenencia.

Esa campaña debe ser diseñada y llevada al Plan de Desarrollo no como el aparte de una línea de acción, sino como un programa que tenga transver-salidad con las secretarías de despacho e institutos descentralizados y que en su ejecución involucre a la academia, a los estudiantes desde pre jardín hasta los grados superiores, entidades ambientales, juntas comunales, la iglesia en toda su extensión y ciudadanía en general. Obviamente, debe tener un robusto rubro presupuestal.

La cultura ciudadana no puede seguir viéndose como la “campañita” para poner manillas, mostrar pasacalles en los semafóros con llamativos mensajes, pues todo termina en entregar el contrato a una fundación o a un amigo X para pagar favores políticos y en pocos días no queda ni el recuerdo y los efectos son nulos.

Continuar en esa dinámica será quemar pólvora en gallinazo y seguramente en unos años el tema de La Pizarra seguirá siendo el mismo, pues para que haya una nueva cultura ciudadana, necesariamente hay que intervenir el ser desde su origen y eso involucra a la familia y la escuela como primeros pilares de construcción social.

PD. El 20 de febrero la tierra reclamó a Alexánder Torres Candelo. Los dos iniciamos juntos este camino de los medios de comunicación. Una voz explosiva y una alegría sinigual. Se le va extrañar.