Lo único bueno de los cortes de agua es que por fin hay algo de qué hablar con los extraños. En su afán por evitar silencios incómodos, aquellos que no se conocen son capaces de conversar de lo que sea, especialmente del clima: si llovió, si está seco, si hace frío, si el sol quema.

Nunca lo he entendido y es desesperante, ¿no pueden quedarse callados y ya? Pasa especialmente con algunos taxistas, que apenas reciben al cliente en su carro se vuelven el Ideam y la Secretaría de Movilidad en simultánea, haciendo del viaje una tortura. Yo, la verdad, prefiero un taxímetro adulterado que un taxista conversador.

Ya en serio, lo del racionamiento ha dado para todo, desde anuncios que generan pavor como que se vienen posibles cortes de luz y agua hasta por un año hasta chistes pendejos como que hay que bañarse en pareja y retos virales de ducharse en menos de dos minutos. Esto es como el covid, que empezó siendo un encierro de dos semanas en medio de risas y acabó en un confinamiento de casi un año con importantes daños a la economía y la salud mental de las personas.

El asunto acá es que es incomprable que Colombia sea el tercer país con más agua del mundo y esté sufriendo de escasez. Esto no es culpa de la falta de lluvias, sino de la nula capacidad de previsión: desde hace décadas se llevan registros y se sabe que cada cinco años viene el fenómeno de El Niño, y ni así hemos sido capaces de prepararnos. Si fuéramos un país con estaciones, en cada invierno saldrían las autoridades a decir: “Bueno, mi gente, de diciembre a marzo no vamos a comer porque no se pueden cultivar alimentos”.

No es que no haya agua, es que la botamos en vez de almacenarla para momentos como este. Colombia es millonaria, la Jeff Bezos de los recursos hídricos, lo que pasa es que no tenemos capacidad de ahorro, y no me refiero a los niveles de consumo, que en efecto son altos. Volviendo al dueño de Amazon, es como si este tuviera diez cuartos llenos de billetes (que los tiene y hasta más) y pretendiera que le cupieran todos en el bolsillo derecho del pantalón. ¿Saldría usted a participar en una colecta para el pobre de Bezos porque se quedó sin plata por no saber administrarla? Exacto.

Por eso no creo en campañas de ahorro de agua, porque esto no es un tema de estrechez sino de ineptitud. Y como suele pasar, los políticos le pasan al usuario final la responsabilidad de sus malas decisiones administrativas, por eso salen con cortes y pedidos de ahorro, porque son incapaces de resolver. Y es cierto que la Tierra no está obligada a darnos agua, su única obligación es girar alrededor del Sol, pero también es cierto que podríamos utilizar sus recursos, en especial si nos sobran, sin reventarla.

Yo estoy cansado de sentirme culpable cada vez que abro el grifo o suelto el inodoro, así como estoy cansado de sentir que si no compro bolsa de tela en el supermercado estoy destruyendo el planeta. Al carajo el Gobierno y al carajo el supermercado de la esquina, ambos manipuladores. Y si tiene que pasar que nos morimos de sed, que pase: un favor le hacemos al mundo extinguiéndonos, especialmente si somos colombianos.

Y no creo estar exagerando, que ahora se ha armado una especie de ‘Policía del agua’, escuadrones paramilitares espontáneos que fiscalizan quién gasta de más. Pasó con un par de vecinos que se agarraron a golpes porque a uno le dio por lavar el carro, y con otros ciudadanos que denunciaron que en una academia de tenis regaban sus canchas.

No deja de ser triste nuestra incapacidad de administrar algo que nos sobra, al punto de que ahora es noticia nacional si llueve. Es que nos pasamos la vida rogando por aguaceros o pidiendo que paren en invierno porque, una vez más, el país se inundó. Rezarle al cielo por agua como lo hacían los mayas hace mil años, esa es nuestra política hídrica.

QOSHE - Rezarle al cielo - Adolfo Zableh Durán
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Rezarle al cielo

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20.04.2024

Lo único bueno de los cortes de agua es que por fin hay algo de qué hablar con los extraños. En su afán por evitar silencios incómodos, aquellos que no se conocen son capaces de conversar de lo que sea, especialmente del clima: si llovió, si está seco, si hace frío, si el sol quema.

Nunca lo he entendido y es desesperante, ¿no pueden quedarse callados y ya? Pasa especialmente con algunos taxistas, que apenas reciben al cliente en su carro se vuelven el Ideam y la Secretaría de Movilidad en simultánea, haciendo del viaje una tortura. Yo, la verdad, prefiero un taxímetro adulterado que un taxista conversador.

Ya en serio, lo del racionamiento ha dado para todo, desde anuncios que generan pavor como que se vienen posibles cortes de luz y agua hasta por un año hasta chistes pendejos como que hay que bañarse en pareja y retos virales de ducharse en menos de dos minutos. Esto es como el covid, que empezó siendo un encierro de dos semanas en medio de........

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