Todo está jodido, parece. Y no quiero politizar esta columna ni decir que todo lo malo que nos pasa es por culpa de Petro mientras que lo bueno ocurre gracias a Dios. Usted verá si culpa de sus males (si los tiene) al Gobierno, al mercado, a su jefe o a la competencia; el punto es que la vaina pinta difícil.

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Habla uno con constructores, y los negocios están quietos. Los medios, en la quiebra y despidiendo gente, muchos sobreviviendo gracias a que sus propietarios son empresarios que hacen dinero en otras áreas; las editoriales, luchando por sobrevivir, cortando anticipos, que es de lo que viven (vivimos) los escritores. Mucho premio Simón Bolívar esta semana, mucha gala, mucha pompa y mucho diploma, pero, salvo ser influencer, vivir de hacer contenido es cada vez más una mierda.

Dicen que hay estanflación, un término que mezcla dos de las cosas que más le dan miedo a la gente cuando del bolsillo se trata: estancamiento de la economía y una constante alza de precios. Y si a eso se le suma un alto desempleo, el banquete del colapso está servido.

En mi caso me parece muy agotador trabajar para sobrevivir. No trabajar en sí, que puede ser una delicia si nos dedicamos a lo que nos gusta, sino hacerlo para no morirse de hambre.

Tengo uno que otro amigo que sigue progresando, y bien por ellos, pero para el resto la regla es estar preocupado. Ya sea por gusto, costumbre o porque es su realidad, las personas se quejan por la constante apretada de cinturón, preguntándose cuánto más van a aguantar. Hay quien afirma que no estábamos así desde finales del gobierno Samper, comienzos del de Pastrana, veinticinco años atrás, y hemos llegado al punto en que incluso aquellos que todavía están bien han empezado a temer, preguntándose cuándo les tocaran a ellos las vacas flacas.

Tal vez esté exagerando, o me estoy juntando con la gente que no toca y hay una gran porción de la población que está boyante y que no entiende mis palabras, pero en mi caso me parece muy agotador trabajar para sobrevivir. No trabajar en sí, que puede ser una delicia si nos dedicamos a lo que nos gusta, sino hacerlo para no morirse de hambre, buscar proyectos y nuevas oportunidades no para sacarla del estadio y poder relajarse un poco, sino para llegar a fin de año, a veces incluso a fin de mes. Es duro, aunque no hay que quejarse demasiado, que así es la vida y a todos nos toca salir de caza, unos con más éxito que otros.

Un banco sacó recientemente un estudio que afirma que los colombianos hemos mutado nuestros hábitos de consumo y que nuestro dinero se está yendo hacia compras de corto plazo, mientras que las de largo plazo han sufrido una caída significativa. Esto quiere decir que preferimos ir a un restaurante, a un bar o salir de viaje que comprar una casa o un carro. Y no es que lo prefiramos, es que, si todo está carísimo y la plata cada vez alcanza para menos, los consumos de corto plazo son más bien un consuelo: si no podemos comprar apartamento propio, entonces al menos nos vemos una película con perro y crispetas, nos regalamos una buena comida o pasamos una semana en la playa. Todo mientras miramos cómo completamos para el próximo arriendo.

Otro estudio, esta vez de Harvard, afirma que una persona necesita ganar seis mil dólares al mes para ser feliz y que todo lo demás es extra. Si criollizamos la cifra, podríamos hablar de seis millones de pesos, setenta y dos al año. Suena a poco, una cifra razonable, pero busque usted cómo ganarse eso, le toca salir a la calle con el cuchillo en la boca para llegar a esa cifra.

Aunque me salgan bien este tipo de ideas pesimistas, no me gusta escribir sobre ellas; más bien prefiero pensar que todo es un tema de percepción y que solo estoy enfocándome desde un lado equivocado. Es posible que la economía esté sana y yo solo tenga ganas de quejarme. Sí, es eso: la situación no está tan difícil como la pinto, sino que me volví viejo antes de tiempo y me empecé a llenar de miedo.

ADOLFO ZABLEH DURÁN

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Todo está jodido

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18.11.2023

Todo está jodido, parece. Y no quiero politizar esta columna ni decir que todo lo malo que nos pasa es por culpa de Petro mientras que lo bueno ocurre gracias a Dios. Usted verá si culpa de sus males (si los tiene) al Gobierno, al mercado, a su jefe o a la competencia; el punto es que la vaina pinta difícil.

(También le puede interesar: Dios es colombiano)

Habla uno con constructores, y los negocios están quietos. Los medios, en la quiebra y despidiendo gente, muchos sobreviviendo gracias a que sus propietarios son empresarios que hacen dinero en otras áreas; las editoriales, luchando por sobrevivir, cortando anticipos, que es de lo que viven (vivimos) los escritores. Mucho premio Simón Bolívar esta semana, mucha gala, mucha pompa y mucho diploma, pero, salvo ser influencer, vivir de hacer contenido es cada vez más una mierda.

Dicen que hay estanflación, un término que mezcla dos de las cosas que más le dan miedo a la gente cuando del bolsillo se trata: estancamiento de la economía y una constante........

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