Celebramos los 100 años de la aparición de La vorágine, novela que además de su inmenso valor literario y social cobra hoy mayor vigencia, esta vez en el terreno ambiental por tratarse de un canto a la selva amazónica, hacia la que miramos esperanzados y angustiados todos los habitantes del planeta por tratarse de la mayor fábrica purificadora del aire que respiramos. José Eustasio Rivera nació en San Mateo-Rivera, Huila, en 1888 e hizo sus primeros estudios en una escuela que dirigían los Hermanos Maristas. Neiva lo honra como su hijo predilecto, y el principal auditorio de conferencias de la ciudad se denomina Los Potros en honor a este soneto que forma parte de Tierra de promisión. El soneto ganó alguna vez como el más bello poema de la literatura colombiana.

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En 1974 se celebraron en Madrid los 50 años de La vorágine, en el Ateneo, la más prestigiosa sala cultural de España, a la que solo tenían acceso como conferenciantes premios Nobel y personajes de gran renombre español e internacional. El embajador Álvaro Lloreda, confiado en mis apariciones en los principales programas de televisión de España, propuso mi nombre, y como era de esperase le contestaron del Ateneo que yo “no daba la medida”. El asunto se arregló cuando intervino el entonces príncipe Juan Carlos de Borbón, que al año siguiente sería coronado como rey y que ha dado pruebas de su gran amistad con Colombia. La novelista Marta Portal, encargada del aula de literatura hispanoamericana del Ateneo, me dijo que las dos condiciones que yo debía cumplir eran: conferencia de máximo 45 minutos, porque Sus Altezas tenían otro compromiso al que no podían faltar, y presentarme con corbata. Sin chistar me presenté sin corbata. Hubo problema, pero se arregló a regañadientes. Entré sin corbata.

A mi conferencia sobre La vorágine, a la que la prensa madrileña hizo eco, asistieron los príncipes Juan Carlos y Sofía; don Carlos Arias, nombrado presidente de gobierno por Franco, ya que la Eta había asesinado al almirante Carrero Blanco, que iba a ser el sucesor del Caudillo; Dámaso Alonso, poeta y director de la Real Academia Española; todo el cuerpo diplomático latinoamericano y de otros países, y un público muy selecto.

En el momento de mayor emoción del texto, di por terminada la conferencia y el príncipe Juan Carlos se levantó de su asiento y dijo que continuara.

Hablé de la novela, de su autor, de los crímenes de las caucherías, de la selva que tanto conozco, de sus tribus indígenas, recité largos textos del libro que me sé de memoria y hábilmente dejé para el final, cuando se cumplían los 45 minutos, la recitación del pasaje que narra cómo las tambochas devoraron a los compañeros de Clemente Silva. En el momento de mayor emoción del texto, di por terminada la conferencia y el príncipe Juan Carlos se levantó de su asiento y dijo que continuara. Terminé, pues, la recitación de memoria del pasaje de las tambochas, que dura 18 minutos, y seguí... Hablé durante dos horas y al cabo de ellas di por terminada la conferencia. Al coctel que siguió se quedaron los príncipes, y Juan Carlos al levantar la copa dijo: “Es la conferencia más emocionante que he oído”. Felipe Lleras Camargo escribió una página entera en el periódico ABC sobre mi conferencia y tituló: ‘Perennidad de una obra’.

En Orocué tienen un interesante museo con recuerdos del novelista, que en este pueblo del Casanare escribió apartes de La vorágine, y muestran a los visitantes el retoño del árbol a cuya sombra, a orillas del río Meta, se sentaba el escritor.

He comprobado con tristeza que profesionales pasados por aulas universitarias e incluso jóvenes profesores de literatura al preguntarles por La vorágine manifiestan total desconocimiento. Tarea para este año: leer con emoción La vorágine.

ANDRÉS HURTADO GARCÍA

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‘La vorágine’, bella y emocionante

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17.01.2024

Celebramos los 100 años de la aparición de La vorágine, novela que además de su inmenso valor literario y social cobra hoy mayor vigencia, esta vez en el terreno ambiental por tratarse de un canto a la selva amazónica, hacia la que miramos esperanzados y angustiados todos los habitantes del planeta por tratarse de la mayor fábrica purificadora del aire que respiramos. José Eustasio Rivera nació en San Mateo-Rivera, Huila, en 1888 e hizo sus primeros estudios en una escuela que dirigían los Hermanos Maristas. Neiva lo honra como su hijo predilecto, y el principal auditorio de conferencias de la ciudad se denomina Los Potros en honor a este soneto que forma parte de Tierra de promisión. El soneto ganó alguna vez como el más bello poema de la literatura colombiana.

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En 1974 se celebraron en Madrid los 50 años de La vorágine, en el Ateneo, la más prestigiosa sala cultural de España, a la que solo........

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