Cuando se capturan criminales las cámaras de las noticias hacen un esfumado de su rostro y de esta manera no podemos identificarlos, pero las víctimas sí se muestran completas, exponiéndolas a posibles retaliaciones.

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¿Algún tipo de profundo respeto al criminal en Colombia? Se cumplieron 30 años de la muerte de Escobar, rey de reyes del crimen, recibió todo tipo de homenajes, y los medios exhibieron sus más feroces crímenes. Su casa en Medellín se vuelve “Museo de Escobar”, y su hermano el ‘Osito’ la gestiona como atractivo cultural y turístico.

Luego nos llegó extraditado desde USA el Sr. Mancuso, rey del paramilitarismo, con miles de crímenes confesos, y se lo recibió como el salvador que “trae la verdad”; la palabra del criminal dando fe... El Presidente ha dicho que puso fecha de cese del fuego con el Eln, pero estos lo contradicen: terminamos comprobando que la cruel guerrilla tenía la verdad.

En nuestras cárceles hay zonas VIP para algunos detenidos que disfrutan de comodidades hoteleras que incluyen celulares y convierten la prisión en oficina de comunicaciones desde donde amenazan y extorsionan; han confesado que las cárceles son su territorio en el que se sienten más seguros y a sus anchas. Delegados del Gobierno visitaron las cárceles para hablar con criminales sobre asuntos políticos y de paz, constituyéndose en grupo de opinión que merece respeto.

Grupos en armas, hoy senadores, se muestran ante las cámaras como representantes de la verdad y la paz, por “el bien de la nación”, pero cometieron todo tipo de fechorías aún sin castigo; hay solemnidad en sus discursos, creen en lo que hicieron y no negocian, pues la verdad está de su lado. Nuestro Presidente es campeón en elucubrar sobre cosas que no son, fantasea sobre lo irreal y queda a la vista la pregunta: ¿dónde está la palabra verdadera? Al parecer, en los criminales.

Las series de TV sobre carteles y matones están entre las preferidas por nuestra audiencia nacional. Un alto funcionario del Gobierno se hizo famoso –y al aparecer rico– por su guion de Sin tetas no hay paraíso. La JEP en Colombia ha fallado las más de las veces en favor de los victimarios; las víctimas se quejan sin mayor eco. El entorno del gobierno actual lo revela: se pacta con criminales, se les paga por no mata... se les pide perdón por ser entrampados... son la realeza de la sociedad. Los narcotraficantes son nuestros reyes y por eso nos les sometemos y los queremos.

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