A mi abuelo le encantaba contar una anécdota de cuando mi hermano Rodrigo tenía siete años. A los nietos nos gustaba ir a dormir a la casa de los abuelos los fines de semana. Un día mi abuelo se levantó muy temprano, y ya Rodrigo estaba despierto.

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“Son las seis de la mañana, ¿por qué madrugas tanto?”, le preguntó mi abuelo.
“Porque me fascina vivir”, contestó Rodrigo sin pensarlo.

A esa hora de la mañana, él ya estaba sentado en una poltrona de la biblioteca con un libro en su regazo. Y esa frase, esa potente máxima parece haber definido la existencia de mi hermano desde entonces: un amante de la vida que supo vivir plenamente. Gran lector desde chiquito, amante de la literatura y poeta de adolescente. A mis padres les escribía versos en los cumpleaños. Los escribía en cartón negro con lápiz de color blanco, o en hojas blancas con los bordes quemados que parecían papiros antiguos.

Desde que tengo recuerdo andaba siempre enterado del acontecer internacional. Tenía un pequeño radio en el que escuchaba noticias desde temprano, tal como lo hacía nuestro abuelo periodista. Pasó de la academia al sector público y de ahí al periodismo, y de esas ocupaciones el periodismo fue su gran amor. Lo ejerció con libertad, rigor y responsabilidad. Sus análisis siempre fueron certeros y ponderados. Nuestras sobremesas en familia estaban llenas de interesantes discusiones que él lideraba.

Corrió miles de kilómetros como maratonista en diversos destinos, y como todo lo que hacía, también ahí se entregaba con disciplina y entusiasmo. Era el más amoroso, generoso, y con un sentido del humor inteligente que desarmaba a cualquiera. Los hermanos siempre contamos con sus consejos y su visión práctica ante la vida. Al mismo tiempo siempre hubo espacio para reírnos, bailar, cantar y, sobre todo, burlarnos de nosotros mismos. Fue el mejor hijo, hermano, tío, y el papá y abuelo más enamorado de sus hijos y nietas.

Vivió los últimos cinco años con un diagnóstico de salud difícil, y aunque lo limitó en algunas áreas, no le quitó las ganas de vivir. Siguió escribiendo todas las semanas; si no pudo correr más, entonces optó por caminar. Tuvo la inteligencia de enfocarse no en lo que no podía hacer, sino en todo lo que sí podía. Nunca se quejó y enfrentó la enfermedad con una entereza admirable y con su buen humor de siempre. Se fue en paz, sin hacer ruido, sin molestar a nadie, con total dignidad. Porque, tal como dijo aquella vez cuando era niño, a él le fascinaba vivir.

DIANA PARDO
X: @Diana_pardo

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Porque me fascina vivir

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22.02.2024

A mi abuelo le encantaba contar una anécdota de cuando mi hermano Rodrigo tenía siete años. A los nietos nos gustaba ir a dormir a la casa de los abuelos los fines de semana. Un día mi abuelo se levantó muy temprano, y ya Rodrigo estaba despierto.

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“Son las seis de la mañana, ¿por qué madrugas tanto?”, le preguntó mi abuelo.
“Porque me fascina vivir”, contestó Rodrigo sin pensarlo.

A esa hora de la mañana, él ya estaba sentado en una poltrona de la biblioteca con un libro en su regazo. Y esa frase, esa potente máxima parece haber definido la existencia de mi hermano desde........

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