Algunos países suelen contar con documentos representativos de sus aspiraciones nacionales, que sirven de hoja de ruta. Arraigados en la mentalidad colectiva a través de sus sistemas educativos y sus ecos en la prensa y casas editoriales, tales documentos forman parte del debate de opinión que regresa a ellos con especial interés en momentos de crisis.

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En Estados Unidos, por ejemplo, se destacan por lo menos los “papeles” de El Federalista, como se conoce la colección de artículos escritos por Alexander Hamilton, James Madison y John Jay durante el proceso de ratificación de la Constitución norteamericana. La misma Constitución, por supuesto, ha sido allí un documento histórico fundamental y emblemático.

En Colombia no faltan documentos que podrían cumplir función similar.
Algunos lo han hecho de tiempo en tiempo. Pero los ritmos atropelladores con los que marcha nuestra historia han impedido quizás que logren anclarse en la memoria social. Importantes iniciativas, gubernamentales y privadas, han impulsado valiosas colecciones editoriales que formarían una especie de “biblioteca de la nacionalidad”. Sin embargo, su impacto duradero parece mínimo, en parte por el abandono de la historia en nuestro sistema educativo.

Si tuviera que seleccionar uno de tales documentos, sugeriría Idola Fori, de Carlos Arturo Torres (1868-1911), publicado por primera vez en 1909, un libro al que regreso con frecuencia en estas columnas.

Su título es llamativo por lo exótico. Su edición original trataba de hacerlo más popular con un subtítulo: ‘Ensayo sobre las supersticiones políticas’. Torres abrió el libro explicando su sentido: los “Ídolos del Foro” hacían referencia a las ideas que continuaban “imperando en el espíritu después de que una crítica racional ha demostrado su falsedad”.

Lo que podría parecer a primera vista un razonamiento abstracto estaba no obstante basado en una dolorosa realidad. Idola Fori fue la respuesta de Torres a la tragedia de la guerra de los Mil Días (1899-1902), causada por el sectarismo político, un fenómeno aún tan mortífero como inexplicable. Su texto conserva plena actualidad, sobre todo en su mensaje contra los fanatismos de cualquier color.

Torres fue un genuino liberal de sus tiempos que, como miembro del ala pacifista de su partido, se opuso al llamado a las armas que desembocó en aquella cruenta contienda, tan desastrosa para los destinos nacionales. Nacido en Santa Rosa de Viterbo (Boyacá), su vida transcurrió entre sus tareas literarias, docentes, periodísticas y políticas. Escribió Idola Fori mientras se despeñaba como cónsul de Colombia en Liverpool, donde se encontraba desde 1905.

Torres advirtió sobre dos tipos de fanatismos, alimentados respectivamente por los cultos a las masas y a los hombres providenciales. A unos y otros había que anteponer el culto impersonal a la ley.

Hacia el futuro es el título de su último capítulo. Allí trazó con claridad su fe en las transformaciones del progreso, siempre “el resultado de la crítica libre e ilimitada”. Contra el progreso se levantan los “revolucionarios” (cuyos actos violentos lo retardan) y los “reaccionarios” (que en “vano” tratan de impedir “transformaciones necesarias)”.
Tener fe en el progreso significa creer “en la aptitud humana de la modificación para la perfectibilidad”. Ello exige “conciliación y concordancia”. Habría que arrancar, según Torres, “toda semilla de odio, porque el odio es consubstancialmente infecundo y devastador”. Y después de arrancar el odio, “precisa sembrar”.

Revisar textos como el de Torres no es, pues, regresar al pasado. Es una de las mejores formas de asegurar el porvenir.

QOSHE - ‘Hacia el futuro’ - Eduardo Posada Carbó
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‘Hacia el futuro’

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19.04.2024

Algunos países suelen contar con documentos representativos de sus aspiraciones nacionales, que sirven de hoja de ruta. Arraigados en la mentalidad colectiva a través de sus sistemas educativos y sus ecos en la prensa y casas editoriales, tales documentos forman parte del debate de opinión que regresa a ellos con especial interés en momentos de crisis.

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En Estados Unidos, por ejemplo, se destacan por lo menos los “papeles” de El Federalista, como se conoce la colección de artículos escritos por Alexander Hamilton, James Madison y John Jay durante el proceso de ratificación de la Constitución norteamericana. La misma Constitución, por supuesto, ha sido allí un documento histórico fundamental y emblemático.

En Colombia no faltan documentos que podrían cumplir función similar.
Algunos lo han hecho de tiempo en tiempo. Pero los ritmos atropelladores con los........

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