Fue lo que llaman “aplastante victoria”: Bukele, reelegido como presidente de El Salvador, al parecer con el apoyo de más del 80 por ciento del electorado.

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Maduro ha gobernado Venezuela durante una década –heredero del régimen instalado desde 1999 por Chávez, quien hizo de la reelección presidencial consecutiva la institución central que perpetúa el sistema–. No se sabe si Maduro será candidato presidencial este año, pero ya ha advertido: “Vamos a ganar por las buenas o por las malas”.

Este es el cuadro bien claro: dos campos que se reclaman opuestos (derecha e izquierda) convergen en sus formas de concebir el poder. ¿Diferencias ideológicas? Frente al mecanismo reelectoral, Bukele y Maduro comparten vocaciones.

A primera vista, la reelección presidencial consecutiva sería una característica latinoamericana, con la que se identificaría la cultura política de la región. Una mirada sobre nuestra historia sugeriría otras lecturas.

En Latinoamérica, la tradición constitucional ha sido contraria a la reelección consecutiva. Algo que se olvidó durante las democratizaciones de la tercera ola

La alternancia presidencial fue una temprana invención constitucional hispanoamericana.

En 1824, la Constitución de México consignó que “el presidente no podrá ser reelegido para este encargo sino al cuarto año de haber cesado en sus funciones”. Algo similar hizo la Nueva Granada, en respuesta a la dictadura de Bolívar. Chile adoptó la reelección consecutiva en 1833, limitada a un segundo período.

Importa reconocer esta contribución latinoamericana en la que era época experimental para estas repúblicas.

Dicha contribución se ignora y menosprecia. En parte porque se supone que la región simplemente copió de Estados Unidos su sistema presidencial. Falso supuesto, que se descubre con la innovación institucional latinoamericana de la alternancia.

En sus orígenes, la Constitución estadounidense no prohibía la reelección. Con Washington se inició tanto la práctica reelectoral como la tradición de solo hacerlo por un segundo período. La prohibición constitucional de un tercer período se introdujo tras la segunda reelección consecutiva de Franklin Roosevelt (1933-1945), con la enmienda 22, efectiva en 1951. Todavía permite la segunda: he ahí el panorama electoral del 2024.

Si hubo copia, la copia se distinguió desde temprano del original.

La práctica latinoamericana de la alternancia en el siglo XIX se tropezó con serios problemas, por las mismas dificultades de consolidar lo que era experimento global. En los casos en que la reelección se impuso no fue porque se la concibiera como aspiración democrática. Por el contrario, quienes la impusieron (Porfirio Díaz en México) lo hicieron en contravía de sus banderas antirreelectorales, con claras manifestaciones autoritarias.

La dolorosa experiencia de la revolución mexicana condujo allí a la prohibición absoluta de la reelección presidencial, mientras otros países del continente la siguieron permitiendo tras un descanso de cuatro años.

La posibilidad de la reelección consecutiva perpetua ha sido una institución propia de los sistemas parlamentarios europeos, no de los presidencialismos americanos. En Latinoamérica, la tradición constitucional ha sido contraria a la reelección consecutiva. Algo que se olvidó durante las democratizaciones de la tercera ola, y que hoy juega en favor de los Bukeles y Maduros que aspiran a mandar para siempre.

EDUARDO POSADA CARBÓ

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De Bukeles y Maduros

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09.02.2024

Fue lo que llaman “aplastante victoria”: Bukele, reelegido como presidente de El Salvador, al parecer con el apoyo de más del 80 por ciento del electorado.

(También le puede interesar: Reelección y crisis)

Maduro ha gobernado Venezuela durante una década –heredero del régimen instalado desde 1999 por Chávez, quien hizo de la reelección presidencial consecutiva la institución central que perpetúa el sistema–. No se sabe si Maduro será candidato presidencial este año, pero ya ha advertido: “Vamos a ganar por las buenas o por las malas”.

Este es el cuadro bien claro: dos campos que se reclaman opuestos (derecha e izquierda) convergen en sus formas de concebir el poder. ¿Diferencias ideológicas? Frente al mecanismo reelectoral, Bukele y Maduro comparten vocaciones.

A primera vista, la reelección presidencial consecutiva sería una característica latinoamericana, con la........

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