Es quizás la definición más lúcida que conozco de la democracia: gobierno de tiempo limitado (“government pro tempore”).

(También le puede interesar: Tiranía del trino)

La cita es de Juan Linz (1926-2013), el profesor de la Universidad de Yale cuya obra contribuyó de manera notable al entendimiento de las democracias en todas sus facetas: caídas, recuperaciones, desenvolvimientos. Sus reflexiones sobre el “tiempo” en las democracias aparecieron en 1988, un texto al que regreso con alguna frecuencia y que conserva relevancia (International Political Science Review, 19:1). Linz ofrece ante todo un marco para pensar el problema.

Su propósito es abrir preguntas, en vez de ofrecer respuestas, aunque no adopta una posición neutral. Está pensado sobre las premisas del parlamentarismo –sistema que Linz consideraba con mayores ventajas que el presidencialismo–.

El sentido de la definición linziana de la democracia se aprecia con mayor claridad al contrastarla con las autocracias: gobiernos sin amarres temporales, de horizontes eternos donde paradójicamente “el futuro desaparece y el único horizonte es el presente”. Las “transiciones” llevan consigo sus concepciones del “tiempo”. Así ocurre con las revoluciones.

La preocupación central de Linz es con la democracia.

En el momento de escribir su ensayo, Linz consideraba que los teóricos de la democracia no se habían ocupado como debían de su dimensión temporal, a pesar de ser su “característica esencial”. Casi cuatro décadas después, la invitación de Linz para entender mejor los dilemas que el “tiempo” impone a las democracias sigue esperando, creo, mayores atenciones.

La sostenibilidad democrática exige que líderes políticos, ciudadanos, y analistas aprecien mucho mejor los valores, y significado, de las limitaciones temporales que definen las democracias.

Que algunos líderes políticos ignoren el factor “tiempo” en democracia no debe sorprender. El poder gubernamental engolosina, resultado de la condición humana. En la oposición, sobrevienen a veces el desespero y la impaciencia. Unos y otros amenazan el futuro de las democracias cuando no saben respetar sus tiempos.

La ciudadanía, con sobradas razones, espera resultados de los gobiernos elegidos. Linz aborda el tema complejo y nunca resuelto de los niveles de información ciudadana en democracias, y las exigencias de su mayor participación en los procesos decisorios más allá de las elecciones. El “tiempo” que los ciudadanos puedan tener para dedicar a la política es también limitado –una de las razones para defender la democracia representativa, desde los pensadores clásicos como Benjamin Constant–.

Para la sociedad en su conjunto, gobernantes y gobernados, el reto es comprender que las soluciones, nunca definitivas, a los problemas en democracia están sujetas a complejas limitaciones temporales. Ello exige un debate público pausado.

Linz advierte que los tiempos democráticos no pueden examinarse en forma aislada. Están sus tiempos internos: los de sus procesos en la toma de decisiones. Los mismos ciclos electorales son múltiples –los hay nacionales, regionales, e internacionales, entrelazados–. A ellos se sobreponen otros ciclos, como los económicos. O los ritmos de los calendarios anuales, con sus festividades.

El tema generacional no escapa a sus observaciones: la percepción del tiempo, que puede o no estar relacionada con la edad de los líderes políticos, y, por consiguiente, sus visiones sobre el pasado, el presente, y el futuro de sus sociedades.

El mensaje final de Linz es claro: al entender mejor las dimensiones temporales de la democracia, estaremos mejor preparados para confrontar los problemas del gobierno democrático.

QOSHE - Los tiempos democráticos - Eduardo Posada Carbó
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Los tiempos democráticos

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15.03.2024
Es quizás la definición más lúcida que conozco de la democracia: gobierno de tiempo limitado (“government pro tempore”).

(También le puede interesar: Tiranía del trino)

La cita es de Juan Linz (1926-2013), el profesor de la Universidad de Yale cuya obra contribuyó de manera notable al entendimiento de las democracias en todas sus facetas: caídas, recuperaciones, desenvolvimientos. Sus reflexiones sobre el “tiempo” en las democracias aparecieron en 1988, un texto al que regreso con alguna frecuencia y que conserva relevancia (International Political Science Review, 19:1). Linz ofrece ante todo un marco para pensar el problema.

Su propósito es abrir preguntas, en vez de ofrecer respuestas, aunque no adopta una posición neutral. Está pensado sobre las premisas del parlamentarismo –sistema que Linz consideraba con mayores ventajas que el presidencialismo–.

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