Fue un discurso breve, solemne, y lleno de simbolismo.

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¿La ocasión? El funeral del expresidente chileno Sebastián Piñera, fallecido el mes pasado. En una extraordinaria manifestación de consenso político, el presidente Gabriel Boric valoró el legado de quien fuese jefe de un gobierno al que combatió. Lo hizo como jefe de Estado para resaltar la “tradición republicana” de su país. Fue un mensaje de fe en las bondades de la democracia.

Boric destacó allí las “virtudes” de Piñera que deberían tener en cuenta los líderes políticos en democracia: “Nunca se dejó llevar por el fanatismo ni el rencor”. Valorar el legado de Piñera, observó, es “reivindicar los acuerdos... actuar con urgencia y pragmatismo frente a las necesidades” ciudadanas.

Fueron palabras ancladas en la experiencia. Su propia experiencia personal, por las “ayudas y consejos” que Boric, tras llegar al poder, recibió del expresidente, “a pesar de las públicas diferencias” que los separaban. También en la experiencia histórica.

Hay mucho de humildad republicana en el discurso de Boric. Hay así mismo, como lo señalara Fernando Cepeda Ulloa, “buen sentido de Estado” y “cultura política”.

Boric reconoció el papel de Piñera como “protagonista de nuestra transición a la democracia”, en particular el haber abierto camino a “una derecha moderna, democrática, liberal, abierta al diálogo y a los acuerdos por el bien superior de Chile”. Piñera había apoyado la iniciativa del “nunca más” al conmemorarse los 50 años del golpe militar el año pasado. Y firmó, como Boric resaltó, el “Compromiso por la Democracia” al lado de los expresidentes Frei, Lagos y Bachelet.

Es importante apreciar el mensaje de Boric en el amplio contexto de la historia chilena, sobre todo frente a los largos 17 años de la dictadura militar.

Han pasado más de tres décadas desde el retorno de la democracia. Lo conquistado en este tiempo es un logro mayor, y se debe en buena parte a la política de la “democracia de los acuerdos” impulsada por el entonces presidente Patricio Aylwin desde los inicios de la transición, pero objeto de críticas en épocas recientes. Boric no está sugiriendo regresar a ella. Pero hace bien al valorar, en “momentos de alta polarización política”, un legado de entendimientos entre fuerzas opuestas.

Aquello no significa renunciar a sus ideas, o adherir a las del contrario. “Ya es hora”, advirtió Boric, “de que nos acostumbremos a respetarnos en nuestras legítimas diferencias, a pactar treguas y acuerdos, a pesar de aspiraciones o historias que nos separen”. Se trata de “asumir” tales entendimientos “como el camino necesario para avanzar en un mundo complejo y lleno de incertidumbres”.

Hay mucho de humildad republicana en el discurso de Boric. Hay así mismo, como lo señalara Fernando Cepeda Ulloa, “buen sentido de Estado” y “cultura política” (El País, Cali, 17/2/2024), expreso también en la presencia de los expresidentes Frei y Bachelet en los funerales, al lado de los presidentes del Senado y la Corte Suprema. “Signo de madurez y equilibrio”, lo llamó Armando Montenegro (El Espectador, 17/2/2024).

No fue solo un homenaje a Piñera. Boric destacó allí los valores del expresidente para reconocer el significado de sus antecesores en la tarea de gobernar. Sobre todo, fue una ocasión para identificar las condiciones “necesarias para que nuestro país y la región sigan creciendo de la mano de las herramientas de la democracia”.

El discurso de Boric y las columnas de Cepeda y Montenegro me motivaron a repasar el libro de John A Hall sobre la importancia de la “civilidad política” para convivir en paz. La civilidad, nos recuerda Hall, es siempre frágil. Sin acariciarla, sobrevienen los horrores de la guerra.

El discurso de Boric es una lección de democracia no solo para los chilenos, sino para el mundo.

EDUARDO POSADA CARBÓ

(Lea todas las columnas de Eduardo Posada Carbó en EL TIEMPO, aquí)

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Retóricas de paz

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01.03.2024

Fue un discurso breve, solemne, y lleno de simbolismo.

(También le puede interesar: Lecciones por aprender)

¿La ocasión? El funeral del expresidente chileno Sebastián Piñera, fallecido el mes pasado. En una extraordinaria manifestación de consenso político, el presidente Gabriel Boric valoró el legado de quien fuese jefe de un gobierno al que combatió. Lo hizo como jefe de Estado para resaltar la “tradición republicana” de su país. Fue un mensaje de fe en las bondades de la democracia.

Boric destacó allí las “virtudes” de Piñera que deberían tener en cuenta los líderes políticos en democracia: “Nunca se dejó llevar por el fanatismo ni el rencor”. Valorar el legado de Piñera, observó, es “reivindicar los acuerdos... actuar con urgencia y pragmatismo frente a las necesidades” ciudadanas.

Fueron palabras ancladas en la experiencia. Su propia experiencia personal, por las “ayudas y consejos” que Boric, tras llegar al poder, recibió del expresidente, “a pesar de........

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