Ir a la vanguardia, como lo describe la Real Academia Española, es “estar en un punto más avanzado”, delante de los demás.

(También le puede interesar: ‘Bellismo universal’)

Tal fue el papel jugado por la intelectualidad negra y mulata en Colombia entre 1877 y 1947, que Francisco Javier Flórez Bolívar examina en su libro La vanguardia intelectual y política de la nación (Planeta, 2023). Profesor de la Universidad de Cartagena y doctor en historia de Pittsburgh, Flórez Bolívar ha producido un texto académicamente riguroso, elegante en su prosa y de profunda relevancia.

Sus tiempos están marcados por la publicación de los Cantos populares de mi tierra, del poeta momposino Candelario Obeso, en 1877, y el establecimiento del Centro de Estudios Afrocolombianos (CAE) en Bogotá, en 1947. Aunque su foco de atención está en las regiones de Bolívar y Chocó, la narrativa tiene un horizonte nacional con significados que desbordan nuestras fronteras.

Hay antecedentes a Obeso. Sin embargo, como advierte Flórez Bolívar, en Cantos populares Obeso traza rompimientos hasta con su misma obra al elaborar allí una estética de “autorreconocimiento racial”.

He aquí otra vez el enorme significado de la vanguardia negra y mulata, en la voz que les dieron sus exponentes a los reclamos ciudadanos de igualdad.

En Colombia, como en casi toda Latinoamérica tras la independencia, no hubo restricciones raciales al ejercicio del voto y, abolida la esclavitud a mediados de siglo, el país adoptó en 1853 el sufragio universal masculino en términos excepcionales para la época en el continente. Pero esta noción teóricamente incluyente de la ciudadanía chocaba con la falsa concepción homogénea de la nacionalidad. Y sufrió restricciones, primero en algunos estados a partir del federalismo en 1863, después bajo el régimen regenerador de 1886.

En ese contexto, el papel de vanguardia de la intelectualidad negra y mulata gana especial significado: “Articularon –observa Flórez Bolívar– las narrativas más igualitarias de su tiempo y reclamaron con mayor fuerza la materialización efectiva de los derechos asociados a la ciudadanía”.

A lo largo de sus páginas, Flórez Bolívar destaca el importante protagonismo afrocolombiano en las artes y la política del país –presente en todos partidos, si bien más notable en el liberalismo–. Presente también en los cuerpos de elección popular, en algunas gobernaciones y gabinetes ministeriales. Presente, además, en el movimiento sindical, en rectorías universitarias, en las asociaciones profesionales (academias de Medicina y de Historia).

Era, no obstante, una presencia limitada, lejos de ser proporcionalmente representativa de la población nacional, y, sobre todo, sometida de manera constante a prejuicios racistas.

He aquí otra vez el enorme significado de la vanguardia negra y mulata, en la voz que les dieron sus exponentes a los reclamos ciudadanos de igualdad. Algunos se hicieron a través de periódicos locales, como el ABC de Quibdó (1913-44). Otros encontraron espacios en la prensa nacional: textos de Jorge Artel en EL TIEMPO, o entrevista con Manuel Zapata Olivella en Semana. Y sus expresiones artísticas, literarias y científicas ganaron estimación, como cuando Adolfo Mejía recibió el premio de música nacional en 1937, y sus aires musicales inauguraban el Festival Iberoamericano en el Teatro Colón.

Estos desarrollos fueron acompañados de lo que Flórez Bolívar llama “el arte de repensar la nación mestiza”. Frente a la “utopía del blanqueamiento”, esta vanguardia colombiana anteponía “el orgullo racial” del mestizaje, de la diversidad sin jerarquías –una noción incluyente, y genuinamente moderna, de la nacionalidad–. Y colaboró así en la conceptualización de una democracia global aún en elaboración. Esta vanguardia, como el libro de Flórez Bolívar, merece mayor reconocimiento.

EDUARDO POSADA CARBÓ

(Lea todas las columnas de Eduardo Posada Carbó en EL TIEMPO, aquí)

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Vanguardia intelectual

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08.12.2023

Ir a la vanguardia, como lo describe la Real Academia Española, es “estar en un punto más avanzado”, delante de los demás.

(También le puede interesar: ‘Bellismo universal’)

Tal fue el papel jugado por la intelectualidad negra y mulata en Colombia entre 1877 y 1947, que Francisco Javier Flórez Bolívar examina en su libro La vanguardia intelectual y política de la nación (Planeta, 2023). Profesor de la Universidad de Cartagena y doctor en historia de Pittsburgh, Flórez Bolívar ha producido un texto académicamente riguroso, elegante en su prosa y de profunda relevancia.

Sus tiempos están marcados por la publicación de los Cantos populares de mi tierra, del poeta momposino Candelario Obeso, en 1877, y el establecimiento del Centro de Estudios Afrocolombianos (CAE) en Bogotá, en 1947. Aunque su foco de atención está en las regiones de Bolívar y Chocó, la narrativa tiene un horizonte nacional con significados que desbordan nuestras fronteras.

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