Esta nota está motivada por tres factores: primero, la mala noticia de la desaceleración marcada del crecimiento de la economía colombiana, con un bajísimo crecimiento del producto interno bruto real (PIB) de alrededor del uno por ciento en el 2023; segundo, por las consecuencias nefastas si ese estancamiento se mantiene en el más largo plazo, y tercero, por el deterioro de todos los indicadores económicos que surgen de un PIB estancado en el mediano plazo.

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Respecto al primer punto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de publicar la evaluación del artículo 4.o para Colombia, en la cual indica que el crecimiento estimado del PIB real en el 2023 fue tan solo del 1,2 por ciento, en gran medida como resultado de la desaceleración de la demanda interna. Si bien se redujeron algunos desequilibrios, el estancamiento económico puede ser letal.

En segundo lugar, mirando las consecuencias de un estancamiento del PIB en el largo plazo en dos países avanzados (Reino Unido e Italia), se llega a la conclusión de cuán importante es revertir esa tendencia y retomar la senda del crecimiento. Si el PIB per cápita del Reino Unido hubiera continuado en la trayectoria que traía entre 1955 y 2008, el ingreso de sus ciudadanos sería un 39 por ciento mayor que el de hoy (Martin Wolf. ‘Economic transformation remains elusive’, FT, 18 de marzo de 2024). La conclusión para el Reino Unido es la de que “en el largo plazo, un estancamiento continuado crea severos desafíos sociales y políticos: mayores impuestos, un deterioro de los servicios públicos, desánimo generalizado y luchas de suma cero para lograr salir adelante”. Todo lo que apunta a que el país definitivamente necesita una transformación económica en serio.

En cuanto a Italia (‘Italy’s new government needs to make deep economic reforms’, The Economist, 5 de diciembre de 2022), las consecuencias de décadas de estancamiento o retroceso en su crecimiento son aún más dramáticas, ya que su PIB real no ha crecido desde el 2020, el peor desempeño de un país de la Ocde. La caída por décadas de la productividad total de Italia ha llevado a que España supere su PIB per cápita en términos reales, y si esta situación no se revierte, la superará Grecia en unos pocos años más y hasta los países de Europa Oriental.

Respecto al deterioro de los indicadores económicos, de nuevo, el caso de Italia es alarmante. Hoy su relación de endeudamiento público respecto al PIB es de cerca del 150 por ciento, el país más endeudado de la Ocde después de Japón y Grecia. En la relación deuda pública sobre PIB hay que examinar el impacto de un denominador (PIB) estancado, más que un excesivo crecimiento del numerador (deuda). Si el PIB de Italia hubiera crecido a las mismas tasas del de Francia en los últimos 25 años, la relación de endeudamiento público frente al PIB sería de solo un 60 por ciento y no del 150. Un cambio dramático y una conclusión de política económica muy diferente a la que usualmente se recomienda: la solución para Italia no está en una mayor austeridad fiscal ni en más recaudo de impuestos —que ya está en un elevado 43 por ciento del PIB—, sino en la adopción de políticas encaminadas a estimular un más rápido crecimiento.

La mala noticia para Italia es que para que su PIB real crezca en más de un 3 por ciento por año, se necesita una transformación dramática de su economía, empezando por mejorar el clima de facilitación de los negocios de acuerdo con los indicadores del Banco Mundial, que lleve a una aceleración de la inversión pública y sobre todo privada, doméstica y externa. Con las asfixiantes regulaciones, falta de competencia y burocracia de hoy —que han creado mucha corrupción y una enorme economía negra no registrada—, no es viable atraer inversión extranjera y elevar la doméstica, factores necesarios, si bien no suficientes, para acelerar el crecimiento económico y aumentar el empleo.

Para evitarle a Colombia las consecuencias nefastas de largo plazo, experimentadas por los dos países ricos mencionados, e impedir un mayor retroceso en la reducción de la pobreza que se había logrado en la década pasada, la actual administración debe tomar en serio la necesidad de transformar para bien la economía, en vez de seguir creando incertidumbre y reformas estatizantes y mal dirigidas (si no mal intencionadas) en áreas críticas como son la salud, las pensiones y el mercado laboral. ¡Querer destruir el sector privado no va conducir a una recuperación del crecimiento económico, todo lo contrario!

Quizá en vez de visitar solo las economías “socialistas” fallidas de la región (Cuba, Nicaragua y Venezuela), los funcionarios del Gobierno vayan a ver y sacar lecciones del boom de la República Dominicana, cuyo PIB ya supera a países mucho más grandes (como Ecuador y Venezuela), implementando una fórmula bien conocida, como la resume su presidente: “Nuestro gobierno es proinversión y ‘probusiness’, pero al mismo tiempo hemos aumentado el gasto social más que cualquier otro gobierno” en educación, hospitales, transporte público y programas concretos (targeted) de bienestar, manteniendo la paz social y creciendo la economía, y dejando de lado los extremismos (M. Stott, ‘Dominican Republic is star economy turned around by simple idea’, FT, 18 de marzo de 2024). Aprender de los errores y éxitos de otros países parecería ser un enfoque inteligente.

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El estancamiento de la economía colombiana y el imperativo de una transformación

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21.03.2024
Esta nota está motivada por tres factores: primero, la mala noticia de la desaceleración marcada del crecimiento de la economía colombiana, con un bajísimo crecimiento del producto interno bruto real (PIB) de alrededor del uno por ciento en el 2023; segundo, por las consecuencias nefastas si ese estancamiento se mantiene en el más largo plazo, y tercero, por el deterioro de todos los indicadores económicos que surgen de un PIB estancado en el mediano plazo.

(También le puede interesar: ¿Qué quiere decir ‘sostenibilidad de la deuda’?)

Respecto al primer punto, el Fondo Monetario Internacional (FMI) acaba de publicar la evaluación del artículo 4.o para Colombia, en la cual indica que el crecimiento estimado del PIB real en el 2023 fue tan solo del 1,2 por ciento, en gran medida como resultado de la desaceleración de la demanda interna. Si bien se redujeron algunos desequilibrios, el estancamiento económico puede ser letal.

En segundo lugar, mirando las consecuencias de un estancamiento del PIB en el largo plazo en dos países avanzados (Reino Unido e Italia), se llega a la conclusión de cuán importante es revertir esa tendencia y retomar la senda del crecimiento. Si el PIB per cápita del Reino Unido hubiera continuado en la trayectoria que traía entre 1955 y 2008, el ingreso de sus ciudadanos sería un 39 por ciento mayor que el de hoy........

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