En las vitrinas de las farmacias y en las páginas de internet cada vez hay más cremas y bebedizos y pociones y tratamientos que prometen combatir el envejecimiento. Que anuncian descubrimientos capaces de detener el inexorable paso del tiempo. Que pretenden poner un aviso de “Pare” en el camino que todos debemos recorrer. Leo en ‘The New York Times’ que se calcula que “los consumidores gastan 62.000 millones de dólares al año en tratamientos antienvejecimiento”. Les tengo una noticia: en todo caso van a envejecer. No importa cuánto bótox se inyecten ni cuántas cremas se unten.

Es un hecho; sin embargo, parecería haber muchos –muchísimos– que aún no lo tienen claro: la eterna juventud no existe. Con el tiempo, se debilitan los huesos, merman las facultades, se llenan los discos de la memoria, el metabolismo se vuelve más lento, se acentúan las líneas de expresión, se pierde agilidad, se demora en aparecer esa respuesta que sabemos que está en algún lugar del cerebro...

No hay elíxir para revertir el paso del tiempo. No hay pócimas ni cocimientos que le permitan a alguien mantenerse indefinidamente en la juventud. Ni rezos ni conjuros.

Ya lo sé: hay investigaciones serias para acabar de entender lo que sucede con las células a medida que pasa el tiempo, en aras de permitirle al organismo gozar de unas mejores condiciones en la edad madura y en la vejez. Y las hay para detectar ciertos síntomas y ciertas condiciones que, atendidos a tiempo, pueden apuntarle a un relativo bienestar en aquella época de la vida en que los achaques se suman y se empeñan en permanecer.

Pero, así como hay estudios al servicio de los cuales los científicos han puesto todo su talento y las experiencias de muchos siglos, hay infinidad de embaucadores y de charlatanes que prometen lo imposible y que se aprovechan del temor natural de la gente a envejecer y a morir.

No hay fórmulas mágicas para evitar ese destino hacia el cual avanzamos indefectiblemente: la muerte. Por eso, quizás, al tiempo que nos ocupamos de diseñar una alimentación más sana y buscamos asesoría médica para tratar de llevar una vida en mejores condiciones físicas, deberíamos entender hacia dónde vamos, familiarizarnos con ese destino al cual conduce la vida… porque está claro que la muerte forma parte de la vida. Por no decir que una y otra son, a la postre, la misma cosa.

FERNANDO QUIROZ

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El destino común

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26.03.2024
En las vitrinas de las farmacias y en las páginas de internet cada vez hay más cremas y bebedizos y pociones y tratamientos que prometen combatir el envejecimiento. Que anuncian descubrimientos capaces de detener el inexorable paso del tiempo. Que pretenden poner un aviso de “Pare” en el camino que todos debemos recorrer. Leo en ‘The New York Times’ que se calcula que “los consumidores gastan 62.000 millones de dólares al año en tratamientos antienvejecimiento”. Les tengo una noticia: en todo caso van a envejecer. No importa cuánto bótox se inyecten ni cuántas cremas se unten.

Es un hecho;........

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