Los países no se joden de un día para otro. Las grandes movidas políticas que conducen al desastre, sean el resultado de movilizaciones de masas o de audaces intrigas, están fundadas en emociones colectivas que se cuecen en la cotidianidad. La acumulación de malestar puede llevar a que la gente tolere apuestas inciertas. Total, no hay nada que perder si la sensación es la de una injusticia sistemática por quienes detentan el poder.

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Oil story de Ibsen Martínez es una novela sobre las emociones de los venezolanos justo en el momento que Chávez llega al poder. Entiende uno por qué el establecimiento político y la tecnocracia petrolera fueron incapaces de contener las ambiciones populistas de Chávez, ¡al contrario, las agudizaron!, y por qué mucha gente del común le apuntó a hacerse a una tajada de la renta del estado así en el camino la economía se cayera a pedazos.

El eje de la trama es un crimen. Jerry Espinoza, un ejecutivo de PDVSA, comete un asesinato. No fue nada premeditado, fue más bien un accidente. En medio de la nostalgia de su alcoholismo fue a visitar su barrio de infancia en la madrugada, un lugar y una hora nada recomendable. Un atracador bastante afectado por las drogas no le deja opción. Dispara en defensa propia. De la nada aparece un amigo de infancia, un perdedor a toda prueba que no desaprovecha la mínima oportunidad para abusar de la confianza de los otros. Se llama Mayimbe, pero su apodo le queda mejor: el submalandro. Es malo, pero no lo suficientemente malo para ser un malandro.

Queda el testimonio de cómo el establecimiento petrolero subestimó a Chávez, pero sobre todo subestimó el descontento de los venezolanos y sobrestimó su propio poder político.

En el camino al hospital fallece el atracador. El problema de Jerry ahora es cómo deshacerse del cadáver. La ironía es que un estado que no ofrece seguridad a sus ciudadanos se convierte en una verdadera pesadilla si un ciudadano quiere hacer las cosas tal como dictan las leyes. Mayimbe le hace un gran favor a Jerry. Se convierte en su cómplice en la desaparición del cadáver.

La complicidad no es gratis. Muy pronto Mayimbe se vuelve incómodo para Jerry. Hay una vieja envidia que Mayimbe quiere cobrar, con más razón ahora que su amigo está en deuda. Siente que Jerry goza de unos privilegios que él también merece y esos privilegios solo se explican porque Jerry logró engancharse en PDVSA.

La complicidad da lugar al chantaje. Mayimbe presiona a Jerry para que le consiga un empleo en PDVSA, en “la industria propiamente dicha” como el submalandro reiterativamente se refiere a la empresa. Jerry le pide la hoja de vida. Cuando le dice que es impresentable su postulación, que no cumple el mínimo requisito de meritocracia, Mayimbe estalla. Le cuenta a la esposa de Jerry del asesinato y la desaparición del cadáver.

La esposa también hace parte de la élite tecnocrática de PDVSA. La reacción no fue la que previó Mayimbe. Convence a Jerry de arreglar el asunto con un general amigo. Se trata de resolver una injusticia. No hay méritos para ceder al chantaje de un submalandro. A Mayimbe entonces lo dan por desaparecido. En apariencias, problema resuelto.

Mientras todo eso pasa, queda el testimonio de cómo el establecimiento petrolero subestimó a Chávez, pero sobre todo subestimó el descontento de los venezolanos y sobrestimó su propio poder político. Creyeron que podían jalarlo para su lado una vez llegara a la presidencia. Luego creyeron que podían tumbarlo, pensaron ingenuamente que una huelga de ejecutivos, sin mayor respaldo de los millones de Mayimbe recelosos de ellos, iba a poner a Chávez contra la pared.

Lo que se vino fue la purga y la destrucción de la capacidad administrativa de PDVSA. Chávez se montó sobre el resentimiento de los venezolanos que se sentían excluidos en la repartición de la renta petrolera, aburridos de la indolencia de la élite política y los ejecutivos de PDVSA.

El final fue trágico para un país, todos lo conocemos.

GUSTAVO DUNCAN

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‘Oil story’

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08.11.2023

Los países no se joden de un día para otro. Las grandes movidas políticas que conducen al desastre, sean el resultado de movilizaciones de masas o de audaces intrigas, están fundadas en emociones colectivas que se cuecen en la cotidianidad. La acumulación de malestar puede llevar a que la gente tolere apuestas inciertas. Total, no hay nada que perder si la sensación es la de una injusticia sistemática por quienes detentan el poder.

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Oil story de Ibsen Martínez es una novela sobre las emociones de los venezolanos justo en el momento que Chávez llega al poder. Entiende uno por qué el establecimiento político y la tecnocracia petrolera fueron incapaces de contener las ambiciones populistas de Chávez, ¡al contrario, las agudizaron!, y por qué mucha gente del común le apuntó a hacerse a una tajada de la renta del estado así en el camino la economía se cayera a pedazos.

El eje de la trama es un crimen. Jerry Espinoza, un ejecutivo de PDVSA, comete un........

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