Semanas atrás hablé con varios colegas que desestimaron la posibilidad de que Petro apostará por algún tipo de salida extraordinaria del corte de una reelección o una asamblea constituyente. No veían cómo iba a poder obtener las mayorías en el Congreso, el aval de las cortes y los votos suficientes en las calles. De ahí que la sorpresa haya sido mayúscula cuando habló de la constituyente. Lo vieron como una salida sin futuro.

Sin embargo, es un error interpretar la propuesta de Petro como enfocada solo a cambiar la Constitución. Tan importante, o quizá más importante, que convocar la asamblea es sacudir el estancamiento de su gobierno. Dos situaciones explican que, de no proponer una sacudida a la arena política, iría a verse abocado a terminar su mandato de la manera más lánguida, sin posibilidad de dejar algún legado y de promover la continuidad de su proyecto político.

La primera situación es el fracaso de las reformas en el Congreso. En gran parte, la razón del fracaso es la incapacidad de construir bancadas mayoritarias. Esa razón es, a su vez, el pretexto para llamar a las movilizaciones en favor de la constituyente: si el Congreso no hace el cambio social, el pueblo lo hace en la calle. Pero hay otra razón que explica la incapacidad del Gobierno con las reformas. Las propuestas son bastante flojas, carecen de rigurosidad técnica y responden más a satisfacer sesgos y prejuicios ideológicos que a resolver problemas sectoriales. Podrían incluso traer graves crisis. De otra forma no se explica cómo una clase política tan acostumbrada a transar con el presidente su gobernabilidad en el congreso decidiera pararlo en la raya.

La segunda situación es la mala gestión. Los resultados en la mayoría de los sectores preocupan. No se ven avances en sectores bandera como la transición energética y la ‘paz total’. Por el contrario, se encuentra un rezago en la exploración de hidrocarburos sin alternativas energéticas y un deterioro progresivo de la seguridad. Igual ocurre con la salud, la beligerancia del ministro contra las EPS contrasta con su incapacidad de ofrecer alternativas de atención a los pacientes.

Esta pareciera ser la tónica de la gestión del Gobierno. Se critica lo que existe, se desmantela lo que funciona y, luego, se procede a improvisar algún nuevo modelo de política pública basado en las premisas ideológicas del Presidente. Dado que los cambios en la gestión requieren muchos detalles, recursos y precisiones operativas, el Gobierno se encuentra con que no es capaz de ofrecer los resultados esperados.

Sin reformas coherentes y una gestión pobre, el deterioro de las políticas sectoriales es inevitable. De seguir así, Petro se encontraría en un escenario donde no solo lo irían a responsabilizar de no hacer las transformaciones sociales que prometió, sino de dejar el país envuelto en muchas crisis sectoriales. De hecho, la estrategia de la oposición política era dejar que Petro naufragara en su propia incapacidad, de modo que en el 2026 fuera irrelevante.

Por eso, Petro tuvo que sacudirse. No podía dejar que el debate político se centrara en los resultados de las políticas sectoriales. Con la constituyente crea un escenario en que las responsabilidades de gestión se diluyen y el debate se centra en la naturaleza del modelo que rige la sociedad: progresismo versus neoliberalismo. En ese escenario, Petro tiene cómo argumentar y especular para que su proyecto político no agonice en 2026, así no haya constituyente ni gane las elecciones.

La oposición no puede dejarse arrastrar a un debate así. Debe exigirle al Gobierno toda la responsabilidad en los resultados de las políticas sectoriales. Están en juego asuntos tan serios como una crisis de la salud, el racionamiento energético, una recesión, el retroceso en las condiciones de seguridad, etc.

QOSHE - Lo sectorial - Gustavo Duncan
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Lo sectorial

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27.03.2024
Semanas atrás hablé con varios colegas que desestimaron la posibilidad de que Petro apostará por algún tipo de salida extraordinaria del corte de una reelección o una asamblea constituyente. No veían cómo iba a poder obtener las mayorías en el Congreso, el aval de las cortes y los votos suficientes en las calles. De ahí que la sorpresa haya sido mayúscula cuando habló de la constituyente. Lo vieron como una salida sin futuro.

Sin embargo, es un error interpretar la propuesta de Petro como enfocada solo a cambiar la Constitución. Tan importante, o quizá más importante, que convocar la asamblea es sacudir el estancamiento de su gobierno. Dos situaciones explican que, de no proponer una sacudida a la arena política, iría a verse abocado a terminar su mandato de la manera más lánguida, sin posibilidad de dejar algún legado y de promover la continuidad de su proyecto político.

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