Con el crecimiento económico de 2023, del 2,1 % según la Cepal, América Latina ha completado una segunda década perdida de desarrollo. En 2014-2023 el crecimiento económico será ligeramente inferior al 0,9 % anual, menor que el de la década perdida de 1981-1990, cuando la región creció un 1,3 % anual. Gracias al menor crecimiento demográfico, el resultado es ligeramente mejor en términos per cápita.

El desempeño de México y Centroamérica y el Caribe ha sido superior al de América del Sur. Entre los principales países, México y Brasil han tenido mejores resultados que Chile y Perú, que no experimentaron crecimiento, con Colombia en una situación intermedia. Por su parte, Argentina está involucrada en una profunda crisis, y el PIB de Venezuela sigue siendo menos de un tercio del de hace una década.

Por supuesto, las condiciones económicas globales no han sido positivas. Aunque la inversión extranjera directa ha seguido llegando, el financiamiento privado internacional ha sido limitado y costoso. El comercio internacional se redujo y comienza a enfrentar fragmentaciones de origen geopolítico. Las exportaciones de América Latina se han comportado un poco mejor, pero disminuyeron en términos de valor y aumentarán solo ligeramente en términos de volumen.

En medio de este pobre contexto, es hora de pensar seriamente en un cambio significativo en el modelo de desarrollo. El crecimiento promedio desde 1990, el año en que se generalizaron las reformas de mercado, ha sido de solo el 2,5 % anual, menos de la mitad del 5,5 % registrado en 1950-1980, durante el período de industrialización dirigida por el Estado.

Un primer elemento debería ser aumentar las inversiones en ciencia y tecnología, donde la región tiene un desempeño vergonzoso. Según los datos más recientes de la Unesco, equivalen a 0,6 % del PIB, una quinta parte del nivel de los países de altos ingresos y un cuarto del de China. Solo un país de la región invierte más del 1 % del PIB en ciencia y tecnología: Brasil.

El segundo es desarrollar políticas activas de desarrollo productivo, para desarrollar sectores en los que la región tiene oportunidades en el contexto mundial. Esto incluye la producción de alimentos, de minerales de transición (cobre y litio, en particular) y de sus cadenas de valor. La transición energética mundial ofrece oportunidades en materia de desarrollo de la energía solar y la eólica y de los productos intensivos en el uso de energía. La cercanía a Estados Unidos genera también oportunidades para varios países latinoamericanos en la reorganización de las cadenas mundiales de valor. Y, por supuesto, la región debe integrarse a la revolución tecnológica en curso y adoptar en gran escala las tecnologías digitales.

El tercer elemento son los procesos de integración regional. En el área del comercio esto es particularmente importante, dada la falta de dinamismo del comercio mundial. Se deben profundizar los actuales procesos de integración y se debe negociar un acuerdo regional de libre comercio. Cabe señalar, sin embargo, que existe el riesgo de que las tensiones políticas entre Argentina y Brasil debiliten e incluso acaben con Mercosur. Más allá del comercio, la región debería ampliar las actividades de sus exitosas instituciones financieras, en particular del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) y del Fondo Latinoamericano de Reservas (Flar). Debe también fortalecer la integración de su infraestructura de transporte y electricidad y empezar a desarrollar cooperación regional en ciencia y tecnología.

Por último, pero no menos importante, los países latinoamericanos deben comprometerse plenamente con los regímenes democráticos, un área en la que han sido líderes en el mundo en desarrollo. Los gobiernos autoritarios deben ser reemplazados por regímenes democráticos, y el diálogo y la negociación deben reemplazar la polarización y crisis políticas que enfrentan varios países.

JOSÉ ANTONIO OCAMPO

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La segunda década perdida de América Latina

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31.12.2023

Con el crecimiento económico de 2023, del 2,1 % según la Cepal, América Latina ha completado una segunda década perdida de desarrollo. En 2014-2023 el crecimiento económico será ligeramente inferior al 0,9 % anual, menor que el de la década perdida de 1981-1990, cuando la región creció un 1,3 % anual. Gracias al menor crecimiento demográfico, el resultado es ligeramente mejor en términos per cápita.

El desempeño de México y Centroamérica y el Caribe ha sido superior al de América del Sur. Entre los principales países, México y Brasil han tenido mejores resultados que Chile y Perú, que no experimentaron crecimiento, con Colombia en una situación intermedia. Por su parte, Argentina está involucrada en una profunda crisis, y el PIB de Venezuela sigue siendo menos de un tercio del de hace una década.

Por supuesto, las condiciones económicas globales no han sido positivas. Aunque la inversión extranjera directa ha seguido llegando, el financiamiento privado internacional ha sido limitado y........

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