El martes 26 de diciembre, a las 2:48 de la tarde, un camión que transportaba combustible en la vía Bogotá-Villavicencio se volcó y originó una peligrosa explosión dentro de un túnel. Desde entonces hasta hoy, 20 días después, el camión y parte del contenido que llevaba estaban apenas siendo retirados del sitio en el que ocurrieron los hechos. Tuvimos que cambiar de año, tuvieron que pasar los festivos, tuvieron que tirarse la pelota en cartas y comunicados entre la ANI, Coviandina y la empresa dueña de la flota de camiones para que a alguien, por fin, se le asignara la responsabilidad obvia de quitar el camión atravesado, que es apenas el primer paso para restituir la vía.

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Pasaron tres semanas en las que los operarios e ingenieros que debían adelantar sus trabajos nos contaban a los medios que, por causa del camión aquel, no podían moverse con facilidad para revisar las posibles fallas estructurales. Cuando ya todo estaba más claro y se estableció quién debía encargarse del camión atravesado, habría de llegar la frase con la que en Colombia definimos que el proceso será lento:

“Comenzaron las labores para retirar el vehículo”. Esa y la del “inicio de investigaciones exhaustivas” son las disculpas de siempre para justificar que en este país algo se hará a un ritmo que, en el mejor de los casos, “se le tiene pero se le demora” o simplemente nunca ocurrirá. Y así nos pasamos la vida los colombianos: con el alma prendida de un inciso, como diría Alzate Avendaño; enmarañados en burocracia y procedimientos o sencillamente buscando culpables y no soluciones.Ocurre con los Juegos Panamericanos o con una tapa de una alcantarilla que nunca es reemplazada hasta que un niño se cae en el hueco y pierde la vida. Da igual. Es el subdesarrollo que mata, como escribió en una columna el periodista Gustavo Nieto. La parábola del camión atravesado nos define. Nunca nada puede hacerse rápido y sin complicaciones, y si la cosa pinta demasiado fácil, somos expertos en inventarnos talanqueras para enredar el proceso.

Hará falta que caigamos en cuenta de ello, para comenzar; que los nuevos liderazgos públicos se construyan sobre la base de ‘hacer’ y no de ‘decir’.

En el caso de la infraestructura, si a nuestra difícil geografía le agregamos los retrasos, las pólizas, los papeles, la fotocopia ampliada al 150 por ciento, los trámites notariales y el pedazo que se va en mordidas y corrupción, resulta obvio el atraso que tenemos. La competitividad, la conectividad y la calidad de vida de quienes pagamos cumplidamente nuestros impuestos con la ilusión de que algún día algo de eso se concretará son quimeras que se encuentran siempre con un camión atravesado en la mitad; igual que el de la vía al Llano.

Ya verán cómo pasarán los años sin que hayamos terminado de descubrir si nos quedamos sin los Panamericanos por culpa del Ministerio de Hacienda, que no giró los recursos, o del Ministerio del Deporte, que no los ejecutó, o del Presidente, que no dio la instrucción, o de algún funcionario que entendió una cosa e hizo otra... o de todas las anteriores. Aún las investigaciones de las entidades de control se refunden y confunden entre tanto recurso y procedimiento diseñado para que, al final, nada pase mientras todo pasa.

¿Cómo haremos para superar el destino trágico de la parábola que nos rige? Hará falta que caigamos en cuenta de ello, para comenzar; que los nuevos liderazgos públicos se construyan sobre la base de ‘hacer’ y no de ‘decir’, y que los electores entendamos de una vez por todas que no es mejor el que habla mucho sino el que ha demostrado ser experto en quitar las mulas atravesadas y dar resultados. Pasa en el sector público, pero también en la vida cotidiana: el camión atravesado no nos deja ver lo que hay del otro lado; nos impide avanzar; nos condena al atraso. ¿Cómo quitamos tanto camión atravesado?

JOSÉ MANUEL ACEVEDO

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La parábola del camión atravesado

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16.01.2024

El martes 26 de diciembre, a las 2:48 de la tarde, un camión que transportaba combustible en la vía Bogotá-Villavicencio se volcó y originó una peligrosa explosión dentro de un túnel. Desde entonces hasta hoy, 20 días después, el camión y parte del contenido que llevaba estaban apenas siendo retirados del sitio en el que ocurrieron los hechos. Tuvimos que cambiar de año, tuvieron que pasar los festivos, tuvieron que tirarse la pelota en cartas y comunicados entre la ANI, Coviandina y la empresa dueña de la flota de camiones para que a alguien, por fin, se le asignara la responsabilidad obvia de quitar el camión atravesado, que es apenas el primer paso para restituir la vía.

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Pasaron tres semanas en las que los operarios e ingenieros que debían adelantar sus trabajos nos contaban a los medios que, por causa del camión aquel, no podían moverse con facilidad para revisar las posibles fallas estructurales. Cuando ya todo estaba más........

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