Con el cuento de que el tren de la paz los va a dejar y que se tienen que subir en el último vagón que les queda, los amigos del Eln en la política y en la sociedad civil les han renovado por años una flota de trenes de todos los colores y con todos los asientos libres y ni así han querido montarse. Pero un día tenemos que ser los colombianos los que digamos en voz alta que no queremos que les lancen más salvavidas, no porque estemos en contra de la paz o de la salida negociada al conflicto sino porque no se puede pactar un acuerdo con quien no quiere hacerlo.

Ni siquiera un gobierno de izquierda, generoso en las concesiones como el del presidente Gustavo Petro, ha tenido reciprocidad por parte del Eln.

Ahora que está tan de moda decir que se haga un plebiscito para saber el futuro del metro o que se convoque un referendo para que el pueblo decida las reformas de la salud, pensional y laboral, ¿qué tal si más bien nos preguntan a los ciudadanos en las urnas si queremos que el Gobierno siga sentado en una mesa con el Eln? ¿No dizque les gusta mucho lo de la participación de la sociedad civil y tienen un completo cronograma de aquí a dos años para abrir mesas en todo el país y recoger ideas para la paz?

Les ahorramos tiempo y plata: ¡convóquennos ya y nos pronunciamos en democracia directa sobre el Eln y sus embelecos de paz!... No lo van a hacer y la respuesta es simple, aunque algunos no la quieran ver: un proceso de paz sin legitimidad, se ahoga al día siguiente de su firma. Un proceso de paz en el que solo una parte pone y la otra ‘mama gallo’, naufraga por lo irreal y ofensivo que es. Un proceso de paz en el que, en los primeros días de cese bilateral según el Cerac, han podido constatarse cinco acciones ofensivas, tres violaciones y dos incumplimientos de los compromisos no es, en últimas, ningún proceso de paz.

El secuestro del papá de Luis Díaz, don ‘Mane’, constituye una vergüenza mundial por lo que significa, pero es que ya el 15 de octubre el Eln había secuestrado a 21 personas en una mina en zona rural de Santa Rosa, Cauca, y nada pasó. De acuerdo con el Cerac, “las víctimas fueron amenazadas por la guerrilla y fueron encontradas por el Ejército –tres días después– el 18 de octubre”. Como si eso fuera poco, los habitantes de la vereda Quinientos, del corregimiento El Centro de Barrancabermeja, fueron amenazados de manera generalizada por este grupo criminal. El Eln incursionó en zona urbana de Arauca, el 9 de octubre, el mismo día en que instaló un retén ilegal en Anorí, Antioquia. En Tadó, Chocó, atacaron a una patrulla del Ejército y en San Vicente de Chucurí mataron a un exintegrante de su organización, ejerciendo la justicia por mano propia que tanto les gusta. En Yondó secuestraron a cuatro trabajadores de una finca ganadera y a los indígenas de Pueblo Nuevo, en El Cauca, los atacaron con armas de fuego. Y solo les estoy hablando de las últimas semanas, en las que supuestamente estamos bajo cese bilateral. La cuenta de las infamias de ahí para atrás la llevan marcada en la memoria, con sangre, miles de colombianos que podrían declararse víctimas del Eln sin haber recibido ni verdad, ni reparación y que pueden estar seguros, en cambio, de que habrá repetición.

Así son los canallas: van por el mundo diciendo unas cosas y haciendo otras; respondiendo con enorme cinismo que secuestran “por error” y pidiéndole al mundo que los financie mientras ellos siguen en lo de siempre: matando, secuestrando, cometiendo delitos ambientales, robando recursos públicos y extorsionando a quien les dé la gana. Lo del Eln no va para ningún lado y más vale que el Gobierno se dé cuenta o terminará hundido con ellos.

JOSÉ MANUEL ACEVEDO M.

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Los canallas

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07.11.2023

Con el cuento de que el tren de la paz los va a dejar y que se tienen que subir en el último vagón que les queda, los amigos del Eln en la política y en la sociedad civil les han renovado por años una flota de trenes de todos los colores y con todos los asientos libres y ni así han querido montarse. Pero un día tenemos que ser los colombianos los que digamos en voz alta que no queremos que les lancen más salvavidas, no porque estemos en contra de la paz o de la salida negociada al conflicto sino porque no se puede pactar un acuerdo con quien no quiere hacerlo.

Ni siquiera un gobierno de izquierda, generoso en las concesiones como el del presidente Gustavo Petro, ha tenido reciprocidad por parte del Eln.

Ahora que está tan de moda decir que se haga un plebiscito para saber el futuro del metro o que se convoque un referendo para que el pueblo decida las reformas de la salud, pensional y laboral, ¿qué tal si más bien nos preguntan a los........

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