Cuando Mariana Mazzucato escribió en 2021 su libro Misión Economía, nunca pensó en que su crítica al capitalismo llevara a la destrucción del mercado o del sector privado en el mundo. Por el contrario, puso como ejemplo la llegada del hombre a la luna en la que concurrieron varios factores que bien podrían trasladarse a otras misiones más terrenales: innovación y emprendimiento desde el Estado, coordinación entre agencias y nuevas formas de colaboración entre el sector público y los empresarios.

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Mazzucato pasó por Colombia y aunque el gobierno la recibió con los brazos abiertos, tal parece que a algunos sus lecciones les entraron por un oído y les salieron por el otro. La economista insistió, por ejemplo, en el papel que debería jugar una entidad como la Dirección Nacional de Planeación y elogió a su director, hasta ese momento, Jorge Iván González. Eso sí, afirmó que esas misiones requerían de una enorme coordinación entre todos los ministerios.

¡Pero la Mazzucato que cogió un avión de vuelta a Londres y el gobierno que hizo todo lo opuesto a lo que ella vino a enseñar! Al doctor González lo echaron –se fue empujado, para ser precisos–, el despelote institucional no puede ser mayor; el discurso contra las empresas sigue arraigado en algunos funcionarios y no hay quién lidere una visión compartida ni que sea el control del semáforo aquel que usaba, en su momento, María Lorena Gutiérrez para medir el cumplimiento de las metas de cada uno de los ministerios frente a propósitos comunes. Dicen que admiran a la economista ítalo-americana, que la siguen, que se inspiran en ella pero no ponen en práctica nada de lo que predica. ¿Así cómo?

El presidente parece ocupado luchando contra cuentas falsas en X, hablando de ruptura institucional y planteando, como dice Alejandro Gaviria, algo parecido a una guerra civil fría.

Y el Gobierno tiene con qué. Varios de los diagnósticos del presidente son acertados pero luego a la hora de acometer las soluciones, se enredan en el proceso. Un ejemplo –que bien podría ser una ‘misión’ exitosa, en términos de Mazzucato– es el de la economía popular. En un país con una informalidad del 56 por ciento, en el que, según el BID, se requieren cuatro trabajadores para producir lo que hace un empleado estadounidense, en el que matan a la gente por una deuda en el criminal sistema del ‘gota a gota’, es obvio que una política bien diseñada, pensada en ese sector productivo, de naturaleza informal y bajos ingresos, sería una causa suficientemente poderosa para pasar a la historia como un gobierno progresista que de verdad hizo algo por el país.

Aunque arrancaron con todas las ganas en el primer trimestre de 2023, pasaron los días y no aterrizaban todavía el producto que ofrecerían a los ciudadanos. Llegaron a fin de año y las entidades involucradas no tenían plata suficiente. De los 150 mil créditos que aproximadamente se han adjudicado, unos 13 mil tienen garantías disponibles del gobierno. El resto se lo han tenido que echar encima, en buena hora, las entidades financieras.

Con todo y los líos del crédito CREO –como se llama el programa gubernamental– el hecho de que el sistema financiero haya empezado a hablar en serio de la economía popular y se haya ofrecido a trabajar hombro a hombro con el gobierno, bastaría para enfocar todas las energías de la administración actual en una iniciativa que transforma vidas en la base de la pirámide, a la gente del país nacional, como diría Gaitán. Sin embargo, el presidente parece ocupado luchando contra cuentas falsas en X, hablando de ruptura institucional y planteando, como dice Alejandro Gaviria, algo parecido a una guerra civil fría.

¡Háganle caso a su ‘sensei’; pónganse a gobernar; usen al sector privado para sacar adelante su agenda en vez de confrontarlo y cúmplanle al cambio! Lo demás, es paja.

JOSÉ MANUEL ACEVEDO

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06.02.2024

Cuando Mariana Mazzucato escribió en 2021 su libro Misión Economía, nunca pensó en que su crítica al capitalismo llevara a la destrucción del mercado o del sector privado en el mundo. Por el contrario, puso como ejemplo la llegada del hombre a la luna en la que concurrieron varios factores que bien podrían trasladarse a otras misiones más terrenales: innovación y emprendimiento desde el Estado, coordinación entre agencias y nuevas formas de colaboración entre el sector público y los empresarios.

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Mazzucato pasó por Colombia y aunque el gobierno la recibió con los brazos abiertos, tal parece que a algunos sus lecciones les entraron por un oído y les salieron por el otro. La economista insistió, por ejemplo, en el papel que debería jugar una entidad como la Dirección Nacional de Planeación y elogió a su director, hasta ese momento, Jorge Iván González. Eso sí, afirmó que esas misiones requerían de una enorme........

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