Mejor que nadie, el Presidente sabe que solo y por su propia cuenta, no puede convocar una constituyente. Sabe que solamente mediante una ley de la República, aprobada por un Congreso en el que no tiene mayorías y con control constitucional previo de la Corte Constitucional, se puede convocar una constituyente.

Sabe que a su gobierno ya no le dan los tiempos para lograrlo, dadas la complejidad y la dilación que tendría este trámite en el Congreso y en la Corte, y sabe también que si se convoca por las razones que esgrimió y con el propósito de sustituir una simple función legislativa y reglamentaria en materias como la salud, tampoco superaría el examen constitucional de la Corte.

Sabrá también, me imagino, que dados los resultados de las encuestas y las elecciones de octubre, si se aprueba la convocatoria, muy probablemente pierda la elección, dándole paso a una constituyente adversa a su proyecto que podría, incluso, dar al traste con su propio gobierno.

Basta con ver la catarata de reacciones adversas a esta idea para entender que sería un proyecto bastante impopular.

Y si todo lo anterior no fuere suficiente, el presidente Petro recordará perfectamente que él se comprometió a través de unas fotografías de amplia divulgación nacional, y con mandamientos sagrados firmados en piedra presentadas como obligaciones divinas, a no tramitar una constituyente mientras posaba rodeado por entusiastas alfiles y promotores de su campaña, como Claudia López, Ángela Robledo y Antanas Mockus. Aunque por estos días valen poco las promesas de campaña, se suponía que el gobierno del cambio honraría la palabra comprometida.

* * * *

Así las cosas, creo que esta idea hace parte del arsenal de globos de perturbación que suele lanzar el señor Presidente y que agitan el cotarro, intranquilizan a la gente, tensionan los ánimos a sabiendas de que sus probabilidades de éxito sean muy remotas.

La particularidad en este caso es que la idea se lanzó desde un tinglado lleno de símbolos de intimidación y amenaza que nos hicieron recordar aquellos días nefastos en que los vándalos, las milicias urbanas del Eln y la primera línea pusieron en jaque a Bogotá, sitiaron a Cali y destruyeron el comercio.

El Presidente lo hizo tan explícito que el sabor que quedó, más allá de la idea de la constituyente, fue el de un desafío y una amenaza tan desparpajada como inaceptable.

¿O es que acaso fue coincidencia que se hubiera rodeado en esta oportunidad de la minga o de gente de la primera línea?

¿O simplemente se le chispoteó que él venía de la primera línea y la reivindicó?

¿Y que la tribuna elegida sea el monumento a la resistencia, que representa la mano de un dios indígena de la batalla, acogido por la primera línea como su monumento tutelar, es otra coincidencia más?

* * * *

En síntesis, lo de la constituyente es lo de menos. Lo de más es el conjunto de factores amenazantes derivados de las simbologías de su última arenga si las reformas no son aprobadas.

Ojalá los congresistas a la hora de votar en sus curules ni se vendan, ni se asusten, ni se dejen chantajear ni se arruguen. Ojalá hagan caso omiso de todas esas voces que empiezan a levantarse alimentadas por el miedo, diciendo que si no le aprueban a Petro las reformas que quiere, esto se pone feo. Para que estemos claros: esto se pone más feo si le pupitrean las reformas al Gobierno y aún más feo si los que amenazan logran asustar al Congreso y a las cortes, aunque hasta ahora eso no haya sucedido.

Y ojalá el señor Presidente de la República desista de encender mechas que ni él mismo sería capaz de apagar después, si desembocan en nuevos incendios.

JUAN LOZANO

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¿Constituyente o amenaza?

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18.03.2024
Mejor que nadie, el Presidente sabe que solo y por su propia cuenta, no puede convocar una constituyente. Sabe que solamente mediante una ley de la República, aprobada por un Congreso en el que no tiene mayorías y con control constitucional previo de la Corte Constitucional, se puede convocar una constituyente.

Sabe que a su gobierno ya no le dan los tiempos para lograrlo, dadas la complejidad y la dilación que tendría este trámite en el Congreso y en la Corte, y sabe también que si se convoca por las razones que esgrimió y con el propósito de sustituir una simple función legislativa y reglamentaria en materias como la salud, tampoco superaría el examen constitucional de la Corte.

Sabrá también, me imagino, que dados los resultados de las encuestas y las elecciones de octubre, si se aprueba la convocatoria, muy probablemente pierda la elección, dándole paso a una constituyente adversa a su proyecto que podría, incluso,........

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