El descalabro económico del 2023 es una pésima noticia que, además del impacto natural en las expectativas de los agentes económicos, tendrá efectos directos en las metas de empleo y recaudo en este 2024.

El desplome es mucho más drástico de lo esperado, viniendo de un 10,8 % en 2021 y un 7,3 % en 2022.

Y eso que el dato puede ser aún peor si se repite la mala maña reciente del Dane de corregir tardíamente a la baja los datos que ya ha entregado. Es decir, que la cifra final aún podría ser inferior a 0,6 %.

Décimas menos, décimas más, el resumen es sencillo. El crecimiento está casi paralizado y hay que reactivarlo.

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Buena parte de la culpa de esta catástrofe la tiene el Gobierno Nacional. Pero no es el único culpable. La junta del Banco de la República también tiene culpa y además inciden en la cifra factores que ni el Ejecutivo ni la junta controlan.

El Gobierno ha espantado a los inversionistas y los ha llenado de incertidumbre con sus declaraciones y acciones desarticuladas y agresivas procedentes de distintas fuentes del alto Gobierno, incluidos algunos ministros y exministros y hasta el propio Presidente.

Han puesto en entredicho la seguridad jurídica y el equilibrio de algunos contratos estatales, la seguridad inversionista y hemos presenciado un escalofriante deterioro de las condiciones de seguridad ciudadana y seguridad nacional.

El desplome de la inversión privada por desconfianza y falta de garantías y el desplome de la inversión pública por desconocimiento, improvidencia y desgano en muchas entidades públicas forman un coctel letal.

Por su parte, la junta del Banco, con su manejo de las tasas de interés que sobreenfría la economía, debería tener presente este dato dramático en su próxima sesión para enmendar la plana y corregir estropicios causados. Y ojalá desistan en el Gobierno de la dañina idea de tramitar una nueva reforma tributaria. Bien lo ha dicho Fernando Quijano, director de ‘La República’: “Lo peor de esta catástrofe es que hay rumores no infundados de una eventual tributaria que busque reducir el déficit”.

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Ante esta hecatombe de crecimiento, la buena noticia es que esta situación no es irreversible y que contamos con la fortaleza de Colombia, de los empresarios y de todos los ciudadanos. Invariablemente Colombia supera sus crisis.

Aunque algunos creen que todo intento de rectificación con este gobierno es perdido y que la única esperanza está en el 2026, Colombia no se puede dar el lujo de seguir por esta senda dos largos años más. Hay que arrancar ya y Colombia nos necesita a todos.

El Gobierno debería estar dedicado ya a articular un buen plan contracíclico que, entre otros elementos, contemple una maratón de ejecución (transparente) de la inversión pública, una activación de exportaciones no tradicionales, unos planes sectoriales de choque para vivienda, infraestructura, reactivación industrial, apoyo al comercio y a la agroindustria, así como la recuperación de la seguridad, entre otros. Francamente sorprende y preocupa que el Gobierno no tenga listo este plan.

Todo lo anterior, advertidos de los problemas de recaudo pueden sobrevenir, debe estar enmarcado dentro de unas reales políticas de austeridad en el gasto y focalización adecuada del gasto social lideradas desde la Casa de Nariño para combatir de frente el llamado “Estado derrochón” y un apoyo sin favoritismos partidistas para el impulso decidido de las economías sectoriales y regionales, sin cálculos electorales ni revanchas políticas.

En este plan deberían trabajar articuladamente el sector público a nivel nacional, los gobiernos territoriales y el sector privado.

Es urgente, manos a la obra, señoras y señores del Gobierno, con este plan de choque y señoras y señores de la junta, con la reducción de tasas. No es hora de estridencias, populismos ni vanidades académicas. Serenidad, grandeza, trabajo en colectivo y patriotismo. A trabajar ya. Para mañana es tarde.

JUAN LOZANO

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¿Este desastre tiene reversa? Sí

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19.02.2024

El descalabro económico del 2023 es una pésima noticia que, además del impacto natural en las expectativas de los agentes económicos, tendrá efectos directos en las metas de empleo y recaudo en este 2024.

El desplome es mucho más drástico de lo esperado, viniendo de un 10,8 % en 2021 y un 7,3 % en 2022.

Y eso que el dato puede ser aún peor si se repite la mala maña reciente del Dane de corregir tardíamente a la baja los datos que ya ha entregado. Es decir, que la cifra final aún podría ser inferior a 0,6 %.

Décimas menos, décimas más, el resumen es sencillo. El crecimiento está casi paralizado y hay que reactivarlo.

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Buena parte de la culpa de esta catástrofe la tiene el Gobierno Nacional. Pero no es el único culpable. La junta del Banco de la República también tiene culpa y además inciden en la cifra factores que ni el Ejecutivo ni la junta controlan.

El Gobierno ha espantado a los inversionistas y los ha llenado de incertidumbre con sus declaraciones y acciones........

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