Respetada señora:

Felicitaciones. Ha llegado usted a uno de los cargos más importantes del país, precedida por una valiosa hoja de vida. Las particulares circunstancias que rodearon su elección nos producen a los colombianos una tranquilidad inicial, pues no fue usted objeto ni protagonista de componendas palaciegas.

Tan es así que ni siquiera hizo parte de la terna inicial radicada apresuradamente por el señor Presidente cuando ardía el país por cuenta de las confesiones de Nicolás Petro y solo días después, cuando el petrismo convulsionaba de angustia ante la inclusión de la doctora Cerón y se les volvió tema de vida o muerte recomponer la terna, su nombre fue incluido. Pero no como la favorita, sino como la sustituta.

Desde el comienzo me gustó su actitud. Digna. Tranquila. Sin aspavientos. Honró usted su reputación de mujer estudiosa, serena y ecuánime, desprovista de narrativas ideologizadas y de militancias perturbadoras.

Salió elegida sin dejarse meter en peleas dañinas y sin dejarse rotular como candidata de uno u otro sector, sumó y sumó apoyos por todos lados. Así, lejos de matrículas partidistas y de activismos políticos usted se fue ganando la confianza de magistrados y magistradas que pusieron a prueba cuando a minutos de comenzar la votación final, pero con el proceso ya en curso, decidieron proseguir con la votación que condujo a su elección.

Usted sabe que la renuncia de la doctora Pérez pudo haber dado al traste con su elección, pues la Corte habría podido abstenerse de elegir y si ello hubiera ocurrido, el Gobierno habría podido, incluso, intentar cambiar la terna. Pero la solidez de sus apoyos se impuso. Bien por la Corte. Bien por usted. Y espero sinceramente que bien por la justicia.

* * * *

Sobre su primera entrevista en EL TIEMPO, aplaudo su tono mesurado y sus expresiones precisas. Creo que le asiste plena razón en materia de los inconvenientes e improcedencia de una comisión sustitutiva de la justicia como aquella de la que usted hizo parte con el ministro Velásquez en Guatemala. En efecto, las circunstancias de los dos países son bien distintas.

Valoro también hondamente que salga al quite y le ponga tempranero cierre a la idea delirante e inviable de una ley de punto final, que no sería cosa distinta a un monumento a la impunidad insostenible ante el mundo.

Aunque francamente no creo que haya espacio para una reforma judicial estructural en este gobierno, su voz será importante en las deliberaciones de la Comisión que ha convocado el ministro.

Colombia, señora Fiscal, no aguanta más impunidad. Frente a todo tipo de delitos. Y la impunidad de cuello blanco es aterradora. Políticos descarados que pasan orondos, gobierno a gobierno, inflando sus bolsillos y burlándose del pueblo. Aunque muchos tienen fueros especiales que desbordan su competencia, es mucho lo que aún se puede hacer desde su cargo.

La corrupción se normalizó. La invito, con todo respeto, a que se una a la campaña que hemos emprendido desde el capítulo de Transparencia Internacional en Colombia (Transparencia por Colombia): ser corrupto no debe ser normal. Ser corrupto no puede ser normal. Y los corruptos de cuello blanco como los que se roban la plata de la comida de los niños deben pagar hasta el último día de condena en cárceles ordinarias sin ningún beneficio.

Que su gestión, señora Fiscal, brille por la eficacia, la transparencia, la ecuanimidad y la contundencia. Que no haya sectores perseguidos por la justicia ni premiados con la impunidad. Que no paguen justos por pecadores. Que no haya chivos expiatorios. Que no dejen salir a la calle a los criminales que deben estar encarcelados y que no encarcelen inocentes que deben estar en las calles. Que brille la justicia.

Dios la acompañe, señora Fiscal.

JUAN LOZANO

(Lea todas las columnas de Juan Lozano en EL TIEMPO aquí)

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Carta abierta a la señora Fiscal

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25.03.2024
Respetada señora:

Felicitaciones. Ha llegado usted a uno de los cargos más importantes del país, precedida por una valiosa hoja de vida. Las particulares circunstancias que rodearon su elección nos producen a los colombianos una tranquilidad inicial, pues no fue usted objeto ni protagonista de componendas palaciegas.

Tan es así que ni siquiera hizo parte de la terna inicial radicada apresuradamente por el señor Presidente cuando ardía el país por cuenta de las confesiones de Nicolás Petro y solo días después, cuando el petrismo convulsionaba de angustia ante la inclusión de la doctora Cerón y se les volvió tema de vida o muerte recomponer la terna, su nombre fue incluido. Pero no como la favorita, sino como la sustituta.

Desde el comienzo me gustó su actitud. Digna. Tranquila. Sin aspavientos. Honró usted su reputación de mujer estudiosa, serena y ecuánime, desprovista de narrativas ideologizadas y de militancias perturbadoras.

Salió........

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