Desde el pellejo de los pacientes, lo más grave que está pasando tras las medidas de intervención forzosa adoptadas en medio del despecho político del Gobierno es que estamos a punto de pasar de la crisis financiera a la crisis de atención en salud.

Desde hace años todos los actores relevantes y los expertos en salud habían advertido sobre la profundidad de la crisis financiera y, dicha sea la verdad, así duela, ninguno de muchos que hoy se rasgan las vestiduras lograron solucionarla.

Sin embargo, ni la reforma ni el actuar de este gobierno han apuntado en el sentido correcto para conjurar la crisis financiera ni para prevenir la crisis de atención, que sería una catástrofe, poniendo en peligro la vida y la salud de los pacientes. Por el contrario, lejos de arreglar los problemas, este gobierno los ha profundizado, ha deteriorado aún más el sistema y ha sembrado incertidumbre y hasta pánico entre los usuarios actuales y potenciales del sistema.

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Y no es que al Presidente le falte razón frente a algunos asuntos puntuales del sistema. Por ejemplo, está en lo correcto al pretender que este sea mucho más preventivo o al buscar la extensión del sistema a decenas de municipios donde hoy brilla por su ausencia para que sea más equitativo.

Y también tiene razón el Presidente –y personalmente apoyo esa solicitud– en pretender que se persiga y castigue a los corruptos que han desangrado al sector.

A propósito, en medio de tanto discurso sobre la lucha anticorrupción debería empezar con procurar que se desenmascare a quienes, dicen, se volvieron petristas para tapar su pasado corrupto en varios sectores, incluido el de la salud.

No es creíble el discurso anticorrupción si el Gobierno premia a quienes se asocian con la corrupción.

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Dicho eso, el grave error del Gobierno en materia de salud ha radicado en poner en peligro y amenazar con demoler lo que el sistema ha logrado, que es mucho, tal como lo muestran los datos serios y las estadísticas confiables sobre cobertura del aseguramiento y calidad del servicio.

La incapacidad del Gobierno de consensuar una reforma que construyera sobre lo construido condujo a la votación negativa que, salvo por el recurso interpuesto, tiene muerta la iniciativa.

Bien por los senadores y senadoras que no se dejaron enmermelar ni intimidar. Bien por la firmeza del presidente del Senado. Y mal por la reacción revanchista que desconoce que la independencia del Congreso es garantía esencial de la democracia.

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Ahora, la tarea del Gobierno debe enfilarse a evitar una crisis de atención que deteriore la salud de los colombianos o los mate. Y debe procurar que el sistema se le siga desbaratando en sus manos.

Para ello se requieren varios elementos:

1. Plata, que no han querido poner en la cantidad requerida. El Minhacienda tiene la pelota en su cancha.

2. Pleno acatamiento a orden de pago de la Corte y al espíritu de esa orden.

3. Corrección al alza de la UPC.

4. Accionar inmediato para solucionar la crisis de medicamentos que dejaron incubar y que no está resuelta.

5. Respeto y consideración por profesionales y auxiliares de la salud, por asociaciones y sociedades científicas y por asociaciones de pacientes y de sociedad civil.

6. Eficacia, transparencia y rectitud en las intervenciones e interventores lejos de la politiquería, el revanchismo y los sesgos ideológicos.

7. Patriotismo, serenidad y eficiencia en la Supersalud.

8. Celeridad y oportunidad en el accionar de los organismos de control.

9. Disposición al diálogo respetuoso y constructivo para evitar catástrofes mayores.

10. Veeduría ciudadana permanente organizada y rigurosa. Hay mucho que defender y mucho por lo cual luchar desde la perspectiva del bien colectivo y la salud de los colombianos.

JUAN LOZANO

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Crisis de atención y servicio a pacientes

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08.04.2024
Desde el pellejo de los pacientes, lo más grave que está pasando tras las medidas de intervención forzosa adoptadas en medio del despecho político del Gobierno es que estamos a punto de pasar de la crisis financiera a la crisis de atención en salud.

Desde hace años todos los actores relevantes y los expertos en salud habían advertido sobre la profundidad de la crisis financiera y, dicha sea la verdad, así duela, ninguno de muchos que hoy se rasgan las vestiduras lograron solucionarla.

Sin embargo, ni la reforma ni el actuar de este gobierno han apuntado en el sentido correcto para conjurar la crisis financiera ni para prevenir la crisis de atención, que sería una catástrofe, poniendo en peligro la vida y la salud de los pacientes. Por el contrario, lejos de arreglar los problemas, este gobierno los ha profundizado, ha deteriorado aún más el sistema y ha sembrado incertidumbre y hasta pánico entre los usuarios actuales y potenciales del sistema.

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