No podemos normalizar la corrupción. No podemos aceptar que los corruptos se camuflen entre la indiferencia colectiva y la resignación ciudadana ante la arrogancia de los corruptos impunes.

No podemos seguir tolerando, por el daño que le hacen a la sociedad, frases como “roba, pero hace”, “a fin de cuentas, todos roban”, “que robe, pero poquito”.

En buena hora la Corporación Transparencia por Colombia, capítulo nacional de Transparencia Internacional, la organización más grande de su género en el mundo dedicada a la lucha anticorrupción, ha emprendido en Colombia una metódica campaña para combatir esta dañina metástasis del cáncer de la corrupción que se ha instalado en la mente y el corazón de millones de colombianos.

En efecto, normalizar la corrupción equivale a renunciar a la persecución de los corruptos. Equivale a la aceptación de sus crímenes y del daño que nos han hecho a todos.

Normalizar la corrupción equivale a premiar con nuestra resignación a estos criminales que, en vez de ser aceptados socialmente, deben ser denunciados, procesados y condenados para que paguen en cárceles de verdad hasta el último día de las condenas que merecen.

* * * *

Dice Transparencia por Colombia que con los 92 billones 220 mil millones estimados que se han robado se hubieran podido construir 461.000 casas o 32 hospitales de alto nivel con personal médico incluido.

La verdad es que las cuentas sobre la corrupción son tan escalofriantes como imprecisas, pues la misma normalización de la corrupción ha aceptado como normal los sobreprecios en los contratos de prestación de servicios, el pago de deudas electorales con cargo a la contratación pública, los sobrecostos en los contratos de suministros, obra pública y consultoría, los testaferros de los altos funcionarios recibiendo la plata maldita de las coimas y los serruchos, en fin.

En muy buena medida, la cuna de la corrupción se ubica en las campañas electorales con gastos desbordados no declarados que convierten al Estado en un botín de los triunfadores.

Eso también se normalizó y no es normal.

No puede ser normal que lleguen a robar y a repartirse el botín.

* * * *

Entiendo que a muchos los desanime la normalización de la corrupción. Pero no podemos bajar la guardia, ni renunciar a nuestro empeño tutelar de construir entornos de integridad en nuestro país. Hace casi 25 años fundamos Transparencia por Colombia –corporación que presidí por muchos años y de la cual hoy soy Consejero Rector, advierto– con un grupo de colombianos y patriotas que hacen parte de la entidad y colaboran con ella, que no han parado de trabajar intensa y abnegadamente a lo largo de todo este tiempo con apoyo de cooperantes y aliados nacionales e internacionales.

Transparencia por Colombia ha desarrollado múltiples herramientas anticorrupción como pactos de integridad, índices, monitores ciudadanos, tableros de datos abiertos, cacería de elefantes blancos, lucha antirratas, un centro de asesoría legal anticorrupción, guardianes anticorrupción y a lo largo de estos años ha contribuido con la adopción de varios estatutos anticorrupción y muchas normas pro transparencia. Sin embargo, no obstante los grandes logros, los corruptos cada vez son más audaces y más implacables, y los colombianos se sienten más agobiados por la corrupción.

Por eso, Transparencia por Colombia está desarrollando su Escuela Ciudadana Anticorrupción y está impulsando el necesario proyecto de protección de denunciantes. Y por eso, también resulta determinante ganar esta batalla ciudadana para que nunca más se normalice la corrupción, como si esa fuera una maldición insuperable incorporada en el ADN de los colombianos. No, señores. No, señoras. Ser corrupto no es normal y tenemos que actuar en consecuencia para que todas las herramientas, leyes y estatutos anticorrupción puedan ser verdaderamente eficaces.

JUAN LOZANO

(Lea todas las columnas de Juan Lozano en EL TIEMPO aquí)

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Ser corrupto no es normal

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18.12.2023

No podemos normalizar la corrupción. No podemos aceptar que los corruptos se camuflen entre la indiferencia colectiva y la resignación ciudadana ante la arrogancia de los corruptos impunes.

No podemos seguir tolerando, por el daño que le hacen a la sociedad, frases como “roba, pero hace”, “a fin de cuentas, todos roban”, “que robe, pero poquito”.

En buena hora la Corporación Transparencia por Colombia, capítulo nacional de Transparencia Internacional, la organización más grande de su género en el mundo dedicada a la lucha anticorrupción, ha emprendido en Colombia una metódica campaña para combatir esta dañina metástasis del cáncer de la corrupción que se ha instalado en la mente y el corazón de millones de colombianos.

En efecto, normalizar la corrupción equivale a renunciar a la persecución de los corruptos. Equivale a la aceptación de sus crímenes y del daño que nos han hecho a todos.

Normalizar la corrupción equivale a premiar con nuestra resignación a........

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