Porque los adultos mayores les pidieron que no llegaran tarde a casa, los adolescentes rebeldes aparecen a la madrugada después de una larga rumba. Y si les piden los adultos mayores que no tomen trago, se bajan unos buenos guaros en nombre de su derecho de hacer lo que les da la gana, de su libertad, de su autonomía y de su independencia.

Con todo respeto por los ilustres miembros de la sacrosanta junta del Banco de la República, pero así aparecen a ratos, cuando se tapan los ojos y los oídos escudándose en el precepto constitucional que garantiza su autonomía y su independencia.

Y que conste que soy un defensor a ultranza de esa independencia y un enemigo declarado de cualquier triquiñuela que busque socavar su autonomía. Pero creo que su autonomía y su independencia no son sinónimo de una licencia para encerrarse en la Jiménez con séptima de espaldas a las agobiantes realidades sociopolíticas y socioeconómicas de Colombia.

Creo en la ecuación fundamental del equilibrio institucional según la cual a mayor libertad, mayor responsabilidad y observo con preocupación cómo esta ecuación pareciera no regir en los cuarteles de la junta del Banco de la República. Se han acostumbrado a no responder por sus decisiones, escudados en su independencia.

* * *

Creo que la junta del Banco de la República ha sido determinante desde la proclamación de la Constitución de 1991 para la estabilidad macroeconómica del país y –repito– debemos garantizar hacia el futuro su independencia.

Ello, sin embargo, no les debería impedir su sano ejercicio de autocrítica. Y no todo han sido aciertos. Han cometido, también, costosos errores.

Fueron absolutamente paquidérmicos, lentos, simplistas e indolentes ante las señales que indicaban que vendría una inflación disparada. Se demoraron en subir las tasas. Fueron timoratos. Y todo el país terminó pagando ese costo.

En efecto, hay que recordarles que la junta del Banco de la República ni reaccionó a tiempo ni hizo lo suficiente. Les cogió la noche.

Hoy están repitiéndonos la dosis, pero al revés. Con una economía enfriándose y una inflación que ha venido cayendo, ellos, como el adolescente rebelde, nos están recordando que hacen lo que les da la gana y que se proponen bajar las tasas a paso de tortuga. Eso en música se llama ‘delay’ y caracteriza la llegada tarde, la demora, la dilación y la tardanza.

Como nadie les pide cuentas, creen que no tendrán que responderle a ninguna empresa, a ningún empresario, a ningún ciudadano, a ningún asfixiado por las tasas de interés, a ninguna empresa que está trabajando solo para pagar intereses.

No salen de su refugio construido a punta de ‘papers’ académicos de quienes no pagan nóminas, no arriesgan sus capitales ni generan empleo.

Respeto profundamente a quienes han dedicado su vida a estudiar y a escribir ‘papers’. A muchos de ellos consulto y admiro. Pero, hoy por hoy, no tengo duda del daño que causan la arrogancia académica y la indolencia frente a los sectores productivos y frente a las angustias de los ciudadanos de a pie. Urge una baja sustancial de las tasas de interés.

* * *

Todo indica que ya tienen casi preacordada una reducción insuficiente de 50 puntos básicos. Como hoy nadie les reclama por sus errores permitiendo que ante su lentitud, la inflación se trepara por el ascensor, hoy pretenden que las tasas bajen por la escalera con la certeza de que en el futuro nadie será responsable de los estropicios que están causando.

A la salida de la próxima junta anunciarán solemnemente ante el país que redujeron 50 puntos básicos las tasas y cuando estalle el coro de aplausos para señalar que era una medida necesaria, levantaré mi voz para insistir en que en vez de aplausos, esa decisión merece reproches por tibia, por limitada, por facilista y por insuficiente.

JUAN LOZANO

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Tasas de interés y adolescentes rebeldes

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15.01.2024

Porque los adultos mayores les pidieron que no llegaran tarde a casa, los adolescentes rebeldes aparecen a la madrugada después de una larga rumba. Y si les piden los adultos mayores que no tomen trago, se bajan unos buenos guaros en nombre de su derecho de hacer lo que les da la gana, de su libertad, de su autonomía y de su independencia.

Con todo respeto por los ilustres miembros de la sacrosanta junta del Banco de la República, pero así aparecen a ratos, cuando se tapan los ojos y los oídos escudándose en el precepto constitucional que garantiza su autonomía y su independencia.

Y que conste que soy un defensor a ultranza de esa independencia y un enemigo declarado de cualquier triquiñuela que busque socavar su autonomía. Pero creo que su autonomía y su independencia no son sinónimo de una licencia para encerrarse en la Jiménez con séptima de espaldas a las agobiantes realidades sociopolíticas y socioeconómicas de Colombia.

Creo en la ecuación fundamental del........

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