Independientemente de cuál sea el conflicto que se libre o el bando al que pertenezcan, quienes viven la guerra la tramitan de forma similar. En términos generales, en una guerra uno identifica tres tipos de personas.

(También le puede interesar: La negociación con el ‘Estado Mayor Central’)

En el primer grupo están aquellas a las que la vida las empujó a la guerra, ya sea por necesidad de supervivencia debido a ausencia de oportunidades socioeconómicas, abandono o falta de afecto, o porque fueron reclutadas forzosamente. En las primeras circunstancias, uniéndose al grupo buscan resolver dolores y aspiraciones tanto materiales como inmateriales. Estas últimas hacen referencia especialmente a la necesidad de pertenencia (ser parte de...).

Cuando uno analiza cómo este grupo tramita la culpa, se da cuenta de que esta se diluye porque hay difusión de la responsabilidad. Cada uno desempeña una parte del trabajo: realiza seguimientos, proporciona información, cuida secuestrados, etc. Sin embargo, el secuestro, o cualquier acto similar que realice, es responsabilidad de otro, de un superior, de una autoridad “legítima” que dio la orden. Estas personas abandonan la guerra si hallan oportunidades de vida por fuera del conflicto y si el Estado hace presencia en los territorios, porque lo más valioso que estarían recibiendo a cambio es su libertad.

Muchos tuvieron que haber pasado previamente por circunstancias que les “endurecieron el alma y el corazón”, por lo que llevan puesta una “coraza” que les dificulta sentir empatía.

En segundo lugar están aquellas que entraron al conflicto por una necesidad de reconocimiento, en la cual el dinero, el poder, la fuerza y la adrenalina, más que un fin en sí mismo, son un medio para atender esa necesidad básica que tenemos todos los seres humanos de sentir que somos “alguien”. En este grupo también se incluyen aquellas personas que se afilian a una organización armada para cobrar venganza con la contraria. Estas tramitan la culpa depositando la responsabilidad en un tercero y quedando por fuera de la ecuación. Este tercero puede ser otra persona u organización, el Estado, las condiciones de desigualdad y exclusión, etc.

Para encontrarse en esta situación, muchos tuvieron que haber pasado previamente por circunstancias que les “endurecieron el alma y el corazón”, por lo que llevan puesta una “coraza” que les dificulta sentir empatía y ponerse en el lugar del otro. Además del acoso militar, que es importante porque les hace sentir que pueden perder la batalla, está la necesidad de reconocimiento y validación, de sentir que son respetados, aceptados y valorados en otros aspectos de sus vidas, por algo más allá del dinero y el poder que pueden alcanzar con las armas.

Finalmente, están aquellas personas que ingresaron a la guerra por un sueño, una causa. En este caso hay una decisión ideológica motivada ya sea por exclusión política, persecución del Estado o cualquier otra forma de descontento. Estas personas se caracterizan por tener una voluntad de lucha muy fuerte, con la que se ven a sí mismos como partícipes y agentes del cambio del mundo que quieren ver y ayudar a construir. En el fondo está su necesidad de dejar huella. Aquí la culpa está en la intención. Pero, como sienten que su intención era buena y se juegan la vida por el bien del pueblo, solo después de tomar distancia frente al escenario de la guerra y escuchar a las víctimas es que se dan cuenta de lo que la guerra generó en otros, y toman conciencia del daño cometido.

En esta nueva etapa, donde la guerra es por la codicia, el grueso de quienes forman parte del conflicto pertenecen al segundo grupo, el más difícil de sacar de allí, aunque no imposible. La ventana de oportunidad está en el cansancio que trae consigo una guerra prolongada en el tiempo.

Como se puede apreciar, la humanidad de quienes viven el conflicto es mucho más profunda de lo que se ve.

JULIANA MEJÍA

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El ser humano en la guerra

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30.11.2023

Independientemente de cuál sea el conflicto que se libre o el bando al que pertenezcan, quienes viven la guerra la tramitan de forma similar. En términos generales, en una guerra uno identifica tres tipos de personas.

(También le puede interesar: La negociación con el ‘Estado Mayor Central’)

En el primer grupo están aquellas a las que la vida las empujó a la guerra, ya sea por necesidad de supervivencia debido a ausencia de oportunidades socioeconómicas, abandono o falta de afecto, o porque fueron reclutadas forzosamente. En las primeras circunstancias, uniéndose al grupo buscan resolver dolores y aspiraciones tanto materiales como inmateriales. Estas últimas hacen referencia especialmente a la necesidad de pertenencia (ser parte de...).

Cuando uno analiza cómo este grupo tramita la culpa, se da cuenta de que esta se diluye porque hay difusión de la responsabilidad. Cada uno desempeña una parte del trabajo: realiza seguimientos, proporciona información, cuida secuestrados, etc.........

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