A menudo se escucha que el problema principal del país es el narcotráfico. Sin embargo, esta perspectiva se queda corta cuando analizamos el fenómeno y descubrimos que, además del negocio de las drogas, hemos migrado hacia otras economías ilícitas, como la minería ilegal, el tráfico de madera, el contrabando, el ‘gota a gota’, la trata de personas, entre otras.

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Si bien en Colombia hay unas condiciones que sirven de caldo de cultivo para que esta situación se presente, como la ausencia del Estado en muchas regiones del territorio y la vulnerabilidad económica de una parte importante de la población, el hecho de que haya migración entre economías ilícitas nos debe cuestionar sobre la verdadera magnitud del problema y sobre dónde estamos poniendo el esfuerzo.

Colombia, desafortunadamente, se ha convertido en un país en cuyo imaginario colectivo nacional ha hecho carrera una narrativa que roza con la apología del delito. En medio de la falta de oportunidades, portar un arma y conseguir “dinero fácil” les ha ofrecido a muchos la posibilidad de “ser alguien” y ganar “respeto” y “reconocimiento” en sus entornos, convirtiéndose, así, en una vía de ascenso social.

¿Qué tal si adoptamos, entonces, un enfoque disruptivo y abordamos el problema a partir de provocaciones positivas posicionando en el imaginario colectivo nacional otro tipo de referentes? La gente aprende más por lo que ve que por lo que se le dice. Como el ejemplo es determinante, al posicionar nuevos referentes, también se promueven otros valores y surge una nueva narrativa donde la apología no es hacia el delito, sino hacia aquellos que, a pesar de las adversidades, están haciendo las cosas bien.

Personas con una fuerza en el corazón envidiable que en alguna parte del país están haciendo cosas increíbles para transformar sus territorios, ofreciendo a otros propósito, sentido de pertenencia y una posibilidad para soñar. Al visibilizar los liderazgos positivos de base no solo empoderamos a esos líderes, sino que también mostramos a otros que hay caminos de esperanza. Si, al mismo tiempo, ponemos los incentivos donde deben estar y premiamos estos liderazgos,

se convierten en una aspiración para muchos. En el entretanto, la conversación cambia, se eleva de nivel y se resignifican palabras bajo una narrativa común.

En este camino de posicionar nuevos referentes, el cuidado al cuidador es crucial. La labor del liderazgo muchas veces es solitaria, y el apoyo a la salud mental y emocional de los líderes es fundamental para que no se desanimen y pierdan el sentido de lo que hacen. Además, el liderazgo social es un trabajo como cualquier otro y, por lo tanto, debe ser remunerado. No puede ser que los líderes tengan “la agenda llena y la nevera vacía”. Si queremos que sean referentes que compitan con aquellos de la ilegalidad, tenemos que tener claro que, aunque no necesitan lujos, tampoco pueden pasar necesidades. Los liderazgos deben ser cuidados, capacitados y apoyados en lo que les resulta más difícil de llevar a cabo. También es esencial brindarles oportunidades de conexión relacional para que salgan de su territorio, amplíen su perspectiva, se formen en diversos temas, se conecten con otros procesos y encuentren apoyo en personas que enfrentan situaciones semejantes.

En fin, al concentrarnos en visibilizar y apoyar a los liderazgos positivos existentes, posicionamos en el imaginario colectivo nacional otro tipo de referentes que, eventualmente, se convierten en una aspiración para muchos. A fin de iluminar el país con una narrativa y perspectiva de futuro distinta, un camino disruptivo y eficiente es “poner más brillo donde ya hay luz”.

QOSHE - La importancia de los referentes - Juliana Mejía
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La importancia de los referentes

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07.03.2024
A menudo se escucha que el problema principal del país es el narcotráfico. Sin embargo, esta perspectiva se queda corta cuando analizamos el fenómeno y descubrimos que, además del negocio de las drogas, hemos migrado hacia otras economías ilícitas, como la minería ilegal, el tráfico de madera, el contrabando, el ‘gota a gota’, la trata de personas, entre otras.

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Si bien en Colombia hay unas condiciones que sirven de caldo de cultivo para que esta situación se presente, como la ausencia del Estado en muchas regiones del territorio y la vulnerabilidad económica de una parte importante de la población, el hecho de que haya migración entre economías ilícitas nos debe cuestionar sobre la verdadera magnitud del problema y sobre dónde estamos poniendo el esfuerzo.

Colombia, desafortunadamente, se ha convertido en un país en cuyo........

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