En la UE hay nueva legislación sobre IA y en EE. UU. permanente debate sobre regulación de las redes sociales, en especial por sus efectos nocivos en los jóvenes cuando hay adicción, dependencia o idolatría. Pero no parecen mitigados los riesgos del todo.

Los europeos son más estrictos que los norteamericanos después del informe de ‘Nature’ en 2022 que llamó la atención sobre la nocividad, más para las generaciones Y y Z, de la exposición prolongada e incontrolada a las redes. La depresión, la ansiedad y las tendencias suicidas son consecuencias digitales comunes entre los nacidos desde los 90. Las plataformas niegan la correlación, pero hay evidencia filtrada a medios como el WSJ, donde el propio Instagram establece que su acción incontrolada produce graves efectos sobe la salud mental de los usuarios jóvenes.

Según ‘Nature’, las etapas más propensas al deterioro mental son la pubertad y los 19 años. A esa edad, hará cuatro años este junio, Emma Lembke desde San Luis, Misuri, lanzó un movimiento para estimular la reacción de jóvenes afectados por su relación con el mundo digital. Emma, a diferencia de Greta Thunberg, no aparece en ‘Wikipedia’; ¡faltaría más! Pero es quien asistió a un debate en el Congreso de EE. UU. para denunciar sus afecciones alimentarias y sicopáticas generadas por las redes, a las que se conectó intensamente desde los doce años. El movimiento se llama LOG OFF, ‘desconexión’. Propende a la regulación de las redes para que se mitiguen la alteración de los comportamientos de los adolescentes y el abuso de los niños en las redes.

Cuenta Emma en ‘El País’ que primero fue Instagram, luego Snapchat. Su ansiedad crecía al compararse crecientemente con los ideales de sus interlocutores en materia estética o de intereses. Los ‘likes’ de Facebook y los trinos se volvieron para ella razón única de existir. Cuando no ponían ‘me gusta’ en sus publicaciones la frustración era perturbadora. Llegó un momento en que notó que su relación con el celular estaba regida por el reflejo de Pavlov: bastaba con que sonara o vibrara para mirarlo y responder de inmediato, fuese el mensaje importante o no. Fue consciente de su absoluta dependencia del mundo digital: había perdido la autoestima y el libre albedrío.

Las asociaciones de psicólogos insisten en que las redes no son buenas ni malas. Dependen de la manera y de la cantidad de su consumo, así como de la honestidad de los generadores de material digital. Allí está el corazón del problema: como cualquier fenómeno adictivo, las redes pueden matar. Reguladas y con plataformas transparentes, pueden beneficiar, sin olvidar que no son comunidades.

Los adolescentes tienen una psiquis en formación y las redes en exceso afectan su maduración, más en las mujeres. Las tendencias suicidas entre los jóvenes en EE. UU., exacerbadas por la mayor exposición digital durante el covid, son el doble de hace una década. En Colombia las cifras muestran esa tendencia: para la Defensoría del Pueblo, en 8 años hubo más de 35.000 intentos de suicidio entre jóvenes de 6 a 17 años, el 75 % de mujeres; más de 2.100 fueron fatales.

Emma propone dos medidas: salvaguardias y transparencia de los algoritmos. Consisten en impedir que los adolescentes y niños sean contactados digitalmente por adultos desconocidos, por fuera de una lista cerrada; y prohibir ventanas emergentes cuando el joven busca en internet. Sensato y difícil, sobre todo si los congresos y demás autoridades de regulación no oyen a los jóvenes digitales.

Las grandes compañías tecnológicas deben entender responsablemente que sus utilidades se están construyendo, en buena medida, sobre la estabilidad mental de los futuros ciudadanos, los que tendrán el poder de decidir si ellas y el mundo sobreviven, o si se hunden por no aprovechar la tecnología para su progreso, sino egoístamente para su destrucción. No nos desconectemos de esta realidad.

La actitud insana de algunos tuiteros nacionales corrobora que las redes sí enloquecen.

LUIS CARLOS VILLEGAS

(Lea todas las columnas de Luis Carlos Villegas en EL TIEMPO aquí)

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24.03.2024
En la UE hay nueva legislación sobre IA y en EE. UU. permanente debate sobre regulación de las redes sociales, en especial por sus efectos nocivos en los jóvenes cuando hay adicción, dependencia o idolatría. Pero no parecen mitigados los riesgos del todo.

Los europeos son más estrictos que los norteamericanos después del informe de ‘Nature’ en 2022 que llamó la atención sobre la nocividad, más para las generaciones Y y Z, de la exposición prolongada e incontrolada a las redes. La depresión, la ansiedad y las tendencias suicidas son consecuencias digitales comunes entre los nacidos desde los 90. Las plataformas niegan la correlación, pero hay evidencia filtrada a medios como el WSJ, donde el propio Instagram establece que su acción incontrolada produce graves efectos sobe la salud mental de los usuarios jóvenes.

Según ‘Nature’, las etapas más propensas al deterioro mental son la pubertad y los 19 años. A esa edad, hará cuatro años este junio, Emma Lembke desde San Luis, Misuri, lanzó un movimiento........

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