La salvaje masacre de Hamás en los kibutz israelíes es censurable desde absolutamente todo punto de vista. Así al presidente Petro le resulte indiferente. Es increíble que la principal arma de Hamás para atacar a Israel sea el sufrimiento de su propio pueblo: tenía que tener prevista la brutal reacción del gobierno israelí.

Este espectáculo nos hace cerrar 2023 con gran desazón: ¿Estaremos en un proceso de deshumanización, consistente en comportarnos más parecido a las fieras que a los humanos?

Por un lado está Hamás, sintiéndose con el derecho de matar, violar y secuestrar israelíes. Por el otro Israel, defendiendo el suyo de acabar con Hamás, aun a costa de la vida de miles de palestinos aplastados por las bombas y de otros miles amenazados por el hambre y la enfermedad, muchos que ni siquiera apoyan a Hamás, y algunos que hasta lo detestan. ¿Es decir, como Hamás masacró 1.200 israelíes, eso le dio licencia a Israel para matar a 20.000 palestinos? (Y contando...)

El esfuerzo en 1948 por parte de Naciones Unidas por diseñar una partición que hiciera posible la creación de dos Estados ha fracasado, hasta hoy. Y desde entonces, han pasado más de 30 años de negociaciones fallidas.

A esta hora las partes parecen en un callejón sin salida. Mientras Yahya Sinwar, cerebro del atroz ataque de Hamás del 7 de octubre, anuncia desde su escondite que esta guerra contra Israel “continuará hasta el final”, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, dice lo propio a sus soldados: “Estamos orgullosos de ustedes y de su determinación y ganas de continuar hasta el final”.

Pero, irónicamente, muchos analistas ven, en medio de tanta sangre, una nueva oportunidad. La de sentarse otra vez a conversar, lo cual no se intenta desde 2014.

Porque es obvio que ninguna de las dos naciones puede vivir en una guerra perpetua; ni a Israel lo salva su superioridad militar, como quedó demostrado con la masacre de Hamás, que no fue anticipada por la mundialmente famosa inteligencia israelí, aunque el ‘New York Times’ dice que sí, pero que no la tomaron en serio. Bajaron la guardia. Solo le tomaba al ejército dos horas para llegar a los kibutz atacados, pero se demoró más de 10 horas.

A Israel tampoco le convienen, para su prestigio como una democracia moderna, las imágenes de los devastados habitantes de Gaza, ni su radicalización, que puede estar fomentando esa brutal retaliación contra Hamás, que inevitablemente es a través de la población civil. Israel no tuvo ninguna idea creativa distinta de su plan de exterminio militar y la historia se repite.

Históricamente se han planteado dos salidas: o la convivencia de dos Estados, uno de Israel con uno de Palestina, o la creación de un solo Estado en el que todos tengan los mismos derechos y puedan convivir sin canibalizarse el pequeño territorio. Ninguna de las dos satisface a sus pueblos. Pero esta falta de confianza de los ciudadanos se la achacan los analistas a sus actuales líderes, a quienes creen llegada la hora de reemplazar, precisamente por su escaso liderazgo.

Netanyahu lleva ya 6 gobiernos en los últimos 30 años. Ha pasado la mayoría de su carrera evitando que surja un Estado palestino. Pero el 76 % de los israelíes quieren que se vaya y que se convoquen nuevas elecciones. Su contraparte, el presidente palestino, Mahmud Abás, tiene fama de corrupto; a sus 88 años, de anquilosado; y carece de legitimidad democrática: lleva al frente de la Autoridad Palestina veinte años, cuando originalmente su período solo era de cuatro.

Lo más factible por ahora es que se vuelva a trabajar sobre la tesis de los dos Estados. Pero ha fracasado tantas veces que muy pocos la ven con seriedad; desde las conversaciones de paz en Madrid, en 1991, y luego los acuerdos de Oslo, que establecieron un plazo de 5 años para crear el Estado palestino. Fracasaron también las cumbres de Camp David y Taba, “el camino hacia la paz” de Bush, la diplomacia de Obama y hasta el yerno de Trump, ¡a quien el entonces presidente de EE. UU. encargó de tan quijotesca misión!

Esta vez habría una ventaja: que el ambiente entre el mundo árabe es bien distinto al que existía en los diálogos de Oslo, cuando Israel solo tenía relaciones con Egipto. Hoy las tiene con 6 Estados árabes y Arabia Saudita está muy interesada en entrar en el parche. Peligrosamente, queda por fuera Irán, que respalda a Hamás. En reciente encuentro en Catar, los países del Golfo resolvieron trabajar con Jordania, Egipto y los poderes occidentales para armar una coalición internacional que empuje la solución de dos Estados. Con EE. UU. y la UE presionando a Israel, y los demás, a Palestina. Y acabar con esta matazón.

¿Será que en el 2024 nos podremos comportar más como seres humanos que como animales? Aunque muy frecuentemente, los animales nos ganan en inteligencia, nobleza y generosidad...

MARÍA ISABEL RUEDA

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¿Animales o humanos?

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31.12.2023

La salvaje masacre de Hamás en los kibutz israelíes es censurable desde absolutamente todo punto de vista. Así al presidente Petro le resulte indiferente. Es increíble que la principal arma de Hamás para atacar a Israel sea el sufrimiento de su propio pueblo: tenía que tener prevista la brutal reacción del gobierno israelí.

Este espectáculo nos hace cerrar 2023 con gran desazón: ¿Estaremos en un proceso de deshumanización, consistente en comportarnos más parecido a las fieras que a los humanos?

Por un lado está Hamás, sintiéndose con el derecho de matar, violar y secuestrar israelíes. Por el otro Israel, defendiendo el suyo de acabar con Hamás, aun a costa de la vida de miles de palestinos aplastados por las bombas y de otros miles amenazados por el hambre y la enfermedad, muchos que ni siquiera apoyan a Hamás, y algunos que hasta lo detestan. ¿Es decir, como Hamás masacró 1.200 israelíes, eso le dio licencia a Israel para matar a 20.000 palestinos? (Y contando...)

El esfuerzo en 1948 por parte de Naciones Unidas por diseñar una partición que hiciera posible la creación de dos Estados ha fracasado, hasta hoy. Y desde entonces, han pasado más de 30 años de negociaciones fallidas.

A esta hora las partes........

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