¡Y aquí va la piedra! ¡Y toma otra! ¡Ahora un buen trino que duela, que burle, que insulte y que destruya! ¡Que no quede nada! Y si la piedra llega y el trino tiene acogida, y rompen la fachada… el daño es grande y costoso. Si además se quiebran la estructura, la credibilidad y se desanima el espíritu… la herida es definitiva. Me preocupan las instituciones.

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La razón de ser y el propósito de las instituciones debe tener su centro en el bienestar del ser humano y la comunidad de su interés. No lo puede olvidar. Es por eso que el individuo debe observar, evaluar y exigir el buen desempeño de las mismas no solo desde sus motivos fundacionales y ejecución, también en su habilidad de alinearse y actualizarse con la evolución de los tiempos.

Las instituciones proveen de estructura, estabilidad y organización a las comunidades. No importa su tipo: sociales, políticas, civiles, profesionales, religiosas, educativas, etc. Sus acuerdos, que deben tener nobleza de intención, definitivamente tienen un riesgo: el ser humano. Esas personas que actúan en su creación y participan en su administración pueden estar entre aquellas rectas e infranqueables, todos los matices posibles en el medio, y las turbias y convenientes. Sin embargo, solo desde estos centros podemos conquistar una evolución sincronizada y armónica porque traen orden mientras se rigen por los valores y la ley. No por nada las instituciones fuertes protegen de los hombres ineptos. (Ya cada cual le pone nombre propio a “inepto”).

Me inquieta entonces que en las decepciones y desacuerdos, válidos y no, con los desempeños de las organizaciones correctas de propósito sufran rechazos que traspasen a las personas responsables de liderarlas y alcancen a las instituciones en sí mismas, lastimando su credibilidad, capacidades de gestión e influencia.

Las instituciones proveen de estructura, estabilidad y organización a las comunidades. No importa su tipo.

Ejemplos. Yo también estoy en desacuerdo con comportamientos y directrices de Gustavo Petro, pero no por ello irrespeto o ataco la institución de la Presidencia como esencia de la democracia.

Yo también me decepciono cada vez que la justicia, quizás la primera de las instituciones, no actúa con pertinencia o se deja llevar por las presiones políticas y mediáticas, pero no por ello la irrespeto y desconozco su rol.

Yo también rechazo los excesos de violencia y los falsos positivos de las Fuerzas Armadas, pero no por ello niego sus esfuerzos en cumplir con la defensa de la población frente a la violencia de los revolucionarios, de los negocios ilícitos y el crimen organizado. Yo también rechazo la muerte de un bebé inocente por los bloqueos de las marchas en el Cauca, pero no por ello niego el derecho a la protesta sin violencia que describe la Constitución y la desigualdad especial que existe en muchas zonas de Colombia.

Yo también considero que los delitos, y el encubrimiento de pedofilia de la Iglesia católica, son imperdonables, pero no por ello niego su liderazgo espiritual y su labor social en sectores de la sociedad.

Yo también espero más velocidad en los temas de inclusión y equidad, pero no por ello olvido los avances conquistados y desconozco los retos de los procesos de aprendizaje.
Yo también me preocupo por el medioambiente y rechazo el abuso, pero no por ello me aparto de las realidades y necesidades de una Colombia balanceada.

Sí, las instituciones son imperfectas aunque tengan pureza de intención en sus fundamentos. El peligro del nombramiento en sus cabezas de cuotas, modas y amiguismos en lugar de mentes idóneas afecta no solo los resultados de corto plazo, también la estabilidad de su respeto e influencia en largo plazo. Se requiere abrazarlas para que puedan crecer sin protegerlas de críticas y exigencias, pero hechas no para ahogarlas ignorando su importancia y fragilidad sino para exigir con rigor el cumplimiento de su propósito y su evolución. Atacarlas sin consciencia es atacar el desarrollo ordenado del hombre.

MARTHA ORTIZ@MOrtizMEDIA

(Lea todas las columnas de Martha Ortiz en EL TIEMPO, aquí)

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La piedra contra las instituciones

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19.01.2024

¡Y aquí va la piedra! ¡Y toma otra! ¡Ahora un buen trino que duela, que burle, que insulte y que destruya! ¡Que no quede nada! Y si la piedra llega y el trino tiene acogida, y rompen la fachada… el daño es grande y costoso. Si además se quiebran la estructura, la credibilidad y se desanima el espíritu… la herida es definitiva. Me preocupan las instituciones.

(También le puede interesar: Medellín, mentor discreto)

La razón de ser y el propósito de las instituciones debe tener su centro en el bienestar del ser humano y la comunidad de su interés. No lo puede olvidar. Es por eso que el individuo debe observar, evaluar y exigir el buen desempeño de las mismas no solo desde sus motivos fundacionales y ejecución, también en su habilidad de alinearse y actualizarse con la evolución de los tiempos.

Las instituciones proveen de estructura, estabilidad y organización a las comunidades. No importa su tipo: sociales, políticas, civiles, profesionales, religiosas, educativas, etc. Sus acuerdos, que deben tener nobleza de........

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