Presa del desespero, el presidente Gustavo Petro ha tratado de convertir en victoria la estruendosa derrota que él y los suyos sufrieron el domingo 29, en las elecciones regionales, al punto de atribuirse victorias de los opositores Centro Democrático y Cambio Radical en algunos departamentos. Así mismo, quiso apropiarse de los triunfos de liberales, conservadores y de ‘la U’, al incluirlos en sus trinos en lo que llamó “la coalición de gobierno”, olvidando que, en abril, él mismo hizo pedazos esa alianza.

La ruptura de la coalición fue una más de las peleas del Presidente. Tras meses de sostener que no haría reformas radicales sino graduales, se aburrió del debate interno que le planteaban los ministros de Interior, Hacienda, Agricultura y Educación, y los echó. Resultado: la legislatura se hundió pues sin los votos de los partidos centristas, se esfumaron las mayorías gobiernistas.

Meses antes había indignado a las altas cortes con sus desplantes: incumplió varias citas con ellos y, para disgusto de los magistrados, le pidió a la Corte Penal Internacional que interviniera en Colombia, al sugerir que los jueces no hacen su trabajo. Como además sus asesores jurídicos poco aciertan, siguen cayendo decretos y apartes de leyes en el Consejo de Estado y la Corte Constitucional.

Empeñado en parar la mil veces aplazada primera línea del metro de Bogotá, para cambiar el diseño y hacerlo todo subterráneo, Petro olvidó un viejo adagio: “Lo mejor es enemigo de lo bueno”. Más grave aún, encendió una pelea con la alcaldesa Claudia López, que tanto le ayudó con su partido Verde a ganar la Presidencia.

Meses de agresiones a la alcaldesa terminaron por subirle a ella la aprobación en las encuestas, y por bajar la de Petro y la de su candidato, Gustavo Bolívar, a la alcaldía de la capital. En el Congreso, muchos ‘verdes’ se inclinan hoy por oponerse al Gobierno.

Al llegar al poder, Petro consiguió el apoyo de los expresidentes César Gaviria, Juan Manuel Santos y Ernesto Samper. Hoy solo le queda este último, que no es el más popular.

A Gaviria –jefe del liberalismo– le ha querido sonsacar, con puestos y contratos, a sus representantes a la Cámara, mientras el exmandatario critica el radicalismo destructivo de los proyectos de reforma. A Santos, que tan entregado estaba, lo trató a las patadas al sacarle en cara que su campaña reeleccionista recibió plata de Odebrecht.

Como si fuera poco, en los días previos a las elecciones regionales, la emprendió contra el Consejo Nacional Electoral, al que acusó de causar asonadas en varios municipios porque el CNE anuló unas candidaturas. No parece muy brillante pelear con el árbitro electoral en vísperas de tan importantes votaciones.

La falta de estrategia es un sello del Ejecutivo petrista. La inutilidad de este cúmulo de peleas se hace evidente en sus resultados: pérdida de las mayorías en el Congreso, animadversión de las altas cortes, disgusto del CNE, distanciamiento de quienes, como Santos, Gaviria y la alcaldesa López, podían ser validadores importantes dentro y fuera del país.

Nada indica que esto vaya a cambiar: el jueves, Petro atacó al nuevo alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán, quien había pedido “respetuosamente” al Gobierno no insistir en el cambio de diseño del metro. “Qué tontería”, fue la respuesta del mandatario a quien ganó la capital con casi el 50 % de los votos.

De paso, volvió a dispararle a Claudia López, quien de seguro arrancará el año entrante su actividad proselitista para las presidenciales de 2026. Es fácil prever que lo hará en actitud opositora: desde que se distanció de Petro a inicios de año, la alcaldesa subió de 29 a 41 % su aprobación en la encuesta de Invamer. Mientras Petro busca pleitos, los contrincantes que crea descubren que distanciarse del Presidente les resulta altamente rentable.

MAURICIO VARGAS
mvargaslina@hotmail.com

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05.11.2023

Presa del desespero, el presidente Gustavo Petro ha tratado de convertir en victoria la estruendosa derrota que él y los suyos sufrieron el domingo 29, en las elecciones regionales, al punto de atribuirse victorias de los opositores Centro Democrático y Cambio Radical en algunos departamentos. Así mismo, quiso apropiarse de los triunfos de liberales, conservadores y de ‘la U’, al incluirlos en sus trinos en lo que llamó “la coalición de gobierno”, olvidando que, en abril, él mismo hizo pedazos esa alianza.

La ruptura de la coalición fue una más de las peleas del Presidente. Tras meses de sostener que no haría reformas radicales sino graduales, se aburrió del debate interno que le planteaban los ministros de Interior, Hacienda, Agricultura y Educación, y los echó. Resultado: la legislatura se hundió pues sin los votos de los partidos centristas, se esfumaron las mayorías gobiernistas.

Meses antes había indignado a las altas cortes con sus desplantes: incumplió varias citas con........

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