¿Y la compasión? ¿El altruismo? ¿El sentido de comunidad? Pensamos en términos de vencedores y vencidos, y digo por experiencia que resulta difícil criar niños en el ideal de la solidaridad, o solo ir más allá de la pulsión dominante de “ganar como único motor en la vida”.

De las películas que más me han marcado en ese sentido ha sido ‘El señor de las moscas’. Y es que plantea eso que en últimas nos preguntamos todos: ¿qué pasaría si nos soltaran sin reglas ni árbitro a sobrevivir en condiciones extremas? Basada en el libro de William Golding, publicado en 1954 en Inglaterra, teje una trama en torno a la maldad humana. Belcebú, el diablo, también es conocido como señor de las moscas, rey de la oscuridad que dejará al descubierto el lado más bestial y atroz del ser humano cuando unos chicos preadolescentes caen en una isla tras el accidente de un avión. La lucha por el poder, la violencia y la locura pasan a ser el pan de cada día en esta isla donde, conformados en bandos, los niños lucharán entre ellos hasta la muerte.

En tiempos delirantes en los que los gobernantes parecen estar desquiciándose cada vez más (acaso un reflejo de lo que ocurre con quienes los elegimos), el ideal de un mundo justo donde la norma sea un “Estado protector” parece más y más una utopía. Sin embargo, hay tramas que nos dejan bien clara la importancia de un ente regulador de la vida en sociedad, algo que volví a pensar ayer cuando vi ‘La sociedad de la nieve’, una de esas películas que se queda clavada en la piel.

Ambas coinciden en varios aspectos. También la historia de ‘La sociedad de la nieve’ parte de un accidente aéreo. Aunque esta vez basada en hechos reales, pues se trata del avión de la Fuerza Aérea Uruguaya que se estrelló en los Andes en 1972 cuando viajaba desde Montevideo hacia Santiago de Chile.

Los 16 sobrevivientes rescatados al final de la travesía eran hombres. Según el relato, en medio de la desolación primaron el sentido de comunidad y la cordura, algo que puede sonar contradictorio si se tiene en cuenta que, para permanecer vivos, estos jugadores de rugby católicos tuvieron que consumir la carne de sus compañeros muertos. Sin embargo, se salvaron porque supieron aliarse, buscar el bien común en circunstancias extremas.

Aun sin alimentos, congelados, moribundos, enfermos, con los huesos rotos y el alma hecha un ovillo, en más de dos meses no dejaron de actuar como equipo. ¿Sería porque eran, en efecto, un equipo deportivo? ¿O qué hizo que fuesen solidarios entre sí, contrario a la novela de Golding?

Me pregunto qué pasaría si en lugar de hombres, las sobrevivientes hubiésemos sido mujeres. ¿Habrían hablado, quizá, más de sus sentimientos? ¿De sus familias? ¿Habrían perecido antes por falta de músculos o de canibalismo? ¿Habrían intentado buscar ayuda antes? Lo cierto es que entre ellas, para entonces, difícilmente habría habido una estudiante de medicina y otra de ingeniería, conocimientos que resultarían claves en la supervivencia.

Más allá del torrente de preguntas que nos deja esta película, nos recuerda el lado solidario y compasivo que podemos tener los seres humanos, incluso en tiempos salvajes. Paradójicamente, una historia de caníbales me llevó a recordarlo. Y cuánto nos faltar tener presente, o más bien, volver a creer en que sabemos y podemos vivir en comunidad.

Ahora bien, más vale que lo entendamos, porque como especie necesitamos recuperar lo que aprendieron hace miles de años aquellos que vivieron en las cavernas: que para sobrevivir hay que actuar como equipo, o de lo contrario, a punta de pensar solo en nosotros mismos, acabaremos desapareciendo.

MELBA ESCOBAR
En X: @melbaes

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En tiempos caníbales

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15.01.2024

¿Y la compasión? ¿El altruismo? ¿El sentido de comunidad? Pensamos en términos de vencedores y vencidos, y digo por experiencia que resulta difícil criar niños en el ideal de la solidaridad, o solo ir más allá de la pulsión dominante de “ganar como único motor en la vida”.

De las películas que más me han marcado en ese sentido ha sido ‘El señor de las moscas’. Y es que plantea eso que en últimas nos preguntamos todos: ¿qué pasaría si nos soltaran sin reglas ni árbitro a sobrevivir en condiciones extremas? Basada en el libro de William Golding, publicado en 1954 en Inglaterra, teje una trama en torno a la maldad humana. Belcebú, el diablo, también es conocido como señor de las moscas, rey de la oscuridad que dejará al descubierto el lado más bestial y atroz del ser humano cuando unos chicos preadolescentes caen en una isla tras el accidente de un avión. La lucha por el poder, la violencia y la locura pasan a ser el pan........

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