Recuerdo el uso de la expresión “es un tibio” para referirse peyorativamente a la orientación política de alguien desde las elecciones presidenciales de Gustavo Petro contra Iván Duque. Quizá ya venía de antes. Lo cierto es que se ha viralizado en los últimos años con esa connotación lisonjera, desdeñosa, para referirse a quien, por comodidad, o por falta de compromiso o valentía, asume el que se describe como un camino fácil, a saber, el del no compromiso en tomar una postura, el de quien se queda en el centro, la medianía de la neutralidad, como algo vago, endeble, flojo.

Pues bien, confieso que desde hace años me resulta molesto este uso de la palabra ‘tibio’. Y, sin embargo, me tomó todo este tiempo venir a saberlo expresar. Dice el ‘Diccionario’ de la Real Academia Española que tibio es sinónimo de templado, a saber, algo moderado, suave. La paradoja es que, como colombianismo, decimos que alguien es “templado” para referirnos a un temperamento adusto, resistente, guerrero. Pero volviendo al diccionario, lo contrario a la tibieza vendría siendo la pasión, el entusiasmo. Y su sinónimo sería la indiferencia o frialdad.

Por otro lado, si pienso en la temperatura de algo tibio, imagino el agua con la que puedo bañar a un bebé, la papilla para alimentar al anciano, el biberón en su punto. Tibio es, pues, el grado ideal para la seguridad de aquel de quien cuidamos. Y esto porque lo caliente quema y lo frío destempla. Tibio es, pues, sinónimo de moderación, de mesura. Pensaba hoy que, también aplicado a populismos de la región, podríamos referirnos a lo caliente que incendia y abrasa, a lo frío que reseca, congela y mata, mientras la tibieza es ese grado que no arrasa los bosques ni destruye por las heladas.

Lo tibio con su mesura, su ponderación, avanza sin prisa pero sin pausa, como las tortugas que llevan su casa puesta.

Para los antiguos griegos, referirse a la mediocridad no tenía esa connotación negativa que se le da hoy día. Ser mediocre era pertenecer a la medianía, al común de la gente, es decir, a la ciudadanía, al pueblo. Ser mediano era hacer parte pues de una comunidad, no estar por debajo ni por encima del otro. En ese sentido, la mediocridad, más entendida como moderación que como desidia, era más un ideal que un defecto.

Lo tibio es, entonces, defendible en los tiempos en que queremos solo aquello que brilla y encandelilla, aunque sea de fantasía barata ‘made in’ China. En esta realidad de emociones extremas que premian las redes sociales, la moderación está venida a menos. Un concepto que, por desgracia, visto el deprimente paisaje político de nuestra región y del mundo, parece estar muy pasado de moda, por no decir tergiversado.

Tibio es también el afecto, el cariño, el abrazo, el calor de hogar, la leche con miel para el que no consigue quedarse dormido. Tibio era el café que me preparaba y me servía mamá cuando iba a visitarla, pues así tuviera ochenta años yo seguía siendo su hija y ella estaba ahí siempre firme para mí, tibia y segura como un abrazo, como una montaña.

Tibio es el aliento del ser humano, y aliento viene de espíritu, viene de neuma. Tibia es la voz con que nos hablamos, un aspecto en el que nos diferenciamos de todas las demás especies vivas, pues nos permite tejer con palabras un camino común, un destino, un sueño. Tibia necesita estar la temperatura de la tierra, en lugar de elevada tirando a hirviendo. Tibio es, pues, estable y duradero, contrario a mágico e insostenible, pero, eso sí, vendedor en las urnas.

Hoy, nuestros gobiernos como nuestros bosques arden en llamas. Y lo que más nos hace falta es el calor de una chimenea, así como la certeza de que ahí estaremos todos para mantener la hoguera, no para derramarle encima galones de gasolina o para apagar el fuego con un baldado de agua helada.

MELBA ESCOBAR
En X: @melbaes

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La palabra tibio

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29.01.2024

Recuerdo el uso de la expresión “es un tibio” para referirse peyorativamente a la orientación política de alguien desde las elecciones presidenciales de Gustavo Petro contra Iván Duque. Quizá ya venía de antes. Lo cierto es que se ha viralizado en los últimos años con esa connotación lisonjera, desdeñosa, para referirse a quien, por comodidad, o por falta de compromiso o valentía, asume el que se describe como un camino fácil, a saber, el del no compromiso en tomar una postura, el de quien se queda en el centro, la medianía de la neutralidad, como algo vago, endeble, flojo.

Pues bien, confieso que desde hace años me resulta molesto este uso de la palabra ‘tibio’. Y, sin embargo, me tomó todo este tiempo venir a saberlo expresar. Dice el ‘Diccionario’ de la Real Academia Española que tibio es sinónimo de templado, a saber, algo moderado, suave. La paradoja es que, como colombianismo, decimos que alguien es “templado” para referirnos a un temperamento adusto,........

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