Hace dos años, Colombia dio un paso histórico en un camino que transitaron por décadas miles de mujeres y cuya meta siempre ha sido la equidad, la garantía de derechos y el reconocimiento de su ciudadanía plena. Hace dos años, el aborto permeó nuestra sociedad con la fuerza de los argumentos sólidos que exigían su garantía como un asunto de derechos humanos, salud pública y justicia social. Hace dos años, una frase de Annie Ernaux, premio Nobel de literatura (2022), retumbó en mi cabeza por lo poderoso y significativo de la coincidencia que nos recordaba que “la imposibilidad de imaginar que un día las mujeres pudieran decidir abortar libremente” había terminado en Colombia con la Sentencia 055 de 2022.

Solo bastaron unos meses para comprobar que la Corte Constitucional acertó en su decisión, que la despenalización del aborto era el camino y que ponderar los derechos de la mujer nos acerca cada vez más a esa sociedad con verdadera equidad de género por la que tantos trabajamos.

¡Acertaron, Corte! En su momento, uno de los principales argumentos que utilizaron los detractores de la despenalización del aborto en el país era que el plazo de las 24 semanas era demasiado amplio, por lo que implicaría que las mujeres y personas gestantes esperarían llegar ahí, al límite máximo permitido para abortar. Lo cierto es que ninguna mujer, por decisión propia y con intención, buscaría continuar su embarazo para interrumpirlo al alcanzar edades gestacionales avanzadas. Al contrario, el balance de los dos primeros años indica que 9 de cada 10 abortos que se realizaron en Profamilia fueron antes de la semana 12 de gestación, es decir, el 92 % del total de interrupciones voluntarias del embarazo se dieron en el primer trimestre y mediante procedimientos farmacológicos.

La despenalización del aborto era el camino y ponderar los derechos de la mujer nos acerca cada vez más a esa sociedad con verdadera equidad de género.

¡Fue una buena decisión, Corte! El mismo balance da cuenta de un aumento del 18,7% en el número de abortos en los últimos dos años, y no debido a que las mujeres estén abortando más porque sí. El aumento, además de esperado, es positivo porque representa el registro en el sistema de quienes sin la despenalización habrían recurrido a procedimientos clandestinos, que pondrían en riesgo su vida, pero hoy, al menos desde la norma, pueden hacerlo desde la legalidad, la seguridad y la oportunidad.

Colombia cuenta con el que es, tal vez, uno de los marcos jurisprudenciales más robustos del mundo en materia de reconocimiento del aborto como un servicio de salud esencial al que las mujeres y personas gestantes tienen derecho. Y aunque hemos avanzado mucho, su garantía plena se sigue viendo afectada por problemas estructurales que lamentablemente se han naturalizado tanto que, aunque ocurren de una manera sistemática, ya no nos alarman como deberían hacerlo.

El reto ahora es cultural. Sí, hay abortos que ocurren después de la semana 24 porque cuando ellas quisieron interrumpir su embarazo de manera oportuna, en las primeras semanas, se encontraron con barreras altas y difíciles de superar porque reposan en los cimientos del egoísta y conservador machismo. Sí, hay menores de edad que abortan. Pero se nos olvida que detrás de cada menor que decide interrumpir su embarazo hay una adolescente, una niña víctima de violencia sexual a la que el sistema y nosotros, como sociedad, le fallamos.

Es momento de avanzar y dejar atrás sesgos y posiciones anquilosadas en el tiempo. La sexualidad es una dimensión íntima, muy personal, por supuesto, pero también tiene un carácter universal y por eso debe garantizarse bajo una perspectiva de derechos. Ojalá dirijamos nuestros esfuerzos a cambiar aquello que no funciona, que lastima y que vulnera.

En materia de derechos humanos y salud pública, el único camino posible debe ser el avance. Espero que Colombia siga caminando en esa vía y que sirva de referente para que la ola verde que empezó en el sur llegue a otras latitudes con garantía de derechos y autonomía sexual y reproductiva para todas.

MARTA ROYO
* Directora ejecutiva de Profamilia Colombia

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Dos años de una decisión histórica

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21.02.2024

Hace dos años, Colombia dio un paso histórico en un camino que transitaron por décadas miles de mujeres y cuya meta siempre ha sido la equidad, la garantía de derechos y el reconocimiento de su ciudadanía plena. Hace dos años, el aborto permeó nuestra sociedad con la fuerza de los argumentos sólidos que exigían su garantía como un asunto de derechos humanos, salud pública y justicia social. Hace dos años, una frase de Annie Ernaux, premio Nobel de literatura (2022), retumbó en mi cabeza por lo poderoso y significativo de la coincidencia que nos recordaba que “la imposibilidad de imaginar que un día las mujeres pudieran decidir abortar libremente” había terminado en Colombia con la Sentencia 055 de 2022.

Solo bastaron unos meses para comprobar que la Corte Constitucional acertó en su decisión, que la despenalización del aborto era el camino y que ponderar los derechos de la mujer nos acerca cada vez más a esa sociedad con verdadera equidad de género por la que tantos trabajamos.

¡Acertaron, Corte! En su momento, uno........

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