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¿Perder la fe en uno mismo después de los 50? ¡No señores/as! Llegar a esta etapa de la vida es como abrir un nuevo capítulo de un libro que has estado leyendo durante décadas. Sí, puede que las páginas estén un poco arrugadas y algunas letras estén borrosas, pero la historia está lejos de terminar.

Verán, a esta edad, hay una especie de magia en redescubrirse a uno mismo, ¡lo sé por experiencia propia! Pero, claro, también déjenme decirles algo y es que mantener esa fe no siempre es fácil. Hay momentos en los que te miras al espejo y te preguntas si todavía tienes lo que se necesita. Te preguntas si has alcanzado tu pico, si ya has dado todo lo que tenías para dar. Y te digo desde ya, es normal sentirse así.

Pero aquí está la cosa: la vida después de los 50 es como un buen vino, mejora con el tiempo. Aprendes a apreciar las pequeñas cosas, las sonrisas, los abrazos cálidos, el sol en tu rostro en una mañana fresca de primavera. Comienzas a valorar las experiencias más que las posesiones, y te das cuenta de que tu valía va mucho más allá de tu aspecto exterior o tus logros profesionales. Que tristeza cuando me encuentro con personas que se quedaron atascadas en un momento de su vida, quejándose de lo que no fue y lo que dejaron ir.

Sí, puede que no tengamos la misma energía que teníamos a los 20, pero tenemos algo muy valioso: sabiduría y certeza de lo que queremos vivir y cómo lo queremos vivir. Y si no la tienes, es hora que empieces a conectarte con esa parte de tí. Hemos vivido lo suficiente como para saber que los fracasos no son el final del camino, sino simples desvíos en la ruta hacia el éxito. Y eso, es algo que ningún número en el reloj puede quitar.

Así que sí, puede que haya días en los que nos sintamos un poco perdidos/as o desanimado/as. Pero entonces es hora de sacudirse el polvo y seguir adelante. Porque sabes que cada día es una nueva oportunidad para aprender, crecer y ser la mejor versión de ti mismo.

Mantener la fe en uno mismo después de los 50 es un acto de valentía y autodescubrimiento. Es reconocer que aún tenemos mucho que ofrecer al mundo y que nuestra historia está lejos de terminar. Tantos meme sueltos sobre el cuerpo crocante y lista de enfermedades, tengan cuidado con eso, porque las palabras tienen poder y pueden terminar creyendo en ese mito de que con la edad la vida viene cuesta abajo y en picada. ¡Todo lo contrario!

Pensando en todo esto y porque, ya hace unos añitos que estoy en este piso y puedo hablar con propiedad, decidí darle un giro a mis contenidos para hablarle a todos aquellos hombres y mujeres que están en los hermosos 50s, 60s, 70s y más, para que vivamos la vida a pleno y sigamos contribuyendo positivamente al mundo. Los que piensan que son edades para hablar y vivir de forma aburrida y deprimente ¡Bienvenidos mejor a sumarse a este club en donde “entre mas canas, mas ganas”!

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¿Perder la fe en sí mismo, después de los 50? ¡No es una opción!

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11.04.2024

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¿Perder la fe en uno mismo después de los 50? ¡No señores/as! Llegar a esta etapa de la vida es como abrir un nuevo capítulo de un libro que has estado leyendo durante décadas. Sí, puede que las páginas estén un poco arrugadas y algunas letras estén borrosas, pero la historia está lejos de terminar.

Verán, a esta edad, hay una especie de magia en redescubrirse a uno mismo, ¡lo sé por experiencia propia! Pero, claro, también déjenme decirles algo y es que mantener esa fe no siempre es fácil. Hay momentos en los que te miras al espejo y te preguntas si todavía tienes lo que se necesita. Te preguntas si has alcanzado tu pico, si ya has dado todo lo que tenías para dar. Y te digo desde ya, es normal sentirse así.

Pero aquí está la cosa: la vida después de los 50 es como un buen vino, mejora con el tiempo. Aprendes a apreciar las pequeñas cosas, las sonrisas, los abrazos cálidos, el sol en tu rostro en una mañana fresca de primavera. Comienzas a valorar las experiencias más que las posesiones, y te das cuenta de que tu valía va mucho más allá de tu aspecto exterior o tus logros profesionales. Que tristeza cuando me encuentro con personas que se quedaron atascadas en un momento de su vida, quejándose de lo que no fue y lo que dejaron ir.

Sí, puede que no tengamos la misma energía que teníamos a los 20, pero tenemos algo muy valioso: sabiduría y certeza de lo que queremos vivir y cómo lo queremos vivir. Y si no la tienes, es hora que empieces a conectarte con esa parte de tí. Hemos vivido lo suficiente como para saber que los fracasos no son el final del camino, sino simples desvíos en la ruta hacia el éxito. Y eso, es algo que ningún número en el reloj puede quitar.

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