Este año, dos mil millones de personas, casi la mitad de la población adulta en el mundo, podrán votar en las elecciones presidenciales de su país. La cifra marca un hito, aunque no necesariamente invita a la celebración porque sucede en un momento de acentuado retroceso democrático en gran parte del mundo. Los principios básicos del sistema democrático están siendo minados por la izquierda y por la derecha.

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El argumento central de la izquierda autoritaria es que mientras persista la desigualdad económica, la democracia es un lujo superfluo.

El alegato de la derecha es que la democracia propicia la degeneración de la moral tradicional al impulsar el enfoque DEI, que valora y garantiza la diversidad, la equidad y la inclusión de todas las razas, edades, religiones, habilidades, géneros y orientaciones. El abominable Elon Musk, el hombre más rico del mundo, ha calificado el DEI de racista.

También los políticos oportunistas contribuyen al deterioro democrático, arguyendo que la democracia es un desperdicio innecesario dado que ellos saben lo que verdaderamente necesitan los pueblos.

Para los escépticos, las grandes potencias mundiales carecen de autoridad moral para pregonar las virtudes de la democracia. Pero más preocupante es el alarmante grupo de jóvenes que piensan que la democracia no solo no les ofrece oportunidades para satisfacer sus necesidades, sino que solapa la corrupción y la impunidad de los poderosos.

Menos de la mitad de las personas apoyan ahora la democracia por encima de cualquier otra forma de gobierno.

Para este abigarrado coro de facciones antidemocráticas, la igualdad ante la ley, la libertad política y el Estado de derecho que garantizan las instituciones democráticas son nociones abstractas que no merecen perdurar.

El informe sobre el ‘Estado global de la democracia’, del Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral de Suecia, enfatizó que 2023 marcó el sexto año consecutivo en el que los valores democráticos disminuyeron en la mitad de los países del mundo, marcando así el retroceso más largo desde que comenzaron sus registros en 1975.

Entre los ejemplos concretos que el Instituto sueco cita para ilustrar el deterioro de la democracia en el mundo están la incitación de Donald Trump a la insurrección del 6 de enero de 2021 y las recurrentes reelecciones de Vladimir Putin a la presidencia de Rusia desde 1999, exiliando, encarcelando o eliminando físicamente a cualquier oponente con posibilidades de derrotarlo en las urnas.

El informe también acusa a los dirigentes de Hungría, India y México de utilizar formas sutiles de erosionar la democracia permitiendo elecciones limpias y justas para luego implementar políticas iliberales que invaden las competencias del Poder Judicial, o que minan las instituciones independientes fundadas para vigilar las acciones del gobierno.

Por otro lado, el informe Latinobarómetro de este año muestra que menos de la mitad de las personas apoyan ahora la democracia por encima de cualquier otra forma de gobierno, una diferencia de 15 puntos porcentuales con el 64 % reportado en 2010.

Un malestar que explica, en parte, el surgimiento de líderes como Nayib Bukele, presidente de El Salvador, cuyas políticas de mano dura con la delincuencia atropellan los derechos de las personas, violan el Estado derecho y amenazan con volverse tendencia en otros países de las Américas como Honduras y Ecuador.

En Guatemala, el sistema político establecido ha hecho todo lo posible por impedir que el presidente electo, Bernardo Arévalo, tome posesión de su cargo. Y por supuesto, no podían faltar los sospechosos habituales: Venezuela, el tercer país menos democrático del hemisferio, Cuba y Nicaragua.

Frente a este enorme desafío, los votantes deben estar conscientes de que en democracia se puede rectificar si hay errores, no en un sistema autoritario.

SERGIO MUÑOZ BATA

(Lea todas las columnas de Sergio Muñoz Bata en EL TIEMPO, aquí)

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¿Sobrevivirá la democracia en 2024?

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16.01.2024

Este año, dos mil millones de personas, casi la mitad de la población adulta en el mundo, podrán votar en las elecciones presidenciales de su país. La cifra marca un hito, aunque no necesariamente invita a la celebración porque sucede en un momento de acentuado retroceso democrático en gran parte del mundo. Los principios básicos del sistema democrático están siendo minados por la izquierda y por la derecha.

(También le puede interesar: Esperanza ante la adversidad)

El argumento central de la izquierda autoritaria es que mientras persista la desigualdad económica, la democracia es un lujo superfluo.

El alegato de la derecha es que la democracia propicia la degeneración de la moral tradicional al impulsar el enfoque DEI, que valora y garantiza la diversidad, la equidad y la inclusión de todas las razas, edades, religiones, habilidades, géneros y orientaciones. El abominable Elon Musk, el hombre más rico del mundo, ha calificado el DEI de racista.

También los políticos........

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