Francia se convierte en el primer país del mundo en incluir en su Constitución el derecho al aborto. Al lema rector de la Revolución de 1789, ‘Libertad, igualdad y fraternidad’, se añade ahora el de la ‘Hermandad de la mujer’.

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Culmina así un magnífico esfuerzo de más de medio siglo para blindar a las mujeres de la persecución, el insulto y la calumnia por ejercer su derecho a decidir en una cuestión vital. “Estamos enviando este mensaje a todas las mujeres: su cuerpo les pertenece y nadie tiene derecho a controlarlo en su lugar”, dijo el primer ministro Gabriel Attal. La ley autoriza la financiación del aborto, dentro de las primeras 14 semanas del embarazo, a las mujeres que lo solicitan.

Para Francia, llegar a este punto no fue fácil y por eso durante la ceremonia en el Palacio de Versalles se rindió justo homenaje a las mujeres que trabajaron arduamente para conseguirlo. Mujeres extraordinarias como Simone de Beauvoir, quien en su manifiesto de 1971, publicado en Le Nouvel Observateur, y firmado por celebridades como Catherine Deneuve, Françoise Sagan, Jeanne Moreau, Marguerite Duras y otras 338 mujeres, reclamaba el derecho de las mujeres a interrumpir el embarazo.

Otro suceso decisivo para proteger a las mujeres fue el llamado proceso de Bobigny, en el que se sometió a un juicio infame a una joven de 16 años que abortó después de haber sufrido una violación. El calvario de esta joven humilde fue de tal gravedad que al final del juicio fue absuelta.

A la luz de este caso, la despenalización del aborto se convirtió en una prioridad del gobierno del presidente Valéry Giscard d’Estaing. Y fue justo en este momento cuando la enorme figura de Simone Veil brilló por su lucidez como abogada de las mujeres.

Delatada por los colaboracionistas del gobierno de Vichy por ser judía, Veil fue internada en el campo de concentración nazi en Auschwitz a los 17 años.

Judía, laica, conservadora en política y progresista en las causas sociales defendiendo a los pobres y luchando por reivindicar los derechos de la mujer, Veil fue la primera mujer líder del Parlamento Europeo y ganadora de las más altas distinciones de Francia, incluido un asiento entre los “Inmortales” de la Academia Francesa.

Para Veil, el proceso de Bobigny mostró que “ante la injusticia y la ineficiencia de una legislación caduca sobre el aborto” era imprescindible promulgar una ley despenalizándolo, pues, en sus palabras, “para ninguna mujer abortar es una cosa placentera”.

Después de meses de intensos debates con diputados y senadores, la ley de despenalización del aborto fue promulgada el 17 de enero de 1975.

Medio siglo después, el Parlamento francés culminó la tarea que Veil empezó introduciendo en la Constitución este párrafo: “La ley determina las condiciones en las que se ejerce la libertad garantizada para la mujer de recurrir a la interrupción voluntaria del embarazo”.

La aprobación de la enmienda en el Parlamento fue casi unánime, aunque hubo alguno que puso en duda la necesidad de incluir el derecho de las mujeres al aborto en la Constitución. Para despejar esta y cualquier otra interrogante, la declaración del primer ministro Attal fue contundente: “Nuestras libertades, por esencia, están amenazadas, por esencia son frágiles, por esencia están a la merced de quienes deciden”, y añadió: “Cuando se atacan las libertades de un pueblo, siempre se empieza por las de las mujeres”.