En noviembre de 1987, durante una conferencia en Berlín sobre la ‘Cuestión alemana’, una reunión para discutir cómo manejar con éxito la inminente reunificación de las dos Alemanias, uno de los ponentes citó una frase del presidente Georges Pompidou que resumía la política de los países hegemónicos, “los instrumentos de la política exterior de un país son los ejércitos y el dinero”.

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La frase me impresionó por su fría lucidez y me aclaró por qué países pobres y sin fuerzas armadas poderosas, como México, tuvieron que adoptar una política exterior defensiva basada en los principios de “No intervención y autodeterminación de los pueblos”.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, los derechos humanos se insertaron como instrumentos de la política exterior para empoderar a las mujeres y otras minorías.
En la última década, sobre todo en América Latina, ha surgido un nuevo instrumento que degrada el decoro en los diálogos entre mandatarios, y en las relaciones diplomáticas entre los países: el insulto.

Reaccionando a las tímidas críticas de los presidentes de Colombia y Brasil por impedir la participación de candidatos de la oposición a las elecciones presidenciales de julio, el presidente del Congreso venezolano, Jorge Rodríguez, sugirió que “se las metan por donde les quepan”.

Como respuesta a los insultos de López Obrador calificándolo de “facho conservador”, el presidente argentino, Javier Milei, describió al mexicano como “patético, lamentable y repugnante”, y a sus seguidores como miembros “del club del pene minúsculo”. El dictador nicaragüense Daniel Ortega calificó a Gabriel Boric de “Pinochetito” y a Gustavo Petro de “traidor”.

El problema, a mi juicio, se debe al auge de los políticos populistas que una vez elegidos no ven razón alguna para ser discretos y se sienten libres para insultar a presidentes de otros países.

De todos los mandatarios, el peor, sin duda, es López Obrador. Con su retórica injerencista y su arrogante costumbre de hablar de lo que no sabe, Amlo ha dinamitado la cuidadosa política exterior mexicana tradicional. Según el senador mexicano Emilio Álvarez Icaza, las ocurrencias e insultos gratuitos de López han ocasionado al menos 18 desencuentros diplomáticos con otros países.

Guardando un rencor que ha durado 500 años, ¡López le exigió disculpas al rey de España por la Conquista! y al no recibirlas declaró la relación diplomática con España “en pausa”; se enfadó con el Gobierno de Panamá por rechazar como embajador a un hombre acusado de ser acosador sexual; Perú le declaró persona non grata por sus acciones injerencistas contra la presidenta de ese país, y tres embajadores mexicanos fueron declarados personas non gratas, en Perú, Ecuador y Bolivia. También ha generado conflictos con el Parlamento Europeo, la ONU, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

Pero, sin duda, el conflicto mayor ha sido con Ecuador. Todo empezó por las ignorantes declaraciones del mexicano sobre la elección presidencial ecuatoriana que condujeron a la expulsión de la embajadora mexicana. Posteriormente y contraviniendo normas del asilo diplomático de 1954, que declaran ilícito otorgar asilo a personas inculpadas sin haber cumplido sus penas, México acogió a un político condenado a prisión como “huésped” en la embajada y se disponía a darle asilo. En un acto inusual y contrario al derecho internacional, la policía ecuatoriana entró a la embajada de México y arrestó al exvicepresidente Jorge Glass, ahondando en el conflicto entre ambos países.

Nadie sabe quién será la próxima víctima de López, pero lo seguro es que las asperezas las reserva para tratar con los países amigos y democráticos, mientras que con las dictaduras en Cuba, Venezuela o Nicaragua es todo dulzura.

QOSHE - Los desencuentros de López Obrador - Sergio Muñoz Bata
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Los desencuentros de López Obrador

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23.04.2024

En noviembre de 1987, durante una conferencia en Berlín sobre la ‘Cuestión alemana’, una reunión para discutir cómo manejar con éxito la inminente reunificación de las dos Alemanias, uno de los ponentes citó una frase del presidente Georges Pompidou que resumía la política de los países hegemónicos, “los instrumentos de la política exterior de un país son los ejércitos y el dinero”.

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La frase me impresionó por su fría lucidez y me aclaró por qué países pobres y sin fuerzas armadas poderosas, como México, tuvieron que adoptar una política exterior defensiva basada en los principios de “No intervención y autodeterminación de los pueblos”.

Al final de la Segunda Guerra Mundial, los derechos humanos se insertaron como instrumentos de la política exterior para empoderar a las mujeres y otras minorías.
En la última década, sobre todo en América Latina, ha surgido un nuevo........

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