Los embates de la derecha y la izquierda contra la academia son una extensión de la guerra cultural que hoy ha revivido en Estados Unidos.

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En una muestra palpable de que los extremos se tocan, el intratable conflicto árabe-israelí ha unificado a la extrema derecha del Partido Republicano en el Congreso con puñados de estudiantes de izquierda que en algunos campus universitarios de élite en Estados Unidos han lanzado un ataque frontal combinado contra la academia.

La obsesión de la derecha señalando a las universidades como centros de adoctrinamiento de ideologías izquierdistas no es un tema nuevo. En la década de los 60, temas como el aborto, los derechos de las mujeres o de los latinos, el movimiento gay o la segregación racial dividieron al país en dos bandos irreconciliables. Por un lado, los cristianos fundamentalistas, los judíos ortodoxos y los católicos conservadores, y por el otro, los católicos, judíos y protestantes progresistas.
Desde entonces, los conservadores han querido convencer al país de que las universidades son semilleros de activistas de izquierda.

Lo novedoso en este caso es que a partir del endurecimiento del conflicto árabe-israelí, los jóvenes activistas de izquierda se quejan de hostigamiento, censura, ostracismo en sus respectivos campus por protestar contra Israel utilizando, en ocasiones, un lenguaje claramente antisemita.

los embates de la derecha y la izquierda contra las rectoras son una extensión de la guerra cultural que hoy ha revivido en Estados Unidos.

Los conservadores reclaman pidiendo que se castigue a quienes utilizan un lenguaje agresivamente antisemita en sus proclamas, valiéndose de foros como la reciente audiencia de un comité de la Cámara de Representantes donde un puñado de republicanos intentaron sacrificar a las rectoras de Harvard, Claudine Gay; Pensilvania, Liz Magill, y MIT, Sally Kornbluth, por sus acciones u omisiones en respuesta a las manifestaciones contra Israel en sus respectivos campus.

Más que una investigación objetiva de las congresistas, el tenor de sus preguntas evocaba imágenes de los autos de fe de la Santa Inquisición. ¿Condenan las tres rectoras el antisemitismo?

¿Creen que Israel tiene derecho a existir como nación? ¿Cuántos profesores conservadores hay en su universidad?

Por momentos, las respuestas de las tres rectoras fueron claras y firmes, pero la gota que colmó el vaso fue una pregunta hipotética de la congresista por Nueva York, Elise Stefanik: “¿El llamamiento al genocidio de los judíos viola el reglamento de su universidad?”.

La respuesta de las tres rectoras fue cauta, a todas luces asesorada por los abogados de sus respectivas instituciones para evitar acusaciones de limitar la libertad de expresión de los estudiantes.

“Depende del contexto” respondieron, obedeciendo una lógica racional. Del dicho al hecho hay mucho trecho, diríamos en español. Yo puedo decir lo que quiera, pero mientras no actúe, no hay delito.

Desafortunadamente para las tres rectoras, en el mejor de los casos su respuesta fue interpretada como falta de claridad moral, en el peor, como muestra de la perversión izquierdista reinante en sus campus.

Es comprensible que la contundente reacción militar israelita a la horrenda incursión de Hamás a Israel para matar, violar, secuestrar a inocentes civiles haya generado malestar en un enorme sector de la población. Pero también es cierto que en muchas de las manifestaciones propalestinas en las calles y en los campus se mandan mensajes antisemitas inaceptables.

El país vive en un estado de crispación que se magnifica en los reducidos espacios de la academia y busca obligar a las autoridades a actuar censurando a unos y a otros.

Desde mi punto de vista, los embates de la derecha y la izquierda contra las rectoras son una extensión de la guerra cultural que hoy ha revivido en Estados Unidos. Los conservadores se niegan a aceptar la diversidad y los liberales insisten en su lucha por el reconocimiento respetuoso de las diferencias.

SERGIO MUÑOZ BATA

(Lea todas las columnas de Sergio Muñoz Bata en EL TIEMPO, aquí)

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Los extremos se tocan

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19.12.2023

Los embates de la derecha y la izquierda contra la academia son una extensión de la guerra cultural que hoy ha revivido en Estados Unidos.

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En una muestra palpable de que los extremos se tocan, el intratable conflicto árabe-israelí ha unificado a la extrema derecha del Partido Republicano en el Congreso con puñados de estudiantes de izquierda que en algunos campus universitarios de élite en Estados Unidos han lanzado un ataque frontal combinado contra la academia.

La obsesión de la derecha señalando a las universidades como centros de adoctrinamiento de ideologías izquierdistas no es un tema nuevo. En la década de los 60, temas como el aborto, los derechos de las mujeres o de los latinos, el movimiento gay o la segregación racial dividieron al país en dos bandos irreconciliables. Por un lado, los cristianos fundamentalistas, los judíos ortodoxos y los católicos conservadores, y por el otro, los católicos, judíos y protestantes progresistas.
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