¡Estamos como estamos y el rancho ardiendo!, decían los mayores en ‘la tierrita’ cuando el sosiego comunitario se salía de control por choques politiqueros (cachiporros vs. chulavitas) y la vida de todos parecía irse a pique entre el miedo y la desesperanza. Hoy no se llega a tanto, pero sí es legítimo preguntar: ¿a dónde llegaremos?

(También le puede interesar: ¿Ni fu ni fa, solo FAO?)

¿A dónde si congresistas encabezados por Miguel Uribe viajan a Washington a ver si en la ONU los recibe algún alto dignatario que ayude a desacreditar al Presidente; y pese a que allá no encuentran eco, califica de “absoluto éxito” un hecho tan penoso y ahora irán con idéntico fin a Nueva York para hacerse oír ante la OEA? ¿Acaso no es el Congreso el centro deliberante de la democracia, donde se legisla discutiendo íntegra la esencia del Estado?

¿A dónde si la Corte Suprema de Justicia, cuya independencia nadie sería osado a controvertir, no elige fiscal como está obligada a hacerlo por la Constitución Política, facilitando así la interinidad en tan alto cargo de una funcionaria posiblemente impedida al efecto? ¿Y ahora la posible inelegibilidad de la candidata mejor calificada debido a los atropellos, insultos y demasías verbales proferidos por el esposo de esta ternada contra numerosos ciudadanos, políticos, medios, periodistas de intachable conducta y reconocido prestigio?

¿A dónde si el ministro de Justicia viene anunciando desde hace días la presentación de un proyecto de reforma judicial que incluirá algo así como ligeros “retoques” a la carta política? En ese evento, ¿qué debemos entender los ciudadanos del montón por “retoque constitucional”? Ojo con las palabras, doctor Osuna.

¿A dónde si el Presidente sigue desbaratando a placer la planta de personal de la Presidencia, removiendo ministros y otros funcionarios antes de nombrarlos, promoviendo más y más a sus protegidos y enlodando el cuerpo diplomático acreditado ante gobiernos como el de México?

¿A dónde si ya no hay palabras para calificar lo acontecido en la Cancillería bajo la férula de Álvaro Leyva y su penoso rosario de yerros en la conocida licitación de los pasaportes, a la postre causante de gravísimos perjuicios a funcionarios de esa dependencia como el secretario general, que ha procedido en derecho firmando un contrato calificado por Petro como ¡corrupto!?

¿A dónde, en fin, podría llegar Petro antes del viaje a Oslo para recibir el Nobel de Paz? Ojalá no sea al abismo.

VÍCTOR MANUEL RUIZ

(Lea todas las columnas de Víctor Manuel Ruiz en EL TIEMPO, aquí)

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¿A dónde llegaremos?

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02.03.2024

¡Estamos como estamos y el rancho ardiendo!, decían los mayores en ‘la tierrita’ cuando el sosiego comunitario se salía de control por choques politiqueros (cachiporros vs. chulavitas) y la vida de todos parecía irse a pique entre el miedo y la desesperanza. Hoy no se llega a tanto, pero sí es legítimo preguntar: ¿a dónde llegaremos?

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¿A dónde si congresistas encabezados por Miguel Uribe viajan a Washington a ver si en la ONU los recibe algún alto dignatario que ayude a desacreditar al Presidente; y pese a que allá no encuentran eco, califica de “absoluto éxito” un........

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