A propósito de institucionalidad, hay que decir que en ese aspecto las elecciones del pasado domingo les salieron bien al Gobierno y al país. Salvo algunos incidentes que se presentaron en puntos muy específicos –que no impidieron la elección de gobernadores, alcaldes, concejales y ediles en casi todo el territorio nacional–, las instituciones funcionaron y la jornada electoral dejó un saldo favorable tanto para el Ejecutivo como para las Fuerzas Armadas y la Registraduría, que entregó los resultados de manera oportuna, pese a las suspicacias y a las prevenciones que había en ciertos sectores.

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Dicho lo anterior, aunque es innegable que la administración de Gustavo Petro puede anotarse una victoria desde el punto de vista institucional, lo que definitivamente no le va a quedar fácil es hacer cuentas alegres desde el punto de vista político. En este aspecto, el asunto es un poco más complicado, pues las fichas del petrismo tuvieron, en general, un pobre desempeño, así el Presidente y sus copartidarios pretendan vender la idea contraria.

El más sonado de todos los reveses del Presidente fue, por supuesto, la derrota sufrida por su candidato en la capital del país, donde se contemplaba, por primera vez, la posibilidad de realizar una segunda vuelta electoral, en caso de que el vencedor no tuviera una ventaja suficiente sobre su más inmediato rival. Muchos tenían la expectativa –otros, el temor– de que los dos candidatos llamados a enfrentarse en un segundo round, el 19 de noviembre, iban a ser Carlos Fernando Galán, del Nuevo Liberalismo, y Gustavo Bolívar, la carta del Gobierno.

Sin embargo, con casi millón y medio de votos, Galán obtuvo una victoria inobjetable, con la que, además de ganarse de una vez por todas las llaves del Palacio Liévano, relegó al hombre de Petro a un inesperado tercer lugar, por debajo del exdirector del Dane, Juan Daniel Oviedo, quien se estrenaba en la arena electoral e hizo una campaña fresca y efectiva; un hecho que no estaba en las previsiones de casi nadie, y mucho menos en las de la Casa de Nariño, cuyo inquilino convirtió en causa propia la campaña electoral por la alcaldía mayor. De poco o nada sirvieron la ‘toma de Bogotá’ por parte de Petro ni su viaje a la China, para tratar de atravesársele a la construcción del metro.

El prematuro y autoinfligido desgaste de Gustavo Petro perjudicó a sus copartidarios y fortaleció a la derecha.

Y si en Bogotá llovía, en otras partes tampoco escampaba, pues el petrismo naufragó en las otras dos grandes capitales: Medellín y Cali, que estaban en poder de alcaldes de izquierda, cercanos al Gobierno nacional, y van a pasar a manos de políticos completamente ajenos al oficialismo.

Y aunque en el resto del país el petrismo obtuvo algunos triunfos locales y departamentales, lo cierto es que el prematuro y autoinfligido desgaste del Presidente no solo perjudicó a sus copartidarios y a otros partidos y movimientos alternativos, sino que fortaleció a la derecha, que había quedado bastante desdibujada tras la precaria administración de Iván Duque.

Luego de semejante debacle, es una necedad desconocer que los resultados fueron un aviso de rechazo al estilo y a la gestión del actual mandatario. De hecho, son un llamado urgente a hacer un ejercicio de autocrítica, y a dedicarse “a recoger los pedazos”, tal y como lo planteó Bolívar el mismo domingo, en vez de insistir en reclamar alguna victoria pírrica. En este sentido, sería recomendable desoír a Ernesto Samper –transformado ahora en defensor de oficio del régimen–, quien, al presagiar la debacle, dijo en X que “es absurdo convertir unas votaciones territoriales en un plebiscito nacional sobre el Gobierno”. Mira quién habla...

Lo mejor que puede hacer el Presidente es escuchar el mensaje de las urnas, en vez de ponerle cuidado a su nuevo escudero, quien sigue viviendo de espaldas a la realidad.

VLADDO
puntoyaparte@vladdo.com

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‘A recoger los pedazos’

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01.11.2023

A propósito de institucionalidad, hay que decir que en ese aspecto las elecciones del pasado domingo les salieron bien al Gobierno y al país. Salvo algunos incidentes que se presentaron en puntos muy específicos –que no impidieron la elección de gobernadores, alcaldes, concejales y ediles en casi todo el territorio nacional–, las instituciones funcionaron y la jornada electoral dejó un saldo favorable tanto para el Ejecutivo como para las Fuerzas Armadas y la Registraduría, que entregó los resultados de manera oportuna, pese a las suspicacias y a las prevenciones que había en ciertos sectores.

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Dicho lo anterior, aunque es innegable que la administración de Gustavo Petro puede anotarse una victoria desde el punto de vista institucional, lo que definitivamente no le va a quedar fácil es hacer cuentas alegres desde el punto de vista político. En este aspecto, el asunto es un poco más complicado, pues las fichas del petrismo tuvieron, en........

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