Creo que no soy nada original al confesar que me tiene muy intrigado la nueva posición de Gustavo Petro sobre el proceso electoral venezolano, asunto al cual casi no se había referido en su prolífica actividad tuitera ni en sus numerosos y elocuentes discursos en la plaza pública, en los que habla de lo divino y lo humano, y en los que suele cambiar de tema y de personajes con una pasmosa facilidad.

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De hecho, en esta discusión acerca de esas elecciones en Venezuela –que ya lleva meses y semanas, y en la que han participado muchos actores, tanto de ese país como de la comunidad internacional, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea–, el atronador silencio del Presidente colombiano había llamado la atención, y no eran pocas las voces que desde la política, la academia y la prensa le reclamaban que se pronunciara al respecto. Y no era para menos, pues al fin y al cabo, después de las aproximaciones que se han dado en este gobierno para tratar de normalizar las relaciones bilaterales, lo lógico sería que ese esfuerzo se tradujera también en un reencauzamiento del proceso democrático en la patria de Bolívar. Sin embargo, la espera se prolongaba sin explicación de ninguna índole y sin que nadie dijera ni mu desde el palacio de San Carlos ni desde la Casa de Nariño.

No obstante, el martes de la semana pasada, luego de que se conocieron las medidas con las que el Consejo Nacional Electoral le puso zancadilla a la candidata Corina Yoris –que iba a reemplazar a la inhabilitada María Corina Machado–, las cosas empezaron a tomar un rumbo diferente, pues el ministro encargado de Relaciones Exteriores, Luis Gilberto Murillo, emitió un sorpresivo comunicado que muchos interpretaron como un guiño a los opositores de Nicolás Maduro, y que dejó fuera de base a tirios y troyanos. Y con toda la razón.

“Colombia expresa su preocupación por los recientes acontecimientos acaecidos con ocasión de la inscripción de algunas candidaturas presidenciales –como la Plataforma Unitaria Democrática y el Movimiento Vente Venezuela, entre otros–, lo cual podría afectar la confianza de algunos sectores de la comunidad internacional en la transparencia y competitividad del proceso electoral que culminará con las elecciones presidenciales del próximo 28 de julio”, decía el texto firmado por Murillo, que si bien no era una declaración de hostilidades contra el vecino país, sí marcaba un distanciamiento inédito con el régimen bolivariano. Y aunque algunos alcanzaron a insinuar que el documento de Murillo se había hecho a espaldas de la Presidencia, el propio Petro se encargó de despejar las dudas el lunes, al decir que la inhabilidad de la que ha sido objeto María Corina Machado constituye un “golpe antidemocrático”; palabras mayores, si se tiene en cuenta de quién provienen.

Así las cosas, y dada la inocultable simpatía de Petro por Maduro, surgen varias inquietudes. En primer lugar, ¿a qué se debieron esos largos períodos de silencio sobre la situación en Venezuela? ¿Esperaba acaso jugar algún papel de mediador para aliviar la tensión interna en ese país? ¿Le estaba haciendo algún mandado a alguna potencia extranjera? ¿Creía que se iba a convertir en “el gran hermano” de la izquierda en la región? Por otra parte, ¿qué llevó a Petro a romper su silencio, y de una manera tan contundente? ¿Habrá influido la actitud de Luiz Inácio Lula da Silva, quien también ha reprochado el amañado proceso electoral chavista? Y, por último, ¿habrá medido nuestro mandatario la posible reacción de Maduro, quien no se distingue propiamente por su moderación? ¿Se acabó la luna de miel con Venezuela?

Aunque acertada, esta inesperada intervención de Petro resulta muy curiosa y deja abiertos muchos interrogantes.

puntoyaparte@vladdo.com

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¿Petro contra Maduro?

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03.04.2024
Creo que no soy nada original al confesar que me tiene muy intrigado la nueva posición de Gustavo Petro sobre el proceso electoral venezolano, asunto al cual casi no se había referido en su prolífica actividad tuitera ni en sus numerosos y elocuentes discursos en la plaza pública, en los que habla de lo divino y lo humano, y en los que suele cambiar de tema y de personajes con una pasmosa facilidad.

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De hecho, en esta discusión acerca de esas elecciones en Venezuela –que ya lleva meses y semanas, y en la que han participado muchos actores, tanto de ese país como de la comunidad internacional, incluidos Estados Unidos y la Unión Europea–, el atronador silencio del Presidente colombiano había llamado la atención, y no eran pocas las voces que desde la política, la academia y la prensa le reclamaban que se pronunciara al respecto. Y no era para menos, pues al fin y al........

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