No se necesita ser Kissinger para darse cuenta de que ha sido un desastre el manejo que el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, le ha dado a la crisis con su colega de México, Andrés Manuel López Obrador.

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Los hechos ocurridos el pasado viernes en la noche, cuando un comando de las fuerzas de seguridad ecuatorianas ingresó de manera abrupta a los predios de la embajada mexicana en Quito, no tienen justificación posible, pues con esta medida se violó un principio básico del derecho internacional: la inviolabilidad de las sedes diplomáticas, una garantía contenida en varias convenciones y acuerdos internacionales de carácter vinculante, y que suelen ser respetados por los estados, más allá de diferencias políticas o ideológicas.

Como se sabe, el propósito de la operación desplegada por los agentes ecuatorianos era capturar al exvicepresidente correísta Jorge Glas, quien desde diciembre del 2023 se hallaba como huésped del Gobierno mexicano en esas instalaciones.

Glas está condenado por corrupción y tiene otro proceso judicial abierto por peculado, delitos que, en teoría, lo harían inelegible para acogerse a la figura del asilo. Sin embargo, en el momento de su aprehensión, seguía a la espera de la confirmación de su solicitud de asilo, ya que López Obrador lo considera un perseguido político.

La incursión de los agentes ecuatorianos en la sede diplomática de México se produjo un día después de que la administración de Noboa declarara persona non grata a la embajadora de México, Raquel Serur, en respuesta a unas polémicas declaraciones de AMLO, en las que insinuaba que Noboa había ganado la carrera presidencial gracias al asesinato del candidato Fernando Villavicencio, acribillado en plena campaña, en un hecho que causó conmoción en todos los estamentos de la sociedad ecuatoriana, y que puso contra las cuerdas al presidente Guillermo Lasso, quien, dada su fragilidad política, había tenido que convocar unas elecciones anticipadas.

Aunque con sus escandalosas afirmaciones López Obrador estaba metiendo las narices en los asuntos internos de Ecuador, y el hecho de acoger a Glas podría interpretarse como un gesto poco amistoso, lo cierto es que en la diplomacia hay unas costumbres y unas normas que suelen acatarse, y el derecho internacional cuenta con unos procedimientos y unas instancias creadas precisamente para resolver las diferencias entre los estados, sin recurrir a las medidas de fuerza, como la llevada a cabo por las autoridades ecuatorianas.

La historia está llena de ejemplos de conflictos similares que se han resuelto por la vía diplomática. Para la muestra está el caso del fundador de WikiLeaks, Julian Assange, quien en 2012 buscó refugio en la embajada de Ecuador en Londres, gracias a que el entonces presidente Rafael Correa –hoy prófugo de la justicia– le reconoció estatus de asilado político. Allí estuvo siete años, sin que las autoridades británicas trataran de capturarlo, a pesar de que tenía una orden de arresto en su contra, y era solicitado en extradición por Estados Unidos. Después de siete años, en abril del 2019, Ecuador le revocó el asilo y autorizó el ingreso de la Policía Metropolitana de Londres, que procedió a arrestarlo.

Otro caso emblemático fue el del dirigente peruano Víctor Raúl Haya de la Torre, quien en 1949 se asiló en la embajada de Colombia en Lima, donde permaneció cinco años, hasta cuando el régimen dictatorial del Perú autorizó su salida, en 1954.

Ambos casos se resolvieron por las buenas, cosa que no sucedió en el agrio enfrentamiento del presidente mexicano con Daniel Noboa, cuya torpe reacción no solamente fue una muestra de inmadurez, sino que sentó un pésimo precedente y desató una crisis inédita en el ámbito diplomático del continente. Y sin ninguna necesidad.

puntoyaparte@vladdo.com

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10.04.2024
No se necesita ser Kissinger para darse cuenta de que ha sido un desastre el manejo que el presidente de Ecuador, Daniel Noboa, le ha dado a la crisis con su colega de México, Andrés Manuel López Obrador.

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Los hechos ocurridos el pasado viernes en la noche, cuando un comando de las fuerzas de seguridad ecuatorianas ingresó de manera abrupta a los predios de la embajada mexicana en Quito, no tienen justificación posible, pues con esta medida se violó un principio básico del derecho internacional: la inviolabilidad de las sedes diplomáticas, una garantía contenida en varias convenciones y acuerdos internacionales de carácter vinculante, y que suelen ser respetados por los estados, más allá de diferencias políticas o ideológicas.

Como se sabe, el propósito de la operación desplegada por los agentes ecuatorianos era capturar al exvicepresidente correísta Jorge Glas, quien........

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